Ley y Vida
Boletín AIM - No. 128, 2025
Contenido
Editorial
Dom Bernard Lorent Tayart, OSB, Presidente de AIM
Perspectivas
• Actualización de las Constituciones
P. Aitor Jiménez Echave
• Revisión de los textos jurídicos de la Congregación Benedictina Subiaco-Casinense
Dom Étienne Ricaud, OSB
• La CBI
Hna. Lynn McKenzie, OSB
• La Federación de Nuestra Señora del Encuentro
Hna. Thérèse-Benoît Kaboré, OSB
• Estatuto de Acompañamiento a Comunidades
Frágiles y de Supresión de un Monasterio
Texto Oficial de la OCSO
• Preguntas a dos nuevos Presidentes de Congregación
Dom Bernard Lorent Tayar, OSB
Testigos
Autoridad y Libertad
Hno. J.B. Donleavy, Dom J. George, OSB
Reflexiones
Reflexiones sobre la presencia/ausencia de los monjes en la vida de la Iglesia en la actualidad
Manuel Nin i Güell, OSB
Una página de Historia
El Concilio de Nicea
Dra. Jérôme de Leusse
Grandes figuras de la vida monástica
Dom Kevin O´Farrell
Dom David Tomlins, OCSO
Grandes figuras de la vida monástica
• Abadía de Monserrat: 1000 años
P. Bernat Juliol, OSB
• Bodas de Oro de la ISBF
P. James Mylackal, OSB
• Bodas de Plata del Monasterio de Teok
P. Sibi Joseph Vattapara, OSB
• Dom Javier Aparicio Suarez
Información sobre Santa Otilia
• La Comisión para China
Dom Bernard Lorent Tayart, OSB
Editorial
Este nuevo número del Boletín de AIM refleja la continua evolución de la vida monástica en todo el mundo. La vitalidad de los monjes y monjas se apoya en la reglamentación para el bien común, razón por la cual este número se titula «Ley y vida», ya que la vida, como sabemos, siempre precede a la ley.
Un aspecto nuevo en la actualidad es la evolución de la solidaridad entre monasterios. Bajo el impulso de Cor Orans (en lo que se refiere a las monjas), surgen nuevas federaciones o nuevas congregaciones, que toman bajo su cuidado comunidades aisladas o frágiles y comprometiéndolas en nuevas iniciativas. Esto también se refleja en la ley mediante la adaptación de las Constituciones, como puede verse, por ejemplo, en el caso de la Congregación Subiaco Casinense.
En esta edición, escuchamos también a dos presidentes de congregación, recientemente elegidos (Santa Otilia y Subiaco Casinense). Dos testimonios abordan la cuestión del lugar de la vida monástica en la Iglesia, a veces demasiado «ausente» y siempre necesitada de renovación. ¿Cómo no hacerse eco también en este Boletín del jubileo del Concilio de Nicea, que tanto marcó la emergencia y el desarrollo de la vida monástica en el contexto fecundo y vibrante del siglo IV? La evocación de una gran figura de la vida monástica es siempre estimulante: la de Dom Kevin O'Farrell, primer abad del monasterio trapense de Tarrawara (Australia), es un ejemplo. Por último, este número contiene noticias de todo el mundo. A título personal, dos viajes recientes me permiten destacar la vida monástica y la educación de los jóvenes.
El primero fue a Nairobi, en Kenia, para preparar el II Congreso Africano sobre Educación Católica, que tendrá lugar en noviembre de 2025. Fue una excelente oportunidad para reunirse con las autoridades académicas de las tres universidades católicas: la Universidad de las Conferencias Episcopales de África Oriental, el Instituto Jesuita y la Universidad de Tangaza, dirigida por un consorcio de 22 congregaciones religiosas. Los benedictinos están bien representados por el P. Edward Etangu, director de la casa de estudios de Santa Otilia y rector de la Universidad de Tangaza. No podía faltar una visita a la comunidad de hermanas de Tutzing y a la Madre Priora Rosa Pascal; una comunidad muy acogedora de unas veinte hermanas que dirigen una escuela muy reputada en Nairobi.
