Un espejo de la vida monástica para hoy
Boletín AIM - No. 116, 2019
Contenido
Editorial
Padre Jean-Pierre Longeat, OSB, Presidente de la AIM
Lectio divina
De Caín a José, o la invención de la fraternidad
Padre Jean-Michel Grimaud, OSB
Perspectivas
• Cómo utilizar el documento “Un espejo de la Vida Monástica”
Padre Paul Stonham, OSB
• Entrevista al P. Mark Butlin
Padre Jean-Pierre Longeat, OSB
• “Un espejo de la Vida Monástica”, herramienta de discernimiento
Hermana Christine Conrath, OSB
• “Un espejo de la Vida Monástica” a partir de una lectio divina
Padre Jean-Pierre Longeat, OSB
• El “Espejo” a partir de la regla y de la vida de san Benito
P Geraldo Gonzáles y Lima, OSB
Temas de vida cristiana y monástica
Asesinados donde trabajaban
P Armand Veilleux, OCSO
Liturgia
La música, medio privilegiado de buscar y encontrar a Dios
† Padre Dominique Catta, OSB
Una página de historia
Panorama de la vida monástica en Madagascar
P Christophe Vuillaume, OSB
Arte y cultura
El Padre Alwin Schmid (1904-1978)
P Cyrill Schäfer, OSB
Noticias
• Encuentro de la asociacion BEAO
P Jean-Pierre Longeat, OSB
• Noticias de DIM-MID
Dom William Skudlarek, OSB
• Noticias de la CIB
H Thérèse-Marie Dupagne, OSB
Editorial
Editorial

Esta edición del Boletín tiene un carácter muy especial. Propone un un documento de trabajo realizado por el Equipo Internacional de la AIM para acompañar una reflexión comunitaria de cómo se viven los diferentes aspectos de la vida en comunidad. El propio Boletín, aparte de los títulos habituales, ofrece algunas claves de uso de este documento. El folleto titulado “Un espejo de la vida monástica para hoy”, acompaña esta edición para que el mayor número posible de comunidades tengan acceso a él.
Es pues, un espejo que permite mirarse a sí mismo y colaborar con los ajustes necesarios para dar lo mejor de cada uno. Es un espejo para la comunidad. De hecho, cada comunidad puede utilizar esta herramienta de reflexión, exponer la situación y llegar a un punto de vista compartido por todos los miembros del grupo. Más allá de las comunidades, este texto puede servir para otro tipo de encuentros, como las de diferentes asociaciones monásticas de todo el mundo o incluso los encuentros de formadores.
Los diferentes temas de este espejo son particularmente actuales: la comunidad, la autoridad, la formación, las vocaciones el trabajo, la autonomía financiera y la relación con la sociedad. Los miembros del Equipo Internacional que visitan periódicamente las comunidades de todos los continentes se dan cuenta de lo relevante que son estos temas. Muchas situaciones no siempre son evidentes y requieren una vuelta a la visión original y, sobre todo, un compromiso más profundo de cada miembro del grupo y de la comunidad en su conjunto. El “Espejo” intenta hacer una modesta contribución a esto.
Se comprende que este documento no debe tomarse literalmente.
Quienes lo usen, debe adaptarlo para hacerlo un texto útil para su comunidad o grupo. Ahora depende de los usuarios. El Equipo Internacional de la AIM está a disposición de quienes lo deseen para ayudar a la reflexión y a la aplicación de este “Espejo”.
Iniciamos esta edición con una lectio divina, escrita por el abad Jean-Michel Grimaud, de Landévennec, sobre el tema de la fraternidad. También hay secciones sobre Liturgia, Testigos de la Vida Monástica, Historia y algunos ecos de noticias recientes.
Padre Jean-Pierre Longeat, osb
Presidente de la AIM
Articulos
De Caín a José, o la invención la fraternidad
1
Lectio divina
Padre Jean-Michel Grimaud, OSB
Abad de Saint-Guénolé de Landévennec (Francia)
De Caín a José,
o la invención la fraternidad
La fraternidad en la Biblia es a la vez gracia y prueba: gracia cuando el salmista exclama: “Ved qué paz y qué alegría convivir los hermanos unidos” (Sal 133,1) y una prueba cuando Dios le hace a Caín esta terrible pregunta: “¿Qué has hecho con tu hermano?” De la soledad de Caín a la comunión fraterna restaurada por José, hijo de Raquel, y cantada por el salmista, hay todo un itinerario espiritual que recorrer para que Dios nos invite a pasar de la soledad a la comunión.
Así pues, si la fraternidad aparece como un bien precioso, ¡quizás sea porque precisamente sólo se adquiere con ardua lucha! De hecho, la primera evocación de la fraternidad en la Biblia surge como una invitación perdida y conserva el sabor amargo de una herida mortal.
Según el filósofo Paul Ricoeur: “El fratricidio, la muerte de Abel, hace de la fraternidad misma un proyecto ético y no un simple dato de la naturaleza”. Esta observación es importante y nos dice que la fraternidad en el sentido bíblico no se reduce a los vínculos de sangre, sino que es una realidad ética y espiritual. ¡trasciende las fronteras geográficas, étnicas, raciales, culturales, incluso religiosas! En otras palabras, el tema de la fraternidad en la Biblia se plantea de entrada como universal e interpela la responsabilidad del ser humano en su relación con sus semejantes.
El libro del Génesis, a través de la historia de Caín y Abel y la de José y sus hermanos, demuestra que la fraternidad es un reto esencial para el futuro del pueblo de Dios, que incluso colorea su identidad como pueblo de Dios.
Caín y Abel
“Conoció el hombre a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín, y dijo “He adquirido un varón con el favor de Yahvé”. Volvió a dar a luz y tuvo a Abel, su hermano. Fue Abel pastor de ovejas, y Caín labrador” (Gn 4, 1-2).
Este versículo inicial indica una complementariedad entre los dos hermanos: uno se ocupa del ganado y el otro de la tierra, dos actividades no competitivas que deberían contribuir a convivir bien. Pero este versículo deja también traslucir una dificultad: Caín es bien acogido por su madre, que expresa su alegría: “He adquirido un varón con el favor de Yahvé”, en cambio, el nacimiento del menor parece insignificante y no da lugar a ninguna palabra de bienvenida… Se trata de un silencio revelador, de una injusticia patente cuando no se dice. El malestar así instalado hace que la fraternidad naciente parezca un desafío incómodo. Al hijo único no se le impone compartir, es el único heredero de sus padres y el único destinatario de su afecto. El nacimiento de un menor altera este hermoso equilibrio e impone la acogida de un otro, al que hay que dar un lugar y con quien corresponde aprender a compartir. Nuestras familias, nuestras comunidades monásticas hacen esta experiencia efectiva, pero sobre todo fecunda y humanizadora de dar al recién llegado su lugar. Y eso es una buena noticia, ya que libera de la tentación de cualquier poder posesivo. Pero esta liberación no va sin desarraigo como sugiere el nombre dado al mayor, Caín, ya que este nombre está tomado del verbo qanití (he adquirido) pronunciado por Eva que, por afinación se acerca al verbo Qana’, que significa “ser celoso”[1] Así de entrada, la fraternidad que surge como un “hacer lugar al otro”, despierta los celos de quién ya está allí y ¡se siente amenazado!
Al parecer, nadie espera qué le va a pasar al menor, Abel, que en hebreo quiere decir “soplo, vano o leve hálito, respiro, vapor”, “lo que es frágil, débil y sin fuerza”, es revelador de su precariedad.
Entonces interviene Dios. El Dios de Israel se revela como el que ayuda al débil. Al preferir la ofrenda de Abel a la de Caín, impone a Abel, ignorado hasta entonces, como el otro ineludible de Caín. Esta diferencia de trato restablece la justicia entre los dos hermanos, aunque sea potencialmente portadora de venganza. Negar la diferencia sería una forma de negar lo real. Y la realidad tanto para Caín como para nosotros es reconocer que no todos tenemos los mismos talentos y que cada uno debe acoger los talentos de los demás sin sentirse repudiado ni rechazado, pero considerándolos complementarios en lugar de competitivos. Actuando como lo hace, Dios ofrece a Caín la oportunidad de una apertura a la alteridad que sólo puede arrancarle de la ilusión de la omnipotencia. Esta es la condición necesaria para abrirla a la relación con los demás y permitirles así acceder a su plena humanidad, porque en el ser humano, el lenguaje, se realiza en la relación.
“Por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro”, señala el narrador. Está celoso. “La envidia nos hace sufrir de un bien si es de otro y nos hace saborearlo si los demás se ven privados de él”, señala Paul Beauchamp[2] Sin embargo ¡Dios no abandona a Caín a su sufrimiento narcisista! Le ayuda mediante el diálogo; le advierte que si no supera sus celos: “a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia”. Y lo invita a ser más fuerte que la animalidad que hay en él: “y a quien tienes que dominar” Sólo así podrá realizar en él la imagen de Dios, vocación del hombre y de la mujer, que según el Génesis 1, 26, reciben la misión de dominar sobre las bestias salvajes… incluidas, por tanto las que están encerradas ¡en nosotros mismos! El desafío de la fraternidad aparece, así como un desafío ante todo espiritual. ¿Soy lo suficientemente fuerte para consentir con bondad que mi hermano reciba lo que yo mismo codicio?
Caín, en vez de responder a Dios, entrar así en un diálogo capaz de canalizar su violencia; en lugar de “levantar la cabeza” como Dios le sugiere, actitud que significaría el consentimiento cara a cara, sin la cual no hay fraternidad posible, dirige al menor, aparentemente sin siquiera mirarlo, una orden de alejamiento. Y tan pronto como sale, lo mata. El sufrimiento que no supo manifestar se convirtió en violencia que estalla. Al evitar mirar a su hermano, Caín reveló su negativa a considerarlo como otro hombre. Al rechazar la humanidad del otro, ¡se deshumanizó a sí mismo! ¡La animalidad ha prevalecido en él sobre la humanidad! La primera experiencia de fraternidad termina en fracaso, Caín permanece solo con su sufrimiento, ¡el de no haber sabido atreverse a la fraternidad!
Este es el callejón sin salida al que conduce la codicia, que es en lo que se convierte el deseo humano cuando no consiente en el límite que lo estructura. Sin límites justos, el deseo tiende a ocupar todo el lugar hasta invadir el espacio ajeno, abriendo el camino a todo tipo de conflictos. El otro se convierte en un objeto a tomar, en un competidor a neutralizar o incluso a eliminar. Negado como sujeto, no puede convertirse en socio o aliado. Es notable que la Regla de san Benito insista en el sentido de la medida y del límite. ¡Buena manera de reducir la tentación de la omnipotencia y fomentar la fraternidad!
Ser hermano significa renunciar a dominar al otro, ya sea por un rechazo violento o por una mano seductora. La verdadera fraternidad hace libre. Esto es lo que nos hace comprender la historia de José y sus hermanos. (Gn 37, 2– 50, 26).
José y sus hermanos
El primer versículo es significativo:
“José tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus hermanos-muchacho todavía-, con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. YJosé comunicó a su padre lo mal que se hablaba de ellos” (Gn 37, 2).
José es presentado como pastor, como lo fue Abel antes que él; el pastor es el que ejerce sobre los animales un señorío sin violencia, y en la simbología bíblica la imagen del pastor se asocia al de protector, de guía, figura cuya culminación lleva a Jesús, reconocido como el buen Pastor por excelencia que da la vida por sus ovejas.
Otra enseñanza de este versículo introductorio es que José no está con los hijos de Lía, la primera esposa de Jacob, sino con los de las dos sirvientas que también le dieron hijos. ¿Por qué no? Una tradición judía explica que José, ya preocupado por la unidad del grupo familiar, trataba de establecer el vínculo entre los dos grupos de hermanos, el de las esposas oficiales (Lía y Raquel) y el de las sirvientas. En cualquier caso, su posición en la hermandad es singular. La preferencia de que es objeto por parte de su padre tal vez no tenga nada que ver con ello. La hermosa túnica que Jacob le ofreció cristaliza los celos: “Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle.” Los celos provocan la incapacidad de comunicarse”.
Se sabe lo que sigue, José es arrojado en la cisterna y vendido en Egipto como esclavo, donde su sabiduría y su capacidad para interpretar los sueños, providencialmente lo elevan a intendente de los bienes del faraón. A lo largo de su prolongado descenso a los infiernos y luego de su ascenso, el narrador observa en varias ocasiones que “el Señor estaba con José”. Vivir la fraternidad es ser capaz de soportar, durante mucho tiempo, el rechazo de los hermanos sin dejarse abatir, permaneciendo en la confianza de estar en las manos de Dios. Comprendida así la fraternidad, ésta se construye también en la prueba y en el fracaso sufrido con paciencia y esperanza. Observemos el contraste entre José y sus hermanos: por un lado, la pasión, por otro la sabiduría. La fraternidad no se construye dejándose conquistar por sus emociones, sino sabiendo comportarse con sabiduría y razón.
Con diferentes vicisitudes, cuando sus hermanos bajan a Egipto en busca de alimento, sin su conocimiento, José pone a prueba la solidez de sus vínculos fraternos: así, pedirá que se retenga a Judas como esclavo en lugar del joven Benjamín (hijo de Raquel, como José), lo que indica el cambio interior que se ha operado en estos hermanos, maduros por las dificultades. Al constatar la restauración de una fraternidad fracturada, José puede dejarse reconocer por ellos. Les explica entonces, que la culpa de ellos hacia él ha sido transformada por Dios en designio providencial, ya que toda la familia se encuentra ahora a salvo de la inanición: “…pues para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros” (Gn 45, 5), les dice. Pero, por supuesto, la fraternidad regenerada no es menos importante que la hambruna superada, y es esta fraternidad ganada sobre los celos la que cierra el relato y justifica el reconocimiento dirigido a Dios que ha transformado el mal en bien. Así, la fraternidad aparece como un don de Dios. Cabe señalar que José, interpretando así los acontecimientos de los que fue víctima, tiene la delicadeza de no hacer reproche alguno a sus hermanos, no les devuelve el mal que sufrió por su causa. Este rechazo a la venganza detiene la propagación de la violencia. Ya antes, falsamente acusado por la esposa de Putifar, José había preferido el silencio a la acusación, entregándose a Dios. Esta actitud del justo desarmado adoptada por José, es un poderoso fermento de reconciliación y fraternidad. Es ella la que permitirá a sus hermanos, por una parte, reconocer su pecado y, por otra, pedir perdón. En efecto, al final del relato, a la muerte de Jacob padre de todos, sus hermanos relatan a José la última voluntad del patriarca: “Cierto que te hicieron daño, pero ahora tú perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre” (Gn 50, 17). Con estas palabras que los acusan, reconocen implícitamente su culpabilidad y ofrece a José la posibilidad de perdonarles verdaderamente y, por tanto, de reconocer que su actitud hacia él le había herido. José, llorando al oír estas palabras, descubre su vulnerabilidad. El perdón es más que la absolución, es sanación mutua del ofensor y del ofendido. Así se convierte en camino de fraternidad.
La soledad, a la que José había sido expulsado por su exclusión, era en realidad una soledad habitada ya que el Señor estaba con él, señala el narrador en varias ocasiones. Y esta soledad habitada lo llevó a la comunión restaurada con sus hermanos. La fraternidad aparece así como fruto espiritual de una vida fundada en el amor de Dios.
Será fácil para los evangelistas y para los Padres de la Iglesia ver en José una prefiguración de Cristo, quien es rechazado por los suyos y que se convierte, por su justicia y su fidelidad a Dios, en causa de su salvación. Es salvándolo que se revela verdaderamente a su hermano, de modo que se convierte en modelo de toda fraternidad. El evangelio según san Juan lo ha comprendido bien, donde Jesús no da a sus discípulos el título de hermano, si no hasta después de la resurrección en la mañana de Pascua, cuando, dándose reconocer a María Magdalena, la envía a anunciar que está vivo con estas palabras: “Pero vete a mis hermanos y diles…” ( Jn 20, 17).
[1] André Wénin, D’Adam à Abraham ou les errances de l’humain, Lecture de Genèse 1, 1 – 12, 4, Cerf, Paris, 2007, p. 140.
[2] Paul Beauchamp, Psaumes nuit et jour, Seuil, Paris, 1980, p. 72.
Cómo usar el documento “Un espejo para la vida monástica para hoy”
2
Perspectivas
Padre paul Stonham, OSB
Abad de Belmont (Inglaterra)
Miembro del Equipo Internacional de la AIM
Cómo usar el documento
“Un espejo para la vida monástica para hoy”
He usado el “espejo” en un cierto número de comunidades monásticas masculinas en dos continentes y en diferentes idiomas. Aunque me invitaron a predicar un retiro tradicional, me pareció que el uso del “Espejo” podía ser realmente beneficioso para animar a la comunidad a entablar una conversación seria sobre asuntos vitales vinculados a la vida monástica actual.
El “Espejo” está compuesto de una introducción, una sección sobre el estado general del mundo y de la vida monástica hoy, y de siete breves capítulos sobre temas específicos. El capítulo siete sobre las relaciones con el mundo se divide en dos partes. Todos estos capítulos plantean preguntas que pueden servir de base para un diálogo y un debate en el seno de la comunidad. Hay material suficiente para al menos nueve sesiones, y algunas comunidades podrían abordar también otros temas que consideren importantes o desafiantes para la realidad actual.
He iniciado cada reunión con una oración, seguida de una introducción de quince minutos acera del tema sobre el que se centrará el debate que seguirá a continuación. La comunidad se divide en pequeños grupos o en pares para dialogar, y luego se reúnen para una última media hora de debate general basado en la retroalimentación de los grupos pequeños. El debate final es siempre animado e interesante y tiende a ser abierto, terminando sólo con la comida o la hora de la oración. A menudo las conversaciones abiertas se han extendido a lo largo del día.
Cada vez he adaptado mis breves charlas introductorias a las circunstancias particulares de cada país y comunidad. Sugiero también que haya otras preguntas sobre las que los grupos quisieran discutir, con libertad de elegir sus propias preguntas o incluso conversar algún otro tema relacionado, si se sienten motivados para hacerlo.
Lo sorprendente es la genuina sed de diálogo y discusión al interior de las comunidades monásticas. En un monasterio, un monje dijo, “Hoy, los monjes quieren ser escuchados”. Eso se convirtió en la fuerza motriz para todo el retiro.
Entrevista con el P Marck Butlin
3
Perspectivas
Padre Jean-Pierre Longeat, OSB
Presidente de la AIM
Entrevista con el P Marck Butlin,
Monje de Ampleforth y miembro del Equipo Internacional
Padre Mark, hace 34 años que trabaja para la AIM, ¿puede contarnos su vasta experiencia? ¿qué ha sido lo más importante para usted?
Creo que lo más importante ha sido crear vínculos en el corazón de cada comunidad y entre las comunidades, para formar fraternidad, compartiendo lo más posible lo concreto de la vida de los grupos.
¿Cuáles son las regiones que visita habitualmente?
África del sur, Nigeria, Angola, India, Sri Lanka, Sudáfrica, Filipinas, Japón, Indonesia, Etiopía, Vietnam.
¿Qué piensa del documento el “Espejo” producido por el Equipo Internacional?
El propósito de este documento es ayudar a nuestros hermanos y hermanas a reflexionar profundamente sobre sus vidas, dando signos indicadores para ayudarles a encontrar su camino. Hay tantos problemas y también éxitos en las comunidades. Podemos vivir una rutina sin reflexionar sobre el propósito de todo lo que hacemos y vivimos. La rutina a menudo puede acostumbrarnos a vivir en piloto automático. Hay países, por ejemplo, donde hay un énfasis en el trabajo pastoral y misionero y donde la vida monástica no es suficientemente considerada por sí misma. La transmisión sobre el sentido de nuestra vida es a menudo bastante débil.