El segundo viaje fue a Bangalore (India), al monasterio de Asirvanam, donde se celebraba el 50 aniversario de los encuentros de superiores indios y de Sri Lanka. Los monjes de Asirvanam son responsables de una importantísima institución educativa con varios miles de alumnos, desde la edad preescolar hasta la universidad.
San Benito comparó el monasterio con una escuela del Señor. Muchas de nuestras comunidades encarnan esta imagen dedicándose a la educación y la enseñanza. Podemos lograr grandes cosas, pero también debemos asegurarnos de que nuestras escuelas sean santuarios donde los jóvenes estén seguros, porque el peligro de abuso puede venir tanto de fuera como de dentro. Los protocolos de protección (safeguarding) deben ser una de las principales preocupaciones de todos y cada uno de nosotros, y es bueno que no solo nuestros colegios benedictinos, sino también todos nuestros lugares de acogida, estén a la vanguardia en esta lucha contra los abusos.
El Papa Francisco ha vuelto al Padre después de 12 años de un pontificado fructífero, dejando su huella en la Iglesia a través de la misericordia, sinodalidad, la ecología y el diálogo interreligioso. Su sucesor, el Papa León XIV, comenzó con las palabras del propio Cristo resucitado: «La paz esté con vosotros». Muchas partes del mundo están en guerra, y nuestras comunidades monásticas están en primera línea, trabajando junto a las poblaciones que sufren. Esta palabra de Cristo, pronunciada por nuestro nuevo Papa, debe haberles reconfortado en sus continuos esfuerzos por ser artesanos de paz, acogida y oración. Renovemos nuestra comunión entre comunidades y con nuestro nuevo Papa.
Dom Bernard Lorent Tayart,
Nuevo Presidente de AIM
Articulos
Actualización de las Constituciones en las Congregaciones Religiosas
1
Perspectivas
Père Aitor Jimenez Echave
Subsecretario del Dicasterio para la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica
Actualización de las Constituciones en las Congregaciones Religiosas
Resumen de la intervención del P. Aitor Jiménez Echave en el Capítulo General de la Congregación Subiaco-Casinense (septiembre 2025).
- Todo proceso de modificación y “aggiornamento” de las Constituciones viene impulsado por los cambios en la vida humana, en el individuo, en la sociedad y también en la Iglesia. Un proceso de revisión nace siempre de una visión realista de cómo se vive la vida, y nace también de la necesidad de adaptarse para responder a los desafíos y exigencias de la Iglesia y de la sociedad, y también para eliminar todo lo que pueda ser un obstáculo para acoger el Evangelio.
- La necesidad exige cambios si no queremos seguir siendo anacrónicos. Esto es tanto más cierto si consideramos que el mundo está experimentando cambios rápidos y que no podemos posponer los cambios ni un “aggiornamento”.
- También es necesario tener siempre como punto de referencia el contexto eclesial y social en el que vive una comunidad o congregación, para evitar el error de llevar a cabo una reforma que sea ajena al contexto y a la realidad de la situación.
- El corpus legislativo de una familia religiosa puede considerarse como la expresión humana de la alianza entre Dios y su pueblo. De aquí se deduce que ninguna ley o norma puede entenderse únicamente en su sentido literal, sino como la forma comprensible del lenguaje que Dios habla a su pueblo. Así es como podemos superar la dicotomía entre ley y vida pastoral, entre ley y vida.
- Hay varias formas de tratar con una norma: en sentido negativo, se puede ver como un elemento meramente decorativo, o como un arma que hay que esgrimir, en ocasiones, para defenderse o para obtener algo que no se está concediendo.
- Hay que evitar la inercia. Por el contrario, es imprescindible estar dispuestos al cambio que ayude a poner de manifiesto las incoherencias de la vida religiosa, sin tener miedo a lo nuevo, al diálogo con la realidad ni con el contexto cultural y eclesial. Es necesaria, pues, una actitud de transparencia para entregarse con toda verdad a Dios y a los demás, a través de la consagración religiosa.
- Las Constituciones pueden entenderse como una peregrinación, un camino de vida: deben, por tanto, ayudar a construir y no rigidizar la vida, para que siga siendo creíble. Sirven para «constituir», es decir, para mostrar que pertenecemos a una familia religiosa y para evitar que caigamos en el libertinaje y la anarquía. Indican, pues, un camino, trazando una trayectoria que cada uno está llamado a seguir, cada uno a su propio ritmo, pero todos con el mismo objetivo.
- Para reforzar el aspecto espiritual, la referencia a la Regla de San Benito y al Magisterio de la Iglesia, incluyendo el anterior al Vaticano II, sigue siendo fundamental e indispensable en orden a garantizar la continuidad histórica y carismática entre el pasado -incluso el pasado lejano- y el presente. Esto contribuye a dar a un relieve cada vez mayor a la dimensión teológica del «pueblo de Dios». De este modo, se puede evitar el deterioro de la vida comunitaria cada vez más individualista, sin sacrificar el carisma y muriendo de inanición.
- El decreto conciliar Unitatis redintegratio afirma que la renovación de la Iglesia consiste en una fidelidad cada vez mayor a la vocación. Por eso es importante eliminar todo lo que se interpone en el camino de renovación y establecer normas que promuevan la fidelidad al carisma. En esto, los monasterios se encuentran como un signo de contradicción en nuestra sociedad, donde el concepto de vivir la fidelidad es cada vez menos fielmente vivido.
- La desestructuración de la vida consagrada es también una cuestión importante, paralelamente a los numerosos intentos de desestructuración que están teniendo lugar actualmente en la sociedad. Esta tendencia, que también está en aumento en la Iglesia, es motivo de preocupación en este momento, porque podría llevarnos a perder de vista el tipo de consagración que podemos hacer, transmitir y ofrecer. Por eso, cualquier revisión debe volver a los fundamentos de las estructuras monásticas y ofrecer una alternativa creíble a todo lo que la realidad social predica hoy.
- Las palabras del Beato, Cardenal Pironio, sobre los cambios legislativos siguen estando llenas de significado: estos cambios deben remitir siempre a la inspiración original en la que se basa la vida religiosa. Por tanto, debemos insistir en la necesidad fundamental de fidelidad y sentido de pertenencia, que están en la raíz del compromiso y modo de vivir de cada uno, y ante los que deben sacrificarse las comodidades y ambiciones personales.
- Del decreto conciliar Perfectae caritatis (2-4) se pueden extraer tres puntos especialmente significativos:
• La mejor forma de actualización no puede tener éxito si no es impulsada por la renovación espiritual.
• La renovación y la adaptación nunca se consiguen de una vez para siempre, sino que hay que vivir en una constante actitud de actualización.
• La renovación pasa más por una mayor observancia de la Regla y de las Constituciones que por la proliferación de leyes.
Revisión de los textos jurídicos de la Congregación Benedictina Subiaco-Casinense
2
Perspectivas
Dom Étienne Ricaud, OSB
Procurador de la Congregación Subiaco-Casinense
Revisión de los textos jurídicos de la Congregación Benedictina Subiaco-Casinense
El XXI Capítulo General de la Congregación Benedictina Subiaco-Casinense[1], celebrado en Montserrat del 30 de agosto al 8 de septiembre de 2024, dedicó la mayor parte de su tiempo a debatir y votar una serie de cambios en su legislación. ¿Por qué todo este trabajo?

1. Naturaleza y papel de las Constituciones de un instituto religioso
Las Constituciones de un instituto describen su carisma, es decir, su vocación distintiva (cf. Código de Derecho Canónico, can. 578), y lo expresan jurídicamente, con el fin de orientar la vida de sus miembros y proporcionarles normas de referencia para todos los aspectos de su vida religiosa: especifican sus estructuras esenciales, su modo de gobierno, su disciplina, la formación de sus miembros, etc. Vividas en conformidad con la ley general de la Iglesia, de la que no pueden apartarse, las Constituciones la completan y la hacen más explícita.