¿Ha utilizado ya el espejo? ¿cómo le resultó?
Tuve la oportunidad de usarlo en una reunión de la Federación Benedictina Indo Sri-Lanka en la India. Mi contribución se basó en los siete puntos del “Espejo” ‘sin demasiada discusión. Todo el mundo estaba interesado. El ISBF reúne sobre todo a los superiores y formadores de muchas comunidades de la India y Sri Lanka y muchos de ellos estaban conscientes que el documento permite un trabajo de profundización sobre puntos importantes de la vida monástica de hoy.
¿Qué consejo de uso daría?
Deberían desarrollarse preguntas que se planteen en cada contexto, por ejemplo, sobre la vida comunitaria.
¿Qué tipo de preocupaciones existen en una cultura determinada con sus propias características?
Es importante reflexionar sobre los obstáculos y los soportes necesarios en cada contexto.
El texto es bastante general, ¿cómo adaptarlo a las diferentes circunstancias?
Quien presenta el texto debe ser capaz de interpretar los datos de este documento en el contexto en que vive la comunidad. Se trata de darle vida al texto, de articularlo con las realidades del momento y del lugar. No es suficiente abordar este texto al pie de la letra. Como otros textos de la tradición monástica, desde los Padres del Desierto hasta nuestros días, la interpretación es necesaria para transmitir la herencia en universos concretos siempre específicos. El “Espejo” es un instrumento que depende en gran medida de la persona que lo utiliza y que ayuda a una comunidad a usarlo.
¿Qué futuro ve para la vida monástica hoy? ¿En qué formas?
Depende siempre del Espíritu Santo. La vida monástica es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia, junto con otras propuestas igualmente importantes para dar verdadero testimonio de la experiencia eclesial al servicio del anuncio del Reino. Como dice el papa Francisco, las tradiciones de la vida religiosa son un recordatorio evangélico de la vida de la Iglesia. Benedicto XVI decía a propósito de san Juan Climacus: “Presenta en mayúsculas lo que el mundo vive en minúsculas”. El futuro depende de la manera en que se inserte la vida monástica en la vida de la Iglesia, en el corazón de nuestras sociedades, en contacto con personas concretas en comunión unas con otras y no sólo con ideas. También es importante, en este sentido, el tema de la apertura a la acogida.
En todo lo que ha vivido en la AIM durante tantos años, ¿qué es lo que más le ha marcado?
Me produce un poco de incomodidad la pregunta. Respondo de la misma manera que cuando me preguntan cuál es la pieza musical que más me gusta. Todas las músicas tienen su encanto; algunas me gustan más que otras, pero me cuesta mucho elegir. Sin embargo, puedo decir que lo que más me ha marcado son los encuentros con personas y comunidades.
Por otra parte, personalmente, desde el comienzo de mi vida monástica, he tenido la suerte de encontrarme con grandes testigos que me han transmitido su experiencia de monjes: ha sido para mí la mejor enseñanza. Pienso en Basil Hume, Denis Huerre, Antoine Bloom, Bernard de Soos. Personas muy humanas y bastante únicas. He conocido también monjas que han sido grandes testigos para mí, tengo en el corazón comunidades de monjas y hermanas que me han marcado mucho.
En cuanto al arraigo en la cultura local, pienso en el ejemplo de Etiopía. Las comunidades cistercienses de este país conjugan una buena comprensión de la vida monástica con un profundo diálogo con su cultura. Esa disposición pertenece a la naturaleza de la Iglesia. La cuestión de la edad de los miembros de nuestras comunidades es menos importante de lo que se dice. No es obligatorio tener muchos jóvenes. En Kurisumala, en la India hay personas maduras y es una muy buena comunidad. Hay cada vez más vocaciones en personas maduras.
Una reflexión de un obispo siro-malabar que me impresionó mucho durante una de mis visitas a la India: “Hay que conocer su fundamento cristiano para responder a su vocación monástica”. Incluso antes de convertirse en monje es importante tener la capacidad de encajar en un estilo de vida cristiano; de lo contrario, la vida monástica corre el riesgo de convertirse en algo sin raíces y no sostenerse en el tiempo por un testimonio apropiado.