Estos textos legislativos tratan de evitar dos extremos opuestos: una redacción demasiado espiritual, llena de reflexiones piadosas, o, por el contrario, una redacción puramente técnica en términos jurídicos. Su objetivo es expresarse de forma concisa y clara, con la mayor precisión posible, para evitar vaguedades y ambigüedades.
2. Por qué revisar nuestras Constituciones
Las Constituciones de un instituto religioso no son inamovibles y pueden evolucionar, tanto para salvaguardar el carisma original como para adaptarlo a las circunstancias actuales. Las realidades cambian, el instituto evoluciona, la legislación canónica de la Iglesia cambia (el papa Francisco ha introducido muchos cambios desde el inicio de su pontificado), algunas disposiciones quedan obsoletas, surgen nuevos problemas: es necesario entonces reformular las normas o crear otras nuevas.
El Capítulo General del instituto es el órgano con autoridad para realizar este trabajo, aunque los textos votados deban someterse después a la aprobación de la Santa Sede: no se trata de un simple control técnico, sino de un proceso de comunión a través del cual la Iglesia autentifica la identidad del instituto, el modo en que este se expresa jurídicamente y su conformidad con el derecho universal.
Antes de nuestro Capítulo General, sin embargo, la Comisión de Derecho de la Congregación realizó un considerable trabajo preparatorio, y los monasterios fueron consultados sobre los cambios propuestos: es normal que lo que va a ser adoptado por todos sea considerado primero por todos. Quienes participan en estos trabajos tienen una oportunidad única de apropiarse del carisma y de las estructuras de su instituto.
3. Breve historia de esta revisión
Esta revisión no es ciertamente la primera; se inscribe en la continuidad de las que han marcado la historia de nuestra Congregación. Señalemos aquí sólo las grandes etapas, desde las primeras Constituciones redactadas en 1867 y aprobadas por la Santa Sede en 1872, pero que, a partir de 1880, fueron enteramente renovadas para adecuarlas mejor a la tradición benedictina y a la situación contemporánea. Estas Constituciones, junto con las Declaraciones sobre la Regla, permanecieron esencialmente en vigor hasta 1959[2].
El Concilio Vaticano II impulsó una reelaboración de este corpus legislativo y, en 1967, se aprobó un nuevo texto, confirmando en particular la división tripartita de las Constituciones aprobadas en 1959, empezando no por arriba (como las Constituciones de 1880), sino por abajo: los monasterios (primera sección), luego la Provincia (segunda sección) y finalmente la Congregación (tercera sección), una estructura que refleja mejor el carisma benedictino. Aunque esta nueva versión parecía haber adquirido una cierta permanencia de expresión, tuvo que ser revisada en 1980 para cumplir con el Motu Proprio Ecclesiae Sanctae, que pedía a los institutos religiosos distinguir en su legislación entre un codex fundamentalis, que reuniera los principios doctrinales fundamentales y las normas jurídicas más duraderas, y codices additicii que contenían normas secundarias y adaptables. A continuación, estos textos debían adaptarse al nuevo Código de Derecho Canónico promulgado en 1983, lo que se hizo en el Capítulo General de 1988. Finalmente, en el curso de los Capítulos Generales celebrados desde entonces, se hicieron correcciones menores en 1996, 2008 y 2012.
La revisión aprobada por el XXI Capítulo General es a la vez modesta, porque no altera la arquitectura de nuestra legislación, pero más ambiciosa que una simple ordenación del texto, porque lo enmienda y completa en puntos importantes y modifica nada menos que un centenar de números de los doscientos cuarenta y dos que componen las Constituciones y Ordenaciones de los Capítulos generales (OCG).
De acuerdo con las distinciones exigidas por la Santa Sede en 1980, nuestro corpus legislativo se divide entre las Constituciones, texto fundamental con cierta estabilidad, y los códigos secundarios, textos de aplicación que especifican y desarrollan las normas esenciales contenidas en las Constituciones: son las Ordenaciones de los Capítulos Generales (OGC) y Provinciales (OPC). A ellos hay que añadir la Ratio formationis y la Ratio studiorum, textos que trazan, para cada Provincia, el programa de formación y estudios de los jóvenes hermanos, así como las costumbres de cada monasterio.
Este cuerpo de leyes, que se basa, por supuesto, en la Regla de San Benito, forma una estructura compleja y de múltiples niveles. Cuando se revisa, debe prestarse constante atención a la coherencia entre estos diferentes niveles de legislación, de modo que ninguno contradiga o sea contradicho por otro, y a la conformidad del conjunto con la Ley General de la Iglesia. En nuestro trabajo de revisión, hemos tenido que ejercer constantemente esta vigilancia, fijándonos a veces en detalles no aparentes en la primera lectura. Y en la práctica diaria, los superiores y los religiosos deben estar atentos a actuar de acuerdo con la ley, teniendo en cuenta el Código de Derecho Canónico, las Constituciones y los códigos secundarios.
4. El programa de revisión
Las modificaciones propuestas y aprobadas se agruparon temáticamente en cinco partes.
A/ Ajustes varios
En 2011 se habían detectado errores y lagunas en nuestros textos, así como discrepancias entre algunas traducciones vernáculas y el texto original en latín (con añadidos que no habían sido aprobados) y referencias incompletas. Todo ello se ha corregido. En aras de la coherencia, se han trasladado artículos dentro de las Constituciones, o las OGC, o de las Constituciones a las OGC y viceversa, con el fin de distinguir los artículos más permanentes de las normas secundarias y adaptables.
B/ Votaciones de los Capítulos y Consejos
Se han aclarado las normas que rigen las deliberaciones en el seno de un Consejo o Capítulo. Hay que distinguir claramente entre las votaciones colegiales, en las que es el propio grupo el que decide -por ejemplo, durante una elección- y en las que el Superior es sólo uno de los votantes, y las votaciones deliberativas o consultivas, en las que el grupo se limita a dar su consentimiento u opinión al Superior, para que éste decida y actúe o no. En este caso, el superior no participa en la votación, ya que no puede ser su propio consejero. También fue necesario aclarar el método para calcular la mayoría de votos. Nuestras comunidades no tenían siempre clara la diferencia entre votación colegial, votación deliberativa y votación consultiva, y los Superiores no siempre sabían si debían votar con su Consejo o Capítulo y cuándo. Los cambios adoptados aclaran todo esto. El buen gobierno depende del uso correcto de estas prácticas deliberativas, para evitar tanto el abuso de poder como la debilidad de la democracia.
C/ Criterios y proceso para la reducción y supresión de un monasterio
Nuestra legislación fue concebida originalmente con vistas al crecimiento de los monasterios, desde su fundación hasta su autonomía. Hoy en día, especialmente en Europa, hay que reconocer que la tendencia se ha invertido y que a menudo es necesario acompañar el declive de los monasterios y disponer de procedimientos adecuados para ello. Estos ya existían, pero la experiencia reciente ha demostrado que eran insuficientes y necesitaban una mayor clarificación.
Los cambios introducidos en la ley dotan a nuestra Congregación de mejores herramientas jurídicas para apoyar a las casas que atraviesan dificultades. El procedimiento previsto es en tres etapas: identificación de los criterios que permiten discernir que una casa ya no es capaz de mantener su autonomía; un proceso destinado a reforzar la casa, en primer lugar, con la ayuda del Superior de una casa más fuerte; luego, si los medios utilizados no dan resultado, la reducción de la casa a una casa afiliada a la casa más fuerte. Finalmente, si este remedio no funciona, se suprime la casa, siempre con gran respeto por las personas y los bienes.