[1] ISBF : The Indo Sri-Lankan Benedictine Federation.
“Un espejo de la vida monástica” - Herramienta de discernimiento. El ejemplo de la formación
4
Perspectivas
Hermana Christine Conrath, OSB
Secretaria de la AIM
“Un espejo de la vida monástica”
Herramienta de discernimiento. El ejemplo de la formación
Al trabajar en la AIM, tengo la posibilidad de encontrarme con hermanos y hermanas que visitan regularmente las comunidades en todo el mundo. Tengo la oportunidad de viajar. Estas circunstancias me permiten una visión relativamente amplia de la realidad monástica. Las situaciones en los monasterios son diversas, pero con un mismo objetivo: correr por el camino de los mandamientos de Dios poniendo en práctica el Evangelio según la Regla de san Benito. El objetivo: llegar todos juntos, omnes parite, a la casa donde Dios nos espera y aguarda por nosotros.
La propuesta benedictina permanece intacta y creemos que es vital para nuestro mundo en busca de comunión. Es urgente confrontarnos con la realidad y efectuar un trabajo de reflexión y de conversión, tanto personal como comunitario. En lugar de redactar una Summa sobre la vida monástica (soñada, esperada o vivida año tras año), el Equipo Internacional de la AIM fijó un modesto objetivo y elaboró un conjunto de herramientas elementales: siete entradas en un mini manual de 32 páginas. Cada tema posee la misma estructura: una presentación general en la que toda comunidad benedictina debería más o menos reconocerse, y algunas preguntas para iniciar un debate comunitario. El “Espejo” es una herramienta, no un texto para dejar abandonado en el estante.
El primer tema es la comunidad, fundamento de la vida monástica benedictina; luego viene el liderazgo, porque sin una cabeza una comunidad no puede avanzar. A ello siguen los temas comunes: formación, vocación, trabajo, estabilidad económica y financiera, lugar en la Iglesia local y en la sociedad. No hay nada original. Cada mini capítulo va seguido de tres preguntas. ¿Por qué? Todos estamos de acuerdo en los valores de la vida monástica. Las dificultades comienzan cuando se entra en la realidad concreta.

Por ejemplo, leamos juntos el capítulo tres sobre la formación, tema que está empujado desde Cor orans (el texto normativo de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada relativo a las monjas), que se considera el primer documento de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada para tratar adecuadamente el tema de la formación. Establezcamos los ingredientes: buena dirección y formadores bien preparados Ya es muy difícil unir los dos en una comunidad, y eso no es suficiente. La comunidad en su conjunto es la primera formadora. ¿Cómo? Por su modo de vida, la corrección de su comportamiento, su compromiso y su oración. Hablemos en primera persona: desde mi entrada en la vida monástica y hasta la muerte (usque ad mortem, RB Pro 50 l) soy responsable de mi propia formación por mi manera de entregarme a la oración, la lectura, el estudio, el trabajo y la vida comunitaria.
Afirmamos enérgicamente que ninguna comunidad sobrevivirá sin un programa serio de formación, apoyado por los esfuerzos sinceros de cada miembro para vivir fielmente la vida cenobítica. El monasterio es una escuela del servicio del Señor (RB Pról.) y un centro de evangelización. Todo el mundo debe participar en él y mantener este compromiso por la estabilidad. Para el futuro del monacato, el diletantismo está prohibido. Por el contrario, el activismo en el trabajo, es un típico fracaso contemporáneo. Nuestros ancianos trabajaban en el campo, y la campana que los llamaba para las Vísperas les aliviaba las manos y la espalda. Hoy en día se puede permanecer sentado sin esfuerzo delante de una pantalla, hasta el punto de que es un esfuerzo dejarla para el Oficio Divino.
Vemos el discernimiento como algo necesario en cada etapa de la formación, que va unido a una auténtica relación entre los candidatos y su formador, y también con los miembros de la comunidad. No se nace cristiano, se llega a ser cristiano; la vida monástica no es más que una forma entre otras de vivir como cristiano. Subrayamos la importancia del discernimiento de los candidatos. Conocer los antecedentes de un recién llegado y evaluar su idoneidad para la vida comunitaria. En Occidente, las familias numerosas se han vuelto escasas y el hijo único no siempre está preparado para la vida en común que, nos atrevemos a decir, a veces es áspera para su pequeño ego. Hoy unas palabras sobre la afectividad son esenciales e ineludibles En el pasado reciente la Iglesia no ha estado suficientemente vigilante.
“Debemos sobresalir en la práctica del Evangelio”.
La expresión es audaz, no la lamentamos. Poner solamente a Cristo en el centro de mi vida me obliga a vivir diariamente el Evangelio en el trabajo humilde de cada día. Este arte de la vida monástica se aprende creando vínculos en comunidad y la responsabilidad incumbe a cada uno. En cuanto a los estudios, durante demasiado tiempo se han mantenido a las hermanas alejadas de los estudios teológicos y filosóficos serios, a menudo reservados a los futuros clérigos. Con la prolongación de la vida, es un deber armar las inteligencias para que puedan perseverar en la oración y en la lectio cuando el Señor parece estar “ausente”. Es importante aprender a utilizar la biblioteca del monasterio. Una búsqueda en Google nunca podrá reemplazar un buen libro. Ante las necesidades urgentes, no vacilamos en invertir en formación de habilidades profanas técnicas, por ejemplo, en contabilidad y gestión. Ayudemos también a los candidatos a desarrollar sus talentos artísticos, musicales, etc. No está permitido escatimar en formación.
Luego de estos temas generales el texto esboza valores irreemplazables:
Todo esto sólo tiene sentido si los miembros en formación son permeables a la ética del silencio en la vida monástica; la oración contemplativa sólo puede florecer en un clima de silencio. Los candidatos procedentes de un mundo muy ruidoso y lleno de aparatos tendrán que descubrir el valor y la belleza del silencio, de la soledad con Dios y la consagración de cada día a tiempos esenciales a la oración y a la lectio.
Silencio se repite tres veces en tres líneas, reflejo de la pregunta de los miembros redactores ante el ruido que invade nuestros claustros. Los lugares regulares donde nos cruzamos sonriendo son un bálsamo para el corazón de quienes lo viven. Nos atrevemos a salvaguardar nuestro tesoro de intimidad con el Señor.
Siguiendo estas afirmaciones proponemos algunos caminos para abrir un debate. En la primera parte explicativa, es una proposición a los monasterios de todo el mundo y por lo tanto conviene ajustarla a las condiciones locales.
Las preguntas se refieren al aquí y ahora. En este tercer capítulo llamamos la atención sobre cinco puntos;
1) La formación se entrega idealmente a toda la comunidad, ya que los candidatos entran en la vida monástica por osmosis. ¿Es esto realmente así en mi comunidad? ¿Cómo puedo involucrarme más plenamente? ¿Soy fiel a la lectio, a la oración, a los compromisos suscritos el día de mi profesión? A cada uno le corresponde preguntárselo directamente.
2) La formación siempre puede mejorarse; veamos cómo. Grupos bíblicos en comunidad, lectio compartida, compartir relatos de libros leídos, son pequeñas formas de compartir los vínculos que nos mantienen unidos en comunidad en el servicio de un mismo Señor.
3) ¿Se destinan adecuados medios financieros para la formación? En este ámbito, la moderación es nefasta. La AIM está dispuesta a apoyar proyectos de formación.
4) Hay que abordar bien el tema de la selección. Vivir es elegir, no todo el mundo está hecho para vivir en el monasterio. En esto apelamos a la atención y al discernimiento de todos. Es preferible discernir cuanto antes si se debe despedir a un candidato. Una comunidad frágil y poco numerosa necesitará valor y audacia para no retener a un candidato inadecuado. Las debilidades psicológicas no se arreglarán en el mundo cerrado del monasterio, al contrario; la experiencia nos lo enseña. Esto se aplica tanto a hombres como a mujeres.
5) ¿Cómo podemos mostrar mejor a Cristo vivo en medio de nosotros? Quisiéramos responder a esta última pregunta. Pongámonos a trabajar, preguntémonos en comunidad y dejemos que las sugerencias salgan a la luz para el bien y la alegría de todos; ¡esto podrá generar un ambiente de gozo y alegría!
Gracias a todos por su tiempo.