D/ Gobierno del Abad Presidente y de sus Consejos
Esta cuestión se plantea regularmente en nuestra Congregación, porque el equilibrio entre la autonomía de los monasterios y el gobierno central es siempre delicado, por lo que «basándose en los principios tanto de pluralismo como de subsidiariedad, ayuda a los monasterios con instrumentos jurídicos y asistencia fraterna: concretamente, mediante la institución de Provincias, que son regidas por el Capítulo Provincial y por el Visitador con sus Consejos; y mediante el gobierno general, que se ejerce a través del Capítulo General y del Abad Presidente con sus Consejos» (Constituciones, Nº 4).
Parece que cuando los monasterios o las provincias se encuentran en un estado debilitado, tienen mayor necesidad de los servicios del gobierno central. Por tanto, los cambios adoptados proporcionan al Abad Presidente mejores medios para cumplir su misión, que consiste no sólo en confirmar, apoyar y estimular a las Provincias y monasterios en su vida monástica, fomentar su unidad y mantener el vínculo con la Santa Sede, sino también en resolver los problemas delicados que se remiten al gobierno central o incluso a la Santa Sede. ¡Y no faltan!
E/ Superiores mayores no clericales
La reciente aprobación concedida por el Papa Francisco a los Institutos clericales de derecho pontificio para tener superiores mayores no clérigos[3], fue examinada por el Capítulo General, ya que, según la interpretación oficial dada por el Dicasterio corresponde a los Institutos en su conjunto, y no a los individuos, decidir si desean o no acogerse a esta derogación. Por esta razón, el Abad Presidente, Dom Guillermo Arboleda, emitió por primera vez un decreto sobre este tema el 9 de noviembre de 2023, válido hasta este Capítulo, que lo confirmó e incorporó su contenido a nuestras Constituciones.
Según estas Constituciones, nuestra Congregación puede hacer uso de esta aprobación, sólo para los Superiores Mayores de monasterios sui iuris, pero no para los Visitadores ni para el Abad Presidente. Debe recordarse que un Superior Mayor no clérigo no es un Ordinario en el sentido del canon 134 § 1 del Código de Derecho Canónico; por consiguiente, los actos de un Superior Mayor que requieran la potestad ordinaria de jurisdicción, que deriva del sacramento del Orden (cf. can. 129 § 1; 274 § 1), deben ser realizados por alguien distinto de él, dotado de esta potestad ordinaria, que corresponde a cada Instituto prever y designar.
Las medidas adoptadas por el Capítulo General determinan que será entonces el Visitador para los monasterios de su Provincia, y el Abad Presidente para los monasterios no pertenecientes a una Provincia; por esta razón, el Capítulo ha mantenido la exigencia de que ambos sean sacerdotes (cf. Constituciones n° 120; 138), ejerciendo así la potestad ordinaria de gobierno.
Esta labor canónica, un tanto austera, fue llevada a cabo por el Capítulo con flexibilidad y sin ningún tipo de tensión, y las propuestas que hizo fueron todas adoptadas en poco tiempo por la mayoría requerida. La larga y cuidadosa fase preparatoria hizo posible alcanzar este resultado.
[1] P. Josep Enric PARELLADA publicó un recuento de esto en el Boletín de AIM no. 127. (2024), pp. 107-110.
[2] Ver Giuseppe TAMBURRINO, O.S.B., Lex militiae nostrae. La legislazione sublacense nella sua evoluzione. Abbazia di Praglia/Congregazione Benedettina Sublacense, 2009.
[3] En vigor desde el 18 – 05 -2022, No. 3.
Communio Internationalis Benedictinarum
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Perspectivas
Hna. Lynn McKenzie, osb (Cullman, USA)
Moderadora de la CIB
Communio Internationalis Benedictinarum
Cambios previstos
Communio Internationalis Benedictinarum (CIB) es la organización internacional de mujeres benedictinas fundada hace unos 40-50 años, por invitación del abad primado de la Confederación Benedictina. La CIB se reúne anualmente y las reuniones incluyen una delegada y una suplente de cada una de las 19 regiones del mundo que la CIB estableció hace aproximadamente 30 años. Además, la CIB está dirigida por una Moderadora (actualmente Lynn McKenzie, OSB, Monasterio del Sagrado Corazón, Cullman, Alabama, EE.UU.), una moderadora adjunta (actualmente Franziska Lukas, OSB, Abadía de St. Scholastika, Dinklage, Alemania) y otros cuatro miembros del consejo (actualmente Cecile Lañas, Filipinas; María del Mar Albajar y Viñas, España; Anna Brennan, Reino Unido; Hilda Scott, Australia, así como una secretaria ejecutiva (Mary Luke Jones, EE.UU.).
Desde 2021, durante la pandemia, la Conferencia de Delegadas de la CIB se reunía virtualmente y discutía un posible cambio en la estructura de la CIB. Hasta ahora, la CIB ha sido un organismo “asociado” dentro de la Confederación Benedictina. En nuestra reunión de septiembre de 2023, celebrada en mi monasterio natal en Cullman, Alabama, EE UU, proseguimos la discusión, dirigida por la Comisión de Estudio Jurídico de la CIB. Dicha comisión está presidida por la Hna. Scholastika Häring (Alemania), y los otros miembros son la Hna. Nancy Bauer (EE.UU.), la Hna. Patricia Henry (México) y y la Hna. Noemi Scarpa (Italia). Agradecemos el trabajo que han realizado durante los últimos años estudiando nuestros documentos actuales e imaginando otra manera de ser CIB.
Una propuesta de cambio actualmente en estudio es imaginar dos ramas iguales de la orden benedictina - la de las mujeres en la CIB y la de los hombres en la Confederación. La CIB estaría dirigida por una Moderadora que, aunque no tendría jurisdicción técnica, tendría más responsabilidades a tiempo completo de conectar con las benedictinas de todo el mundo y ser el enlace de las benedictinas con el abad primado y la confederación, así como con el dicasterio vaticano para los institutos de vida consagrada. Sería una estructura paralela a la Confederación.
El brazo político de la CIB (actualmente llamado Conferencia de Delegadas de la CIB) tendría una nueva estructura que ya no se basaría en regiones geográficas sino en congregaciones y federaciones, muchas de las cuales se han formado desde la época de Cor Orans, el documento del Vaticano que exige, entre otras cosas, que los monasterios femeninos de moniales formen parte de una congregación monástica o de una federación. Las responsables de estas congregaciones y federaciones, como presidentas y prioras generales, serían los miembros de dicho brazo político de la CIB (en lugar de la actual Conferencia de Delegadas de la CIB). En el caso de las congregaciones mixtas de hombres y mujeres, la congregación tendría que determinar quién será la representante de la CIB entre las mujeres de la congregación mixta. Estos son los elementos básicos de una CIB reestructurada, con muchos detalles prácticos aún por concretar.

La Comisión de Estudio Jurídico de la CIB presentó sus propuestas a la Conferencia de Delegadas de la CIB en septiembre de 2023 y se guiaron en su trabajo futuro por las discusiones mantenidas entre las delegadas durante su estancia en Cullman. Los próximos pasos se debatieron en la siguiente reunión de la Conferencia de Delegadas de la CIB que se celebró en Asís, antes de la reunión del Congreso de Abades en Roma, en septiembre de 2024.
Un tema central de la última reunión de la Conferencia de Delegadas de la CIB, celebrada en Asís en septiembre de 2024, fue la propuesta de cambios estructurales en la CIB, para que pueda servir mejor a las Benedictinas de todo el mundo. De hecho, el objetivo de la CIB es construir una fuerte comunión entre las Benedictinas. Todo lo que la CIB pueda hacer para promover esta misión es lo que la CIB debe hacer.