El “Espejo de la Vida Monástica” a partir de lectio divina
5
Perspectivas
Padre Jean-Pierre Longeat, OSB
Presidente de la AIM
El “Espejo de la Vida Monástica”
a partir de lectio divina
He utilizado en ocasiones el texto del “Espejo” como base para la animación de encuentros o retiros con comunidades. En cada una de estas ocasiones me ha parecido importante enraizar el debate en un intercambio inicial de lectio divina sobre cada uno de los capítulos de este documento. Quisiera dar aquí un eco a título de ejemplo; son posibles otras alternativas y referencias de textos.
Introducción
El centro de la vida monástica cristiana es el amor a Dios y al prójimo. Es indispensable recomenzar desde este fundamento. A lo largo de nuestra vida, Cristo nos ha revelado este amor de innumerables maneras. Su llamado nos ha conmovido. Quisimos responder para llegar a ser miembros de Su Cuerpo a fin de estar unidos a Dios y a todos los demás en el Espíritu Santo. El monje es aquel que no tiene nada más querido que Cristo y lo hace todo por amor a Cristo, para que todos puedan saborear los frutos de su pasión y de su resurrección.
Jesús dijo: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado” (Mt 4, 17). Uno de los mayores desafíos para nosotros hoy es tomar en serio esta invitación. Se trata de un giro radical para vivir desde lo profundo del corazón, donde la vida emerge en nosotros al nivel más visceral. Se trata de pasar del intelecto al corazón para vivir juntos según la lógica del amor creador, para acoger todos los frutos de esta disponibilidad en la vida más cotidiana en el corazón de nuestras sociedades. Las principales dificultades de nuestro mundo, así como de la Iglesia católica, están vinculadas a esta conversión exigente.
1) Comunidad
En la víspera de su pasión, Jesús oró: “ que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti “( Jn 17, 21). Para ser “uno” juntos, es necesario ser “uno” con Dios. El mandamiento del amor es doble y el segundo es semejante al primero: “Si alguno dice: “Amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso” (1 Jn 4, 20). Es asombroso que hayamos desarrollado hermosos discursos sobre el amor de Dios y que no seamos capaces de considerar que es tan parte de nuestra vida espiritual, el amor a los demás.
2) Ejercicio de la autoridad
En materia de autoridad, Cristo denuncia el poder de dominación. Dice: “el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir,” (Mt 20, 28). El ejercicio de la autoridad requiere realmente la toma de conciencia de tal disposición. Hace falta tiempo y paciencia para que la flexibilización del corazón permita este servicio a cada uno de los miembros de la comunidad y a la comunidad en su conjunto.
3) Formación
Para Jesús, la formación tiene algo que ver con esta propuesta hecha en la tarde de la Última Cena: “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” ( Juan 13, 15). La formación no puede limitarse a la transmisión de conocimientos teóricos, sino que está ligada a la experiencia. A partir de esta base, se introduce en el camino de la conversión en el amor y permite progresar en él.
4) Vocaciones
Cristo mismo nos llama, como dice san Benito en el Prólogo de su regla – “A ti, pues, se dirige ahora mi palabra, quienquiera que seas”: “Ven y sígueme” (Mc 10, 21). Así, no tenemos que preocuparnos por las vocaciones. Dios llama y estamos disponibles para acoger los frutos de su llamado. Las personas que reciben el llamado de Dios deben ser animadas a encontrarse con Cristo para reflejarlo después de diferentes maneras en su vida.
Nuestros monasterios no son oficinas de reclutamiento para que la institución viva a toda costa. Nuestros monasterios son lugares donde el llamado de Cristo se hace oír de manera fuerte y clara. Cada uno puede discernir entonces cómo responder. Algunos miembros de nuestras comunidades pueden ayudar en este discernimiento.
5) Trabajo
Cristo dijo: “Id también vosotros a mi viña” (Mt 20, 4). Para san Benito, toda la vida del monje es un trabajo, un trabajo de conversión. Es la práctica de los Ancianos. La contemplación se considera más allá de este trabajo de conversión. La liturgia, la lectio, el trabajo manual o intelectual se practican para que pueda realizarse la obra del Señor en el monasterio, que es un taller y una escuela del servicio del Señor.
6) Estabilidad financiera
En una parábola, el Señor alaba a un mayordomo que se hace amigo del dinero engañoso (Lc 16, 1-13). Puede haber objeciones sobre la utilización de esta parábola para profundizar la estabilidad financiera de los monasterios. Pero, de hecho, se trata de no absolutizar el valor del dinero y de ponerlo al servicio de una fraternidad que permita la comunión. La buena gestión y la estabilidad financiera son necesarias para el sano desarrollo de la comunidad.
7) El monasterio y el mundo
Los monjes viven como los demás cristianos según la palabra de Cristo: y Dios no envió al Hijo del hombre al mundo para juzgar al mundo, sino para que sea salvado ( Jn 17, 14-18). Dice también: He venido al mundo, pero no soy del mundo. Los monjes están en el mundo, pero su último punto de referencia no son las de un mundo sin Dios. Por lo tanto, se mantiene alejado para poder discernir mejor qué opciones tienen que tomar.
Conclusión
Hay por supuesto, otros ámbitos y desafíos de la vida monástica. Cada comunidad deberá elaborar su propio programa de discusión interna. Nuestro propósito es vivir el mandamiento del amor convirtiendo nuestras percepciones y nuestras decisiones desde lo profundo del corazón. El gran desafío de hoy y de mañana es trabajar en esta perspectiva para participar en un mundo nuevo que será signo del Reino que viene. Esto requiere un verdadero y profundo compartir en comunidad, por una parte, sobre la acogida del fuego interior del amor divino, y sobre poner en práctica la organización que de él se deriva. Esperamos que los puntos planteados sean útiles para favorecer este trabajo y estas tomas de decisión comunitarias, a fin de que seamos realmente testigos de la Buena Nueva de Jesucristo para el mundo de hoy.
El “Espejo” la luz de la Regla y Vida de San Benito
6
Perspectivas
Padre Geraldo Gonzáles y Lima, OSB
Miembro del Equipo Internacional
El “Espejo” la luz de la Regla
y Vida de San Benito
“¿Quién es el hombre que quiere la vida y desea ver días felices?”
(RB, Pról. 15)
Este documento es un intento más de responder a esta pregunta y, desde un punto de vista general, se ha escrito como una reflexión para ser leída y conversada en ocasiones comunitarias como días de reflexión o incluso retiros; no obstante, puede utilizarse de forma personal.
En términos prácticos se recomienda leer la “Introducción” y “La condición general del mundo y de la vida monástica hoy”, para entender el marco de este documento. Para facilitar su uso, se han sugerido algunas preguntas al final de “La condición general…” y al final de cada tema desarrollado en las reflexiones que siguen.
Cada tema supone un tiempo de reflexión personal seguido de un debate comunitario, de modo que, según el tamaño de la comunidad, se necesitarán al menos dos horas para leer y debatir. Para cada uno de estos temas propongo aquí algunos textos de la Regla de San Benito y del Libro II de los Diálogos de San Gregorio: La Vida y los Milagros de Benito.
Después de esta reflexión, tal como lo hizo san Benito, estaremos listos para progresar en nuestra vida monástica “sabiamente ignorante y prudentemente indocto” (Libro II de los Diálogos de san Gregorio: La vida de san Benito Abad).
Sugerencias
“La condición general del mundo y de la vida monástica de hoy”.
Regla:
- Prólogo
- Capítulo 73: No queda establecida en esta regla toda la práctica de la perfección
Diálogos:
- Prólogo
- Capítulo 17: Profecía sobre la destrucción de su monasterio
- Capítulo 35: Del mundo entero reunido ante sus ojos y del alma de German, Obispo de Capua.
- Capítulo 36: Qué escribió una regla monástica.
- Capítulo 37: La profecía que de su muerte hizo a los monjes.
1. Comunidad: “Construir la vida comunitaria y vivirla plenamente”.
Regla:
- Capítulo 1: Las clases de monjes
- Capítulo 3: Como se han de convocar los hermanos a consejo.
- Capítulo 4: Cuales son los instrumentos de las Buenas Obras.
- Capítulo 5: La obediencia.
- Capítulo 6: La taciturnidad
- Capítulo 7: La humildad.
- Capítulo 68: Si a un Hermano se le mandan cosas imposibles.
- Capítulo 69: Nadie se atreva a defender a otro en el monasterio.
- Capítulo 70: Nadie se atreva a pegar arbitrariamente a otro
- Capítulo 71: Se obedezcan unos a otros.
- Capítulo 72: El buen celo que deben tener los monjes.
Diálogos:
- Capítulo 1: La criba rota y reparada.
- Capítulo 2: Cómo venció una tentación de la carne.
- Capítulo 3: El jarro roto por la señal de la cruz.
2. Liderazgo: “La educación y formación de responsables monásticos”.
Regla:
- Capítulo 2: Como debe ser el abad.
- Capítulo 21: Los decanos del Monasterio.
- Capítulo 64: La investidura del abad.
- Capítulo 65: El prepósito del monasterio.
Diálogos:
- Capítulo 5: Del agua que hizo brotar de una roca en la cima de un monte.
- Capítulo 9: De una enorme piedra levantada por su oración.
- Capítulo 22: Cómo en una visión trazó el plano del monasterio de Terracina.
3. Formación: la formación inicial y continua y formación de formadores
Regla:
- Capítulo 23: La excomunión por faltas.
- Capítulo 24: Cuál debe ser la norma de la excomunión.
- Capítulo 25: Las culpas graves.
- Capítulo 26: Los que sin autorización se juntan con los excomulgados.
- Capítulo 27: Cuánta solicitud debe tener el abad con los excomulgados.
- Capítulo 28: Los que corregidos muchas veces, no quieren enmendarse.
- Capítulo 29: Si deben readmitirse los hermanos que se van del monasterio.
- Capítulo 30: Cómo han de ser corregidos los niños de menor edad.
Diálogos:
- Capítulo 20: Del pensamiento de soberbia de un monje conocido en el espíritu.
- Capítulo 25: Del monje, que al marcharse del monasterio contra la voluntad de Benito, le salió al encuentro un dragón que quería devorarle.
4. Vocaciones: discernimiento y promoción de las vocaciones monásticas
Regla:
- Capítulo 58: Modo de admitir a los hermanos.
- Capítulo 59: De los hijos de nobles o de pobres que son ofrecidos.
- Capítulo 60: Los sacerdotes que quieran vivir en el Monasterio.
- Capítulo 61: Cómo se ha de acoger a los monjes forasteros.
Diálogos:
- Capítulo 6: Del hierro vuelto de su mango el fondo del agua.
- Capítulo 7: De un discípulo suyo que anduvo sobre las aguas.
5. Trabajo: El trabajo monástico adaptado, el desarrollo de una ética de trabajo sería
Regla:
- Capítulo 48: El trabajo manual de cada día.
- Capítulo 49: La observancia de la Cuaresma.
- Capítulo 57: Los artesanos del monasterio.
Diálogos:
- Capítulo 27: De unos sueldos devueltos milagrosamente al deudor.
- Capítulo 28: De una ampolla de cristal arrojada a unas rocas que no se rompió
- Capítulo 29: La tinaja vacía que rebosó de aceite.
6. Estabilidad financiera: convertirse en una comunidad financieramente viable – de la dependencia a la autonomía financiera.
Regla:
- Capítulo 31: Cómo ha de ser el mayordomo del Monasterio.
- Capítulo 32: Las herramientas y las cosas del Monasterio.
- Capítulo 33: Si los monjes deben tener algo en propiedad.
- Capítulo 34: Si todos han de recibir igualmente lo necesario.
Diálogos:
Capítulo 21: De doscientos modios de harina hallados delante del monasterio en tiempo de carestía.
7. El monasterio y el mundo, separación e inmersión
Regla:
– Capítulo 53: Cómo se ha de acoger a los forasteros.
– Capítulo 56: La mesa del abad.
– Capítulo 66: Los porteros del monasterio.
– Capítulo 67: Los hermanos enviados de viaje.
Diálogos:
– Capítulo 15: Profecía que hizo al rey Totila.
– Capítulo 33: El milagro de su hermana Escolástica.
Asesinados allí donde servían. Beatificación de los mártires de Argelia
7
Padre Armand Veilleux, ocso
Abad emérito de N.-D. de Scourmont (Bélgica)
Asesinados allí donde servían
Beatificación de los mártires de Argelia
En el momento de la independencia del país en 1962, la Iglesia de Argelia se redujo drásticamente. Como las conversiones del islam al catolicismo fueron prohibidas, se excluyó toda forma de actividad misionera, considerada como proselitismo. Por tanto, la Iglesia se redujo a lo esencial: vivir el Evangelio.
La actividad religiosa de los extranjeros consistió fundamentalmente en poner en práctica el capítulo 25 del Evangelio de Mateo: “tuve hambre... tuve sed... estuve enfermo..., etc”. Diecinueve de estos testigos de la caridad cristiana, muertos entre mayo de 1994 y agosto de 1996, fueron beatificados en Orán el pasado 8 de diciembre. Se habían puesto al servicio del pueblo argelino, sin distinción de raza o pertenencia religiosa. Fue justo beatificarlos como “mártires”, porque todos ellos fueron auténticos testigos del amor universal. Lo que se ofrece a la Iglesia y al mundo en esta celebración no es simplemente el ejemplo de testigos individuales, sino el de la santidad de una Iglesia local.

Proximidad Culpable
Entre los servicios ofrecidos por la Iglesia a la juventud argelina, se encuentran varias bibliotecas donde los jóvenes estudiantes, casi todos musulmanes, vienen a estudiar. Fue en una de estas bibliotecas, frecuentada por más de mil jóvenes del barrio popular de la Casbah, donde el primero de esta línea de mártires, el hermano Henri Vergès y la hermana Paul-Hélène Saint-Raymond, fueron asesinados el 8 de mayo de 1994. Es significativo que, como muchos otros después de ellos, fueran asesinados en el mismo lugar donde trabajaban al servicio de la población argelina.
Una Iglesia reducida a lo esencial
La beatificación de Pierre Claverie y de sus dieciocho compañeros, fue un ejemplo del testimonio de toda una Iglesia local. Unos meses más tarde, en octubre, dos agustinas misioneras españolas, las hermanas Esther Paniagua Alonso y Caridad Álvarez Martín, fueron abatidas a tiros cuando se dirigían a misa cerca del lugar donde atendían a jóvenes discapacitados. El 27 de diciembre, cuatro Padres blancos fueron asesinados en Tizi-Ouzou, donde ofrecían servicios a la población local. Se hizo evidente que esa misma proximidad era lo que pretendían hacer desaparecer los patrocinadores de los asesinatos.
Después de aproximadamente un año de calma, tres religiosas, cuya vida entera estaba dedicaba a ayudar a los más necesitados, sufrieron la misma suerte. Fueron dos hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles, Denise y Bibiane, en septiembre de 1995, y Odette, hermana menor del Sagrado Corazón, en noviembre. El destino de los monjes de Tibhirine es más conocido. Fueron presentados por el papa Francisco como ejemplo de “santidad comunitaria”, en su Instrucción Apostólica de 2018 sobre la santidad. Fueron arrancados de su monasterio en la noche del 26 de marzo de 1996 y asesinados aproximadamente un mes después. Sus cabezas aparecieron al mes siguiente después de su muerte, cerca de Medea.
El hecho de que no se hayan encontrado sus cuerpos tiene un valor muy simbólico. Sus restos se encuentran mezclados, en suelo argelino, con los de más de doscientas mil víctimas argelinas de la misma violencia.
Dos figuras de obispos
Para cerrar esta triste y noble lista, Pierre Claverie, obispo de Orán, fue asesinado el 1 de agosto de 1996, junto con su joven chofer musulmán, Mohamed, en la puerta de su obispado. Nacido en Argelia, había regresado como dominico y antes de ser obispo, se había ocupado durante varios años, de la biblioteca de Glycines, al servicio de los jóvenes argelinos.
Para finalizar conviene mencionar, a otro “testigo” de la caridad, el obispo Henri Teissier, de 89 años, que estuvo presente en la beatificación del 8 de diciembre. Fue la cabeza de la Iglesia de Argel durante todos estos años trágicos y pastor atento de casi todos estos mártires de la caridad cristiana.

La música, medio privilegiado de buscar y encontrar a Dios
8
Liturgia
† Padre Dominique Catta, OSB
Abad de Saint-Benoît de Keur Moussa (Sénégal)
La música, medio privilegiado de buscar y encontrar a Dios
“ La búsqueda de Dios llevó a los monjes de la Edad Media a una cultura de la Palabra”, dijo en resumen el papa Benedicto XVI al mundo de la cultura en París (12 de septiembre de 2008 en el Colegio de los Bernardinos). Releamos sus importantes palabras:
“La búsqueda de Dios requiere, pues, por intrínseca exigencia una cultura de la palabra (…). Para orar con la Palabra de Dios el sólo pronunciar no es suficiente, se requiere la música. Dos cantos de la liturgia cristiana provienen de textos bíblicos, que los ponen en los labios de los Ángeles: el Gloria, que fue cantado por los Ángeles al nacer Jesús, y el Sanctus, que según Isaías 6, es la aclamación de los Serafines que están junto a Dios (...). En San Benito, para la plegaria y para el canto de los monjes, la regla determinante es lo que dice el Salmo: Coram angelis psallam Tibi, Domine –delante de los ángeles tañeré para ti, Señor (cf. 138, 1). Aquí se expresa la conciencia de cantar en la oración comunitaria en presencia de toda la corte celestial y por tanto de estar expuestos al criterio supremo: orar y cantar de modo que se pueda estar unidos con la música de los Espíritus sublimes que eran tenidos como autores de la armonía del cosmos, de la música de las esferas (…) los monjes con su plegaria y su canto han de estar a la altura de la Palabra que se les ha confiado, a su exigencia de verdadera belleza”.
1) La música religiosa debe ser fruto de la música emitida por el Creador en el mundo
Benedicto XVI, hablando de la música medieval, fruto de la escucha amorosa de la Palabra de Dios, nos invita a repensar la música religiosa y, sobre todo, la música litúrgica, oración oficial de la Iglesia no “como una obra de creatividad” privada, en la que el individuo se erige un monumento a sí mismo, tomando como criterio esencialmente la representación del propio yo. Se trata más bien, dice también Benedicto XVI, “de reconocer atentamente con los “oídos del corazón” las leyes intrínsecas de la música de la creación misma, las formas esenciales de la música puestas por el Creador en el mundo y en el hombre, y encontrar así la música digna de Dios, que al mismo tiempo es verdaderamente digna del hombre e indica de manera pura su dignidad”.
Estas palabras de Benedicto XVI no podían siquiera ser adivinadas en 1963 por los monjes de Keur Moussa. Imaginemos su sorpresa y asombro cuando encontraron ciertos modos de canto gregoriano en la música popular de Senegal. Estos cantos populares muy antiguos, son un lenguaje, al igual que los modos de la música antigua antes del Renacimiento que permitió a los compositores del canto gregoriano expresar su fe través de la música. A un nivel más simple, los cantos de la selva del Sahel y otras regiones de África son la expresión de una vida social en la que lo divino y lo humano se mezclan. Ellos marcan el ritmo de las estaciones, los trabajos y las fiestas que son parte de la existencia desde el nacimiento hasta la muerte, y su reunión con los antepasados siempre presentes en el corazón de la naturaleza. Así que no es de extrañar que se puedan encontrar ciertos vínculos entre las melodías populares del África, no tocada por la música contemporánea de las ciudades, y las melodías del canto gregoriano, hasta el punto de que éstas han servido a los monjes de Keur Moussa como cantera para utilizar uno u otro canto africano como base de una melodía litúrgica.
Sin embargo, la Palabra de Dios, cuando se encarna en el canto profano, por hermoso que sea, actúa sobre él, como un perfume se apodera de un jarrón hasta entonces destinado a conservar el agua pura, pero destinado a usos profanos. No hay que olvidarlo cuando se aplica sin reflexión la Palabra sagrada a músicas que no estaban destinadas a esto. De ahí las siguientes reflexiones sobre la música sagrada.
2) Música sagrada
Lo que separa la música profana de la litúrgica sagrada es que en ésta canta la Palabra de Dios. En la liturgia, que es el canto de la Iglesia, la música canta a Jesucristo, presente en los salmos y en los cánticos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Por eso, sobre la base de música popular, expresiones de la vida de los hombres, el soplo del Espíritu Santo debe purificar y elevar el canto encarnando en él a Jesucristo y sus Misterios. Se trata de una obra en la que Dios y los compositores, así como los cantantes y los instrumentistas, colaboran íntimamente mediante la oración y la meditación. San Benito designa la oración litúrgica, los Oficios, con la expresión Opus Dei, la Obra de Dios. Dios es el primer obrero de la oración. En primer lugar porque, como criatura, no somos capaces de alcanzarlo en profundidad, a menos que nos de la gracia, y luego, porque, como pecadores, estamos saturados de nuestro yo, obstáculo a la elevación del corazón hacia Dios y el prójimo. Pero si la gracia nos lleva a la atención de Dios, de sus santos y de sus ángeles y a los misterios del Señor que celebramos en el coro, entraremos en la obra misma de Dios, y esto se traduce en el modo de componer música sacra, cantarla o acompañarla con instrumentos del lugar.

3) Aplicaciones prácticas
1- Comprender el texto que se canta o se lee.
Conocer el sentido de un camino es saber dónde va y caminar sin vacilación hacia su término. No se cantan palabras, sino frases que agrupan o separan palabras que tienen sentido. Uno de los obstáculos del canto coral cotidiano, en los monasterios, es el de la rutina y la falta de atención al sentido global de las frases. De ahí viene esta tendencia casi general a centrarse en el fin de cada palabra, como si estuviera aislada, independiente del resto, porque la atención en el sentido se ha debilitado. Hay que estar presente en el texto, que, antes de salir de los labios, ha pasado por la mente y el corazón.
2- La buena música da también un sentido.
Este sentido se añade al del texto y lo amplifica. El canto gregoriano en sus mejores obras da muchos ejemplos: las músicas del Sanctus XII (Modo RE) y Sanctus III (Modo MI) dan dos expresiones musicales muy diferentes del Misterio de la Trinidad. Pero tal riqueza de expresión se traduce en hechos sólo si el coro ha captado el espíritu que anima la música de un texto y lo ejecuta en consecuencia. ¿Podemos dar pistas que den fácil acceso a esta riqueza de expresión?
3- La línea melódica revela a menudo el espíritu de la música
La música no es simplemente una sucesión de notas subiendo y bajando. Una frase musical puede subir a una cima y luego descender a su punto de partida. También puede brotar desde un principio a una cumbre como se encuentra a menudo en canciones populares de Mandigo, y descender por etapas sucesivas. También puede progresar en intensidad por la repetición de una nota, como un saltador que se apoya sobre una tabla elástica para saltar por encima del obstáculo. Todas las formas son posibles y buenas si la línea melódica habla, si uno siente que el compositor tiene algo que decir a través de su línea melódica. Una vez comprendido el sentido, las voces deben expresar el avance o la meditación o el descenso mediante una intensidad de movimiento continuo controlado por esta conciencia.
Benedicto XVI recordó que, para san Benito, los monjes oran y cantan en presencia de toda la corte celestial y, por tanto, sometidos y unidos a la música de los espíritus sublimes… “que los monjes con su plegaria y su canto han de estar a la altura de la Palabra que se les ha confiado, a su exigencia de verdadera belleza”.
Se ha reprochado a la escuela gregoriana de Solesmes que practican un canto etéreo, carente de virilidad y de humanidad. De hecho, uno de los principios de esta escuela, que en cierto momento y todavía hoy ha permitido a muchos hombres y mujeres de diversas culturas encontrar a Dios y orar, es seguir el texto y la línea melódica y expresar su sentido, aumentando progresivamente en intensidad hacia el punto alto y volviéndose más suave a medida que las voces llegan a la conclusión. La violencia, que a menudo se busca en el canto profano para expresar la intensidad de los sentimientos, está en contradicción con la humildad de la oración. La imagen más elocuente de este control de la fuerza es la del incienso opuesto al lanzamiento de piedras que caen fuertemente sobre el objeto afectado. Lanzado con fuerza, el incienso sube hacia Dios en volutas cada vez más ligeras, flexibles, que se desvanecen bajo las bóvedas de la catedral.
Este principio se mantiene bastante bien para todos los cantos religiosos, incluyendo cantos en idiomas africanos con ritmos auténticamente africanos. Cuando el arte se pone al servicio de la Palabra de Dios hay una conversión. La percusión de tom-tom, balafon, kora y calabash que acompañan la Palabra están al servicio de Cristo, gentil y humilde de corazón, presente en la Palabra. La fuerza controlada por el Espíritu puede expresar brillantemente tristeza o entusiasmo. Pero el canto cristiano no es agresivo cuando se dirige a Dios ni está atento a los aplausos. Un buen percusionista está al servicio de la Palabra, y lleva al coro al ritmo del canto sin aplastarlo o dominarlo, como suele suceder con la música secular, en la que la percusión es a menudo el corazón de la fiesta. Para la música sagrada la Palabra de Dios es el alma del canto coral.
Conclusión
La música moderna, vertida tan agresivamente por todo el mundo por los medios de comunicación durante las últimas décadas, influye más o menos conscientemente en los compositores cristianos y coros parroquiales. A diferencia de la música modal de la Edad Media o de la antigua África, la música moderna no tiene su origen en la antigua sociedad familiar donde se funden lo divino y lo humano. Adoptada por cantantes cristianos que se inspiran en ella para proclamar la Palabra de Dios, apoyada por sintetizadores, guitarras eléctricas y sistemas de sonido, esta música está ahora muy extendida en coros de jóvenes y no tan jóvenes. No puede dudarse de la generosidad, el valor en la fe y el impulso apostólico de estos músicos. Sin embargo, en contraste con lo que hemos dicho sobre la antigua música profana que debe ponerse al servicio de Dios, para ser purificada y ennoblecida por la encarnación de Jesucristo, se tiene la impresión de que es la Palabra de Dios la que se pone al servicio de la música profana. ¿Por qué el Verbo de Dios encarnado en Jesucristo no purificaría esta música, sino más bien lo contrario? Quizás sea un camino de conversión y una pista para una verdadera creatividad musical.

Visión general de la vida monástica en Madagascar
9
Una página de historia
Padre Christophe Vuillaume, OSB
Prior de Mahitsy (Madagascar)
Visión general de la vida monástica
en Madagascar
1) Un poco de historia
Cuando un pequeño grupo de hermanas benedictinas misioneras de St-Bathilde llegó en 1934 a la Gran Isla, la vida monástica era prácticamente desconocida. Las congregaciones presentes, algunas ya desde principios del siglo XIX, como los jesuitas, las hermanas de Cluny, etc. eran todas de tipo misionero apostólico. A tal punto que, para no decepcionar totalmente las expectativas de la población de Ambositra donde se asentaron, nuestras hermanas debieron abrir una pequeña escuela y dar allí enseñanza. Esta fue también la fuente de sus primeras vocaciones locales. Este monasterio, situado en la región de Betsileo a 300 km al sur de Antananarivo, experimentó un crecimiento tan rápido que pudieron fundar otro priorato en Mananjary en la costa este en 1955, y un tercero en el extremo norte, en Diego Suárez (hoy Antsiranana) en 1976.
Los monjes de La Pierre-qui-Vire llegaron a Madagascar en 1954; ya habían creado una fundación en Vietnam en 1947. Recibidos por los jesuitas, se instalaron en una de sus granjas en las montañas (1.500 m) a 7 km de Mahitsy y a unos 30 km de Antananarivo. En 1896 se continuaba viviendo en régimen colonial, lo que facilitó el asentamiento. Cuatro hermanos, cuyo superior tenía sólo treinta años, establecieron su pequeño monasterio en pleno campo, con pocos recursos reproduciendo, según la práctica de esa época, la vida de la casa-madre.
Unos años más tarde, y ciertamente alentados por sus hermanos benedictinos, llegaron los cistercienses (entonces llamados trapenses), enviados por Dom Louf, abad de Mont-des-Cats, en 1958. Optaron también por establecerse en la meseta central, pero en la región de Betsileo, a pocos kilómetros de la capital regional Fianarantsoa, a 400 km al sur de Antananarivo. Este es el monasterio de Maromby.
Por último, llegaron nuestras hermanas cistercienses de Campénéac (Bretaña), que se establecieron no lejos de sus hermanos en Ampibanjinana, “el lugar de contemplación”.
2) La vida religiosa en la Gran Isla
Los Jesuitas, son sin duda los apóstoles del catolicismo en Madagascar. Aunque entre los siglos XV y XVII se enviaron varias misiones, especialmente a los Lazaristas de San Vicente de Paúl, el impulso decisivo se inició a mediados del siglo XIX. Fue entonces cuando la monarquía autoritaria, que en ese momento reinaba la parte central de la isla, comenzó a abrirse a la influencia occidental. Comenzó por el comercio, la industria, el equipamiento militar, y con algunas vacilaciones al cristianismo católico y protestante como vehículos de la cultura europea. Francia y Gran Bretaña compitieron, a menudo ferozmente, por la influencia en el terreno entre anglicanos, unidos a varias ramas del protestantismo, y católicos romanos. Finalmente, la República Francesa emprendió la conquista de Madagascar en 1896, permitiendo al mismo tiempo la unificación de una veintena de tribus en una sola nación. La colonia, como en todas partes, no fue simplemente una aventura militar, sino una obra de verdadero desarrollo en todos los planos, en los que se destacaron los mariscales Gallieni y Lyautey.
El extraordinario florecimiento de la vida religiosa en Francia en el siglo XIX se extendió rápidamente a la Gran Isla, donde las fundaciones se multiplicaron a lo largo del siglo XX hasta el presente. Actualmente hay más de 115 congregaciones femeninas y unas 37 masculinas, muchas de ellas muy fecundas. La vida contemplativa está muy presente por el hecho de que, además de los hijos e hijas de san Benito, se han creado en Madagascar seis carmelos y cuatro monasterios de clarisas, con muchas vocaciones. Destaca también la presencia de otras congregaciones contemplativas, como las Trinitarias de Roma, una fraternidad contemplativa de P. de Foucauld, etc.
El cristianismo, sólidamente implantado en las Tierras Altas (tribus Merina y Betsileo) continúa su obra de evangelización, a menudo difícil, en la costa, el gran Sur y Norte. Aunque todos los malgaches hablan el mismo idioma, hay diferentes dialectos y, sobre todo, diferentes mentalidades que pueden crear obstáculos, incluso en las comunidades religiosas.

3) Características de la vida monástica malgache
Hijo e hijas de san Benito, vivimos, por supuesto, en todo el mundo una misma vida monástica, basada en la observancia de su Regla y de nuestras tradiciones, pero con variantes que conviene precisar.
a) La liturgia
Todavía muy próxima a los modelos franceses, la liturgia se ha ido inculturando poco a poco bajo la influencia del Vaticano II. Dom Gilles Gaide, monje de Mahitsy, fue uno de los principales impulsores de esta tarea con su equipo Ankalazao ny Tompo (Alabado sea el Señor). Llevó a cabo no sólo la composición de un equivalente del breviario, Vavaka inab’andro, sino también un cuerpo considerable de himnos y cánticos, conocidos bastante bien de memoria y cantados en toda la isla, incluyendo las parroquias. Las comunidades monásticas, aunque han utilizado esta recopilación en determinadas ocasiones, han compuesto sus propios libros de oración en fidelidad a sus propias tradiciones. Hasta el día de hoy algunos continúan recitando Vigilias en francés, mientras que otros celebran toda la liturgia en malgache.
Rara vez se utiliza la música tradicional (tambor y valiha). En cambio, existe una recopilación en malgache para las celebraciones de Pascua, Domingo de Ramos y Pentecostés y libritos para los demás tiempos.
b) La observancia
No se distinguen mucho de lo que se vive en Francia. La ascesis es la misma. Las comidas son en todas partes bastante frugales, combinando costumbres malgaches y occidentales. El hábito monástico tradicional se lleva en todos nuestros monasterios sin dificultad alguna. Sin embargo, hay que prestar más atención a los ritos tradicionales, en particular cuando muere un hermano o una hermana. Aquí se aprecia mucho la calidad de las relaciones humanas, el buen entendimiento entre vecinos (Fihavanana), que implica también una real solidaridad. Por ello, el silencio es quizás más difícil de observar, ya que se privilegia la relación directa, en una tradición todavía muy oral. En general, la sociedad malgache sigue estando caracterizada fuertemente por numerosos ritos y costumbres, lo que sin duda ayuda a los recién llegados a entrar en las observancias monásticas.
c) La incorporación
Durante mucho tiempo fue lenta, especialmente entre los monjes. Sin embargo, se produjo o se está produciendo un cambio, y nuestros miembros efectivos se distribuyen entre 25 y 35. Hace diez años nuestros hermanos de Maromby enviaron algunos hermanos a las islas Seychelles para abrir una casa anexa al monasterio de Fianarantsoa, actualmente con cinco hermanos. En cuanto a las hermanas, aparte de Ambositra con unas treinta hermanas, cada una de las comunidades tiene una docena de hermanas. La incorporación es principalmente local, y normalmente es necesario el nivel educativo del bachillerato, con algunas excepciones. En un país en el que la economía tiene dificultades para desarrollarse, es esencial un discernimiento prudente y delicado de las vocaciones. Debemos recordar que en la costa el cristianismo es todavía muy reciente, lo que explica también la relativa escasez de las vocaciones y la falta de perseverancia. Con la ampliación y la prolongación de la escolaridad, el tipo de incorporación ya está cambiando, sin duda a favor de vocaciones mejor formadas y de mentes más afinadas. En la actualidad la priora de Ampibanjinana es francesa y en Mahitsy quedan aún dos hermanos franceses.
d) La formación
Aparte de la formación normal de todos los noviciados, en los años 2000 se hizo un gran esfuerzo para establecer un studium monástico con el apoyo de la AIM, a ejemplo del STIM, compartido por nuestros seis monasterios. Varios monjes y monjas enseñan o han enseñado allí, así como varios profesores del seminario. Mahitsy ha logrado mantener su propio estudio de teología desde la década de 1990. No dudamos en enviar a jóvenes monjes a estudiar a Francia, como también al Instituto Católico de Madagascar, así como a un ciclo de estudios para formadores religiosos. Mahistsy también tradujo al malgache un gran número de textos de la tradición monástica antigua y contemporánea[1].
e) La economía
Aunque en general es estable, algunos monasterios tienen problemas. Nuevamente, tienen poca diferencia con nuestros monasterios franceses: agricultura, explotación del bosque, vino y licores, confitería, galletas o queso, artesanía local, una pequeña librería religiosa. El monasterio de San Juan Bautista en la turística bahía de Diego también recibe la visita de muchos turistas que valoran la presencia de una comunidad monástica acogedora.
f) La inserción en la Iglesia local
Este vínculo es más importante en Madagascar que en Europa. Esto se manifiesta en la participación en las celebraciones y en encuentros diocesanos y en una cordial relación con nuestros pastores, que habitualmente aprecian y respetan nuestro carisma monástico. Nuestras hospederías suelen ser muy frecuentadas, especialmente cerca de las grandes fiestas litúrgicas. Destacamos también la existencia de un encuentro de superiores monásticos de la isla, que desde hace algunos años se ha extendido a carmelitas y clarisas. Se celebra cada dos años, incluyendo no sólo los encuentros entre superiores, sino también un tiempo de formación.
g) La insularidad
Un último rasgo que cabe mencionar es el relativo aislamiento de nuestros monasterios, debido en parte a la lejanía geográfica de Madagascar (a más de 9.000 km de Francia) y sin conexiones fáciles con los países africanos. Subrayamos que la cultura y la mentalidad malgaches no tienen mucho que ver con las culturas africanas, aunque se pueden encontrar algunos puntos de semejanza. En muchos sentidos están más cerca de una mentalidad asiática. Los antepasados lejanos de una parte importante de la población malgache, en particular en la región de Antananarivo y más allá, son originarios de la Polinesia, y conservan rasgos físicos, culturales y lingü.sticos. Por lo tanto, no es sorprendente que en la cultura local se encuentren todos los elementos característicos de la insularidad, que no contribuyen en gran medida a una verdadera apertura y a intercambios fecundos, por consiguiente, avances culturales tanto como económicos. Cabe señalar que la estancia, para estudios o complemento de formación monástica de algunos hermanos y hermanas en nuestros monasterios franceses, así como las reuniones (entre otras, Anania, Santa Ana) contribuyen a que las cosas vayan evolucionando.
h) El futuro
Es cierto que casi todas nuestras comunidades están compuestas por una abrumadora mayoría de hermanos y hermanas malgaches. Esto significa que el trabajo de inculturación avanza lento pero seguro. Las costumbres evolucionan según los cambios de mentalidad, la composición de las comunidades, la personalidad de los superiores y la calidad de su entorno. El momento difícil es siempre cuando los hermanos o hermanas locales ocupan los puestos principales de autoridad en las comunidades. Hasta entonces, los fundadores, sus sucesores y las costumbres de la casa madre, proporcionan un marco de referencia o incluso un criterio de discernimiento; por lo tanto se produce un diálogo entre la Regla, la tradición monástica y el espíritu del superior y de la comunidad en el lugar en el que se vive. La experiencia ha demostrado que a menudo se trata de una etapa delicada, con iniciativas a veces torpes, experimentaciones necesarias y una maduración de las mentalidades y profundización de la vocación monástica. Se trata de un cambio indispensable que el mismo san Benito y toda comunidad han conocido. Se trata de traducir un ideal, una vocación en las circunstancias concretas de la vida. La Regla, las Constituciones y la tradición monástica están todas allí, pero no bastan para organizar los mil y uno aspectos de la vida diaria en comunidad en el día a día.
Una tarea a la vez delicada y apasionante, una responsabilidad que nadie puede asumir en lugar de otro. En efecto, se trata de la transmisión de un carisma y de la puesta en el mundo de un niño: alimentado, formado, animado por sus padres, y antes incluso de que haya alcanzado la edad adulta, le corresponde tomar su vida en sus propias manos y seguir adelante, confiando en el amor del Señor, que nunca le faltará. La imagen más justa de este misterioso proceso es sin duda la del grano sembrado en tierra. Fecundado por un rincón de tierra único por sus características, la planta que va a germinar, dar su flor y finalmente su fruto será a la vez similar a la semilla, de una misma naturaleza, y legítimamente diferente, marcada con sus propios componentes. Esta es una ley natural, sin duda querida por el Creador, para dar lugar a una infinita variedad no sólo de formas y colores, todos más hermosos unos que otros, sino también de sabores, perfumes y cualidades de infinita riqueza. En realidad, esta asombrosa metamorfosis nos sitúa en el corazón del misterio pascual, porque nada de este parto, que finalmente dará gloria a Dios y salvará al mundo, puede suceder si no muere primero la semilla[2].
En conclusión, se puede decir que en Madagascar estamos viviendo un momento crucial en el que nuestra vocación única de “buscar a Dios” en la vida monástica, va a tener que expresarse plenamente y sin duda enriquecerse también, a través de la cultura local, en los corazones de monjes y monjas que tendrán que traducirla según su propia gracia y la de su pueblo.
[1] Actualmente disponibles, gracias a la ayuda del AIM: la vida y la Regla de san Benito, una vida de san Benito en cómics y una selección temática de Apotegmas.
[2] El verdadero misionero que fue el padre Carlos de Foucauld ha descubierto progresivamente esta ley evangélica dejándola inscribirse hasta en su carne.
Padre Alwin Schmid
10
Arte y cultura
Padre Cyrill Schäfer, osb
Monje de Saint-Ottilien (Alemania)
P. Alwin Schmid (1904-1978)[1],
pionero de la construcción de iglesias modernas en Corea

En Corea del Sur, en una iglesia católica, es probable que se sienta gratamente impresionado por la arquitectura simple, elegante y moderna. Esto también se aplica a los edificios religiosos y a los centros parroquiales. Dom Alwin Schmid, benedictino de Münsterschwarzach, Baviera, pasó la mayor parte de su vida en Corea. Fue un pionero de la construcción de edificios religiosos.
Nacido en 1904, en el sur de Alemania, en el seno de una familia numerosa que incluía muchos profesores, se sintió atraído desde su juventud por las disciplinas artísticas. Estudió Artes plásticas, sucesivamente en Munich, Berlín y Viena, en ambientes en diálogo con la modernidad, durante los años tumultuosos que marcaron el inicio de la Primera Guerra Mundial.
En 1931 entró en el monasterio de Münsterschwarzach. Sus años de formación monástica no fueron pacíficos debido a su simpatía con los escritos de Nietzsche y su aversión o al menos escepticismo hacia lo que consideraba la esclavitud del clericalismo tradicional. Sin embargo, se embarcó en el estudio de la teología en Würzburg en los años 1933- 1937. Fue ordenado sacerdote en 1936. En mayo de 1937 fue enviado como monje misionero al norte de China, a la región de Yanji, donde los misioneros benedictinos tenían la responsabilidad pastoral. A pesar que el vicariato apostólico de Yanji estaba bien localizado en la China continental, los cristianos de esta región eran en su mayoría emigrantes coreanos. Puesto que Manchuria, al norte de China, estaba en ese momento bajo ocupación japonesa, los misioneros de Yanji necesitaban aprender tres idiomas asiáticos a la vez, chino, coreano y japonés.
A su llegada a China, Dom Alwin se vio inmerso en una apasionada actividad misionera. En aquella época el celo apostólico era tan ferviente que, en el momento de la brutal interrupción de 1945, habían sido fundadas no menos de 25 parroquias. Poco después de su llegada, recibió el encargo de una parroquia, pero debido a sus limitaciones lingü.sticas, su ministerio sacerdotal fue francamente insatisfactorio. Paralelamente a sus actividades pastorales, Dom Alwin se dedicó a concebir y diseñar varias iglesias parroquiales, consiguiendo combinar de manera original elementos del “modernismo” o Jugendstil con la arquitectura clásica tanto europea como asiática. En mayo de 1946 los soldados del nuevo gobierno comunista arrestaron a todos los monjes, quienes fueron condenados y enviados a campos de trabajos forzados bajo el cargo de presunta colaboración con los antiguos ocupantes japoneses. Dom Alwin fue liberado en 1949 y regresó a Alemania.
De regreso a Münsterschwarzach, el padre Alwin trabajó como profesor de artes plásticas en el colegio de su monasterio durante doce años, precisamente en la época del gran movimiento litúrgico que lo entusiasmaba. No pudo dar rienda suelta a sus aptitudes artísticas porque sus obras eran percibidas en un estilo de vanguardia, en una época en que la restauración más que la novedad estaba de moda. En el plano arquitectónico, en una Alemania del Este devastada por la guerra, donde todo estaba por reconstruirse, estuvo fuertemente influenciado por dos grandes figuras de la arquitectura: Rudolf Schwarz (1897- 1961), en Colonia, y Hans Schädel (1910-1996) en Würzburg, dos arquitectos que introdujeron la modernidad en la construcción de las iglesias, tanto en Renania como en el sur de Alemania.

Mientras tanto, los misioneros benedictinos, expulsados del norte de China y de Corea del Norte, fundaron un nuevo monasterio en Corea del Sur, en Waegwan, cerca de la gran ciudad portuaria de Daegu. El padre Alwin recibió en 1958 la misión de diseñar y realizar una nueva iglesia parroquial.
Esto fue, por así decirlo, el comienzo de su carrera, porque este encargo fue seguido por muchos otros. El padre Alwin se trasladó al monasterio de Waegwan en diciembre de 1961 y abrió una oficina de arquitectura. No sólo se le encargó la construcción de edificios religiosos, sino que también tuvo que diseñar su decoración, la elaboración de frescos, altares, esculturas, etc. En los años 60, cuando la Iglesia coreana despegó, el padre Alwin tuvo que afrontar varios proyectos simultáneamente. Para las formas arquitectónicas, adoptó la estructura de las iglesias modernas desde el Vaticano II, que se encuentran en particular en Rudolf Schwarz, pero supo adaptarla a la realidad de Corea del Sur. Como el presupuesto era a menudo escaso, buscó soluciones más económicas. Estaba dispuesto a ajustar el modelo de las iglesias a su entorno paisajístico. Hasta 1978, el mismo año de su muerte, todavía tenía la responsabilidad de la construcción de siete iglesias al mismo tiempo.
Durante su ministerio en Corea, el padre Alwin diseñó 85 edificios religiosos: iglesias, centros parroquiales, monasterios y capillas. Las salas que construyó, luminosas, sencillas y funcionales, manifiestan evidentemente su teología de la “comunión”. Todos los asientos están orientados hacia el altar. ¿Cómo? Por la disposición interior en forma de abanico u oval. La distancia entre el altar y el espacio comunitario se minimiza lo más posible; además, el altar no está estructuralmente separado de la asamblea que celebra. Las fuentes bautismales se dirigen hacia el centro, mientras que el tabernáculo se encuentra ligeramente en retirada. El ambiente general es acogedor y familiar, bañado en una armonía de luz. Para ello, el padre Alwin combina hábilmente elementos simétricos y asimétricos. Los visitantes se sienten intencionadamente acogidos. El mobiliario en las iglesias es francamente sobrio. Las formas geométricas permanecen abstractas para preservar esta impresión de “santa sobriedad”.
Los edificios se construyen según una modulación suelta y aérea, que lleva a una cierta discreción, modestia, excluyendo en todo caso el peso majestuoso, como también la exhibición triunfalista percibida como una amenaza aplastante. En la estructura interior, las líneas transparentan la solvencia litúrgica de un monje que domina perfectamente la acción litúrgica y sabe guiar el ojo y establecer un vínculo de funcionalidad entre la sacristía y el espacio que rodea el altar. La preocupación pastoral del artista es patente en la integración armoniosa de los espacios previstos para las actividades parroquiales, vinculados de modo original a la iglesia misma. Por otra parte, la iglesia puede también ser parcialmente transformada a propósito, para servir a actividades no directamente cultuales. Según la concepción teológica del padre Alwin, la “casa de Dios” no se construye exclusivamente para servir con fines sacramentales; es también un centro para albergar diversas actividades de la comunidad parroquial.
En la actualidad, un número bastante considerable de iglesias construidas por el padre Alwin han sido demolidas, es más económico construir un nuevo edificio que adaptar edificios antiguos a las normas modernas. Sin embargo, cabe señalar el papel esencial desempeñado por estas construcciones en Corea; permitieron pasar de una forma de iglesia percibida como una “administración” a la edificación de una comunidad viva de creyentes. En el fondo, la arquitectura religiosa del padre Alwin permitió sin duda que la liturgia llevada por el soplo del Vaticano II entrara decididamente en Corea. ¿Es el fruto del trabajo del padre Alwin o de los grandes principios teológicos? En cualquier caso, la Iglesia coreana contemporánea ha tenido una irradiación absolutamente excepcional.

[1] En 2016, la editorial EOS Verlag Sankt Ottilien publicó una versión digital en alemán del libro de Jung Shin Kim, profesor de arquitectura en la Universidad Dankook (Corea del Sur): Church Architect Alwin Schmid, ©Benedict Press, Waegwan, Corea 2007. La edición alemana está disponible en la página web https://eos-verlag.de. El padre Cyrill, miembro del equipo del Boletín de la AIM, nos ofrece aquí un resumen.
Encuentro de la Asociación Benedictina de Asia
Oriental y Oceanía (BEAO)
11
Noticias
Padre Jean-Pierre Longeat, osb
Presidente de la AIM
Encuentro de la Asociación Benedictina de Asia
Oriental y Oceanía (BEAO)
El último encuentro de la Asociación Benedictina de Asia Oriental y Oceanía tuvo lugar del 26 al 29 de noviembre de 2018 en Taiwán. Asistí con el padre Mark Butlin, monje de Ampleforth (Inglaterra) y miembro del Equipo Internacional de la AIM. Desde allí, después de la reunión hicimos una gran gira por China continental: Beijing, Jilin, Changdou, Shanghai, terminando en Hong Kong y finalmente para el padre Mark en Macao.
La reunión tuvo lugar en la casa de las hermanas benedictinas de Danshui, cerca de Taipei. Esta comunidad fue fundada por el monasterio de San Benito, San José, Minnesota.

Estas hermanas siguieron el ejemplo de los monjes de San Vicente de Latrobe que se establecieron en Beijing en 1925 para fundar la Universidad Fu Jen. Asimismo, establecieron en Beijing un colegio para mujeres en el marco de esta universidad Fu Jen. Estuvieron activas allí hasta que los hermanos dejaron la dirección de la universidad. Las hermanas permanecieron en el lugar hasta 1935, cuando se trasladaron a Kaifeng.
Se enfrentaron al conflicto chino-japonés atendiendo a los chinos heridos y ayudando a los refugiados. Una vez que los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial las hermanas fueron enviadas a un campo de concentración desde marzo de 1943 hasta el final de la guerra en 1945. Volvieron a Kaifeng para retomar sus actividades hasta 1948, cuando los comunistas tomaron la ciudad.
Las hermanas tuvieron que huir primero a Shanghai, luego a Taiwán en 1949. Allí enseñaron en una escuela, pronto fueron invitadas a enseñar inglés en la Universidad nacional de Taiwán en Taipei. La comunidad incorporó a la población local y fueron capaces de comprar la propiedad donde están hoy. Construyeron un monasterio y un orfanato. Posteriormente transformaron el orfanato en un centro de retiro, que desde entonces ha sido muy activo. La comunidad está compuesta por una docena de hermanas, y en la actualidad hay un grupo de postulantes y novicias vietnamitas.
El martes 27 de noviembre comenzó la presentación de las comunidades en la reunión. Hubo unos treinta participantes, superiores de comunidades monásticas de Filipinas, Corea, Taiwán, Australia, Japón y Vietnam. Ese día escuchamos la presentación de los monasterios de Filipinas y Corea; la noche anterior, había comenzado esta ronda de presentaciones con Australia. Fue un impresionante exposición de las diversas realidades. Cada comunidad presentó un power point o video sobre su historia y situación actual. En estos dos países, cada vez más preocupadas por la disminución de vocaciones, siguen floreciendo comunidades.
La Eucaristía fue presidida por el Encargado de negocios de la Nunciatura en Taiwán, monseñor Sladam Cosic, bosnio nacido en Croacia. La presentación de las comunidades de Japón, Vietnam y la isla de Taiwán continuó por la tarde. Después de la cena hubo talleres sobre diferentes materias: la vida y los temas de las comunidades contemplativas, la vida monástica y los nuevos medios y redes sociales, las crisis de la mediana edad, la Iglesia en China.
El miércoles 28 de noviembre comenzó con una presentación del Abad primado sobre algunos aspectos de la vida benedictina contemporánea. Luego vino la presentación de la AIM, realizada en conjunto con el padre Mark Butlin.
Por la tarde tuvimos dos charlas, una presentación sobre la historia de la Iglesia Católica en Taiwán por el profesor Francis So.
La presencia cristiana en la isla comenzó en el sur con la llegada de los holandeses a partir de 1624. El número de cristianos evangélicos era de 70.000 en 1643. Una primera misión católica de los dominicos llegó al norte en 1626. Para 1639 había 4.500 católicos en Taiwán. La isla fue gradualmente cedida a los holandeses hasta 1642. En 1662 el rebelde chino Koxinga conquistó la isla y prohibió el cristianismo hasta que fue derrocado por la dinastía Manchú en 1683. El cristianismo quedó prohibido. La evangelización de la isla se reanudó en 1859 con los misioneros dominicos europeos procedentes de China. El Convenio de Pekín, impuesto por los occidentales en 1860, abrió los puertos de Formosa a los extranjeros, permitiendo la llegada de misioneros de diversas confesiones cristianas. La Iglesia presbiteriana fue la que tuvo mayor desarrollo. Con la cesión de Taiwán de nuevo a Japón en 1895 la Iglesia presbiteriana fue la única corriente autorizada y alentada por el nuevo poder, consciente de los beneficios que los misioneros podrían traer. A partir del año 1910, la diversidad cristiana volvió a practicarse.

El establecimiento de la primera diócesis data de 1913 como Prefectura Apostólica. Dependía del arzobispo de Tokio de una manera muy política para controlar la influencia de China. En 1945, cuando Taiwán contaba con unos 10.000 fieles y 15 sacerdotes, la presencia japonesa cedió ante los nacionalistas chinos. La llegada con fuerza del partido nacionalista chino y la retirada de Chiang Kai-shek a la isla en 1949, llevaron a la instauración de un régimen totalitario durante algunas décadas. Este régimen fue dando paso a una democracia que funciona.
Así, en 2007, para una población total de unos 23 millones de habitantes, la Iglesia Católica en Taiwán contaba oficialmente en sus registros con 300.000 fieles, 15 obispos para 7 diócesis, 670 sacerdotes y 1 100 religiosos y religiosas. En comparación, en Hong Kong, con una población de 7 millones de habitantes (un tercio), sólo hay una diócesis compuesta por unos 250.000 católicos, dos obispos, 300 sacerdotes y 600 religiosos. Actualmente, la población cristiana de Taiwán es de 3,5%.
Sería bueno para aquellos que sueñan con una conversión masiva de China. una vez que se libere del mal del comunismo, observar más de cerca la sociedad taiwanesa, que es muy china, rica, libre y democrática, evangelizada durante siglos… pero todavía bastante impermeable al cristianismo.

La segunda intervención fue la del señor. Chen Chien-Jen, vicepresidente de la República de China, como se designa el régimen de Taiwán. Su conferencia se tituló: “Mi experiencia como católico en el servicio del gobierno y las relaciones de Taiwán con Filipinas y Corea del Sur”. Es un investigador en ciencias médicas que ha contribuido a promover la protección contra las enfermedades virales y que fue reconocido rápidamente para desempeñar un papel político. Ha sido respetada su pertenencia a la religión católica y su intervención fue un testimonio alentador. También habló de las relaciones con los países hermanos Filipinas y Corea, lo que fue muy interesante para los participantes de esos países en nuestro encuentro.
Después de la cena, hubo talleres sobre:
– los benedictinos y las benedictinas y el mundo de la educación,
– los oblatos benedictinos como laicos asociados,
– una posible cooperación entre las comunidades monásticas del este asiático y de Oceanía, especialmente Australia.
Cada reunión de la BEAO incluye una jornada de descubrimiento de algunas características locales. El jueves 29 de noviembre visitamos la Universidad Católica de Fu Jen en Taipei, y especialmente la Facultad de Teología y el nuevo hospital. La universidad está dirigida por los jesuitas. Originalmente fue fundada en Pekín como la Academia Fu Jen por un grupo de monjes benedictinos, convirtiéndose en universidad dos años más tarde. Los Siervos del Verbo Divino tomaron la administración de la universidad en 1933; siendo integrada en la Universidad de Beijing en 1952. Ese año se trasladó a Taiwán por decisión de la Conferencia Episcopal y de la Congregación de los Siervos del Verbo Divino y de la Compañía de Jesús. Hoy es una universidad floreciente, reconocida a todo nivel.
Por la tarde visitamos el Museo del Palacio donde descubrimos los maravillosos esplendores del arte chino en porcelana, jade y bronce. El día terminó con una velada festiva en la que cada grupo cantó una canción como eco de sus características.
Con esta fiesta terminó el encuentro, fue un buen momento de acercamientos, descubrimientos y colaboración, muy bien preparado por el hermano Nicolás Koss, actual presidente, prior de la comunidad de Wimmer en Taipei y profesor de literatura comparada en Pekín.

La mañana del 30 de noviembre Dom Mark y yo salimos con Nicholas Koss para visitar el priorato de Wimmer.
El monasterio fue fundado por la abadía de San Vicente de Latrobe, Estados Unidos en 1964. Nunca han sido más de seis o siete monjes, muchos de los cuales son profesores en la universidad. Este priorato es la continuación del establecimiento que dio lugar al nacimiento de la Universidad Fu Jen en Pekín. Luego de su traslado a Taipei, la comunidad continuó, aunque los monjes de San Vicente ya no eran los responsables. Esta comunidad sigue siendo un valioso testimonio en el corazón de la realidad asiática. Está inscrita en una red de relaciones internacionales en el corazón de la realidad local, incluida la China continental.
Nuestro viaje nos llevó a la China continental: Pekín, Manchuria, Sichuan y Shanghai. Un eco de este viaje se dará en el próximo número. Terminamos nuestro viaje en Hong Kong, en la comunidad de Lantao y las Hermanas Trapenses de Macao, a quienes el padre Mark visitó, mientras que yo regresé a Francia, profundamente marcado por los múltiples encuentros, que me permitieron comprender mucho mejor el contexto chino y sus relaciones con la Iglesia católica y el monacato.
Dialogo Monástico interrreligioso
12
Noticias
Padre William Skudlarek, osb
Secretario general
Dialogo Monástico interrreligioso
Del 14 al 19 de octubre de 2018, en el monasterio budista Fo Guang Shan de Kaohsiung, en Taiwán, tuvo lugar el primer diálogo internacional entre monjas budistas y católicas. El principal patrocinador de este encuentro, que reunió a más de 70 monjas budistas y católicas de Asia, Europa y las Américas, fue el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. El CPDI pidió al DIM-MID que copatrocinara la reunión. En este período de reuniones estuvo presente una delegación de 14 monjas de nueve países (Japón, Corea, Filipinas, India, Alemania, Italia, Noruega, Brasil y Estados Unidos). La mayoría de ellas participaban por primera vez en un encuentro interreligioso. Es destacable la valiosa contribución de todas a este histórico encuentro. Lamentablemente, no pudo participar ninguna monja de África o de Taiwán. En el sitio web del DIM-MID (https://dimmid.org/) pueden encontrar una breve información sobre la reunión. Contiene un enlace a la declaración final de la reunión publicada por Vatican News.
Los acontecimientos más recientes del DIM-MID fueron el simposio del Instituto Monástico, sobre Thomas Merton, celebrado en San Anselmo en junio, y una conferencia en la Universidad de Georgetown en septiembre sobre “Las orientaciones futuras del diálogo interreligioso”, durante el cual el padre William Skudlarek hizo una presentación acerca del papel que el DIM-MID ha desempeñado en el diálogo entre la experiencia y la práctica espiritual.
Noticias de la CIB
13
Noticias
Hermana Thérèse-Marie Dupagne, OSB
Priora de Notre-Dame d’Hurtebise (Bélgica)
Noticias de la CIB
He aquí algunos puntos que han animado al mundo benedictino femenino durante este año.
En su último simposio, celebrado en Roma en septiembre de 2018, la CIB experimentó un cambio de moderadora y de parte del consejo de administración. La hermana Lynn Mckenzie fue elegida para suceder a la hermana Judith Ann Heble.
El documento romano Cor Orans, por supuesto, ha ocupado la atención y movilizado energías para ver cómo responder mejor a él. El llamado para trabajar más estrechamente en grupos es una buena noticia, especialmente para los monasterios más aislados. Pero hay que reconocer que muchos monasterios ya formaban parte de redes de colaboración más o menos jurídicas, más o menos cercanas y más o menos efectivas. Es muy bueno el llamado a reagruparse o afiliarse, sin embargo ¿no es ya demasiado tarde para un número grande de monasterios muy frágiles?
Por otra parte, las comunidades que podrían ayudar incluso modestamente a otras más probadas, ¿son suficientes para hacer frente a tal exigencia, especialmente en el hemisferio norte? En todo caso, sería peligroso, como se ha mencionado, que Roma se atribuyera autoridad para vincular determinadas comunidades a las federaciones existentes, sin que éstas pudieran dar su punto de vista.
Frente a la propuesta de formar federaciones, la tendencia benedictina sería más bien reagruparse en congregaciones con una presidenta, su consejo y el capítulo general. La autoridad federativa se divide en una asamblea federada, una presidenta federada y el obispo. La mayoría de los monasterios se ha puesto en marcha: algunos para revisar los estatutos de su federación o congregación, en función de lo que pide Cor Orans; otros refuerzan su vínculo con la congregación masculina a la que pertenecen, sin los inevitables riesgos de clericalismo que esto puede implicar y que varias congregaciones intentan resistir. Algunas comunidades han preguntado a las congregaciones monásticas masculinas a las que estaban asociadas, si era posible incorporarse a esas congregaciones.
Algunas federaciones, en Italia y España, ya estaban en camino de transformar su estructura en la de una congregación, y continúan su trabajo de revisión de las constituciones para adaptarlas a Cor Orans.
Algunas comunidades han decidido fundar una nueva: por ejemplo, once monasterios europeos han elegido unirse para fundar una nueva congregación benedictina femenina. Algunos monasterios aislados se plantean muchas preguntas… Hay países, como Sri Lanka, donde no es fácil encontrar monasterios para formar una federación o una congregación, y asociarse con otros para hacer posible intercambios y colaboración. En resumen, se está trabajando con creatividad para encontrar soluciones en función de las diversas situaciones.
Un punto que se plantea es la prolongación sistemática del tiempo de formación. La posibilidad de un período de formación más largo ya existe en nuestras constituciones, pero que esta extensión sea automática parece inadecuado sobre todo en Occidente, donde las candidatas llegan en su mayoría, más mayores,. Esperamos que se pueda encontrar una solución.
Otro punto preocupante son las pequeñas comunidades: ciertas comunidades que ya pertenecen a una congregación, con pocos miembros (pero que han estado en esta situación durante mucho tiempo) tienen miedo de verse obligadas a cerrar, a pesar de que han establecido una forma de vida, respetuosa de su pequeño número, testimoniando todavía un modo de vida auténticamente monástico donde se encuentran. Paralelamente, el límite de quince años para decidir la autonomía de una fundación o su cierre parece realmente demasiado corto y ¿por qué esta regla solo para las monjas?
El tema de la clausura, que suscitó gran inquietud cuando se recibió el cuestionario de la CIVCSVA hace cuatro años, no parece ser el problema en la actualidad. Se expondrá claramente la opción de cierre.
Mayoritariamente las benedictinas se reconocen en Perfectae caritatis, artículo 9 (relativo la “venerada institución de la vida monástica”) y no en Perfectae caritatis 7 (Los Institutos destinados por entero a la contemplación). Lamentan la frecuente confusión a este respecto.
Es evidente que en el futuro la estructura misma de la CIB, formada actualmente por 19 regiones, basado en la situación geográfica, podría evolucionar, ya que estará formada por monasterios agrupados en congregaciones y federaciones. Es evidente, que para que una organización mundial pueda hacer un buen trabajo, es necesario que el nivel local, regional, esté también organizado. En nuestras reuniones, como el simposio, se ve claramente cómo las preocupaciones difieren según los continentes.
La hermana Scholastika Häring, especialista en derecho de las monjas, es una importante ayuda para la CIB. Escribió su tesis sobre la historia de la CIB y el derecho de las monjas, la tesis, escrita en alemán, ha sido traducida al inglés.
El abad Gregory Polan, en sus palabras de acogida a la apertura del simposio, se refirió a la crisis que atraviesa actualmente la Iglesia, a causa de la revelación de numerosos abusos cometidos por miembros de la Iglesia. Hemos acogido con beneplácito esta declaración sincera. En algunos continentes se cometen también problemas de abuso, especialmente contra las religiosas. Este tipo de problema se ha identificado y se han creado estructuras para evitar estas desviaciones, por lo que estamos agradecidas. Sin embargo, tememos que aún no haya salido todo a la luz, y que aún no se hayan resuelto otras situaciones de este tipo. Si los monasterios masculinos experimentan a veces el dolor de descubrir que uno o más miembros han tenido comportamientos abusivos, los monasterios femeninos se enfrentan con mayor frecuencia a la situación de acompañar entre sus miembros a víctimas de antiguos abusos. Todo ello requerirá sin duda una reflexión seria.
Un motivo de esperanza, es que los nuevos miembros de nuestras comunidades presentes en el Simposio, compartieron sus reflexiones sobre la acogida. Nos describieron la difícil situación política en muchos países y explicaron lo que significa para ellas y para sus comunidades estar del lado de los pobres, con valentía y sabiduría. Nos dieron testimonio de su anhelo de ser testigos de esperanza en el corazón de este mundo.
La publicación de Cor Orans, el tema de los abusos cometidos contra las religiosas en ciertos países, el Sínodo para los jóvenes, cada uno plantea de diferentes maneras preguntas sobre el lugar de las mujeres en la Iglesia. Hay ciertamente aquí una oportunidad seria para concebir un nuevo monacato en la Iglesia.