Habiendo reconocido, entre otras cosas, que nuestra estructura basada en regiones (hay 19 regiones de la CIB en el mundo trazadas de forma un tanto arbitraria) no funciona todo lo bien que podría, dadas las dificultades de comunicación, nos hemos puesto a buscar la mejor manera de resolverlo. La comisión de estudio jurídico nombrada por la CIB está trabajando para ayudarnos a encontrar el mejor camino a seguir.
La propuesta general de que la CIB se convierta en una organización paralela a la Confederación Benedictina ha sido bien recibida y ha recibido el apoyo general de los asistentes a las reuniones de la CIB desde 2021. La propuesta de pasar de una organización de base regional a una organización basada en congregaciones y federaciones de Benedictinas permitiría una comunicación más orgánica a través de los sistemas ya empleados por las congregaciones y federaciones. Estos cambios organizativos propuestos también se presentaron al Congreso de Abades en Roma, que se celebró también en septiembre de 2024.
Los próximos pasos en esta reorganización de la CIB incluyen el desarrollo de estatutos por parte de la comisión jurídica y su revisión en la próxima reunión de la CIB que se celebrará en septiembre de 2025 en Montserrat.
La Comisión Jurídica ha dejado claros los siguientes puntos:
1. Estamos considerando la estructura, la organización de las Benedictinas a nivel mundial / global. No estamos considerando la estructura jurídica, ni el estatuto jurídico a nivel del monasterio mismo ni tampoco a nivel de las Congregaciones (de hermanas, de monjas, femeninas, mixtas) y Federaciones.
2. El objetivo es:
• Representar mejor a las mujeres benedictinas
• Estar en pie de igualdad con los monjes
• Tener voz propia en la Iglesia.
3. Nuestro fundamento es el desarrollo de la CIB en los últimos 50 años bajo el paraguas de la Confederación de monjes.
4. La visión es tener una Orden Benedictina, con una rama masculina y otra femenina.
Nuestra vocación monástica, por supuesto, es buscar a Dios en el monasterio, la escuela del servicio divino. El modo cómo esto se vive localmente a través de continentes, culturas y lenguas es un testimonio de la sabiduría de San Benito en la Regla que nos ha dejado. Es un documento que proporciona una buena estructura, pero con flexibilidad y adaptabilidad tanto para hombres como para mujeres, a diversos lugares, cada uno con sus propios retos y luchas. Cómo podemos apoyarnos y desafiarnos mutuamente a vivir vidas de alegría, fe y fidelidad, siendo estables en un mundo inestable, haciendo todo lo posible para llevar la luz que brilla en nuestros corazones de amor, es un trabajo monástico diario entre los monasterios de la CIB. La CIB, una comunión de mujeres benedictinas, se esfuerza por apoyar esta forma de vida monástica tal como se vive en todo el mundo.
La Federación de Nuestra Señora del Encuentro
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Perspectivas
Hna. Thérèse-Benoît Kaboré, OSB
Monja de Koubri (burkina Faso)
Miembro del Equipo Internacional de AIM
La Federación de Nuestra Señora del Encuentro
En respuesta a las peticiones de la Constitución Apostólica Vultum Dei Quaerere sobre la vida contemplativa de las mujeres y la Instrucción Cor Orans que la acompaña, unos quince monasterios de Francia y de varios países de África occidental decidieron formar una federación: la “Federación de Nuestra Señora del Encuentro” (Fédération Notre-Dame de la Rencontre), que oficialmente nació el 22 de febrero de 2022. Aunque ya existían vínculos entre la gran mayoría de estos monasterios, esta nueva estructura formaliza las relaciones y favorece una mayor comunión.
Para una mejor comprensión de nuestra contribución, comenzaremos con algunas observaciones sobre Cor Orans antes de pasar a las relaciones que existen entre los monasterios de la Federación de Nuestra Señora del Encuentro. Nos fijaremos en el vínculo que existe entre esta Federación y la Congregación Subiaco Casinense.
1. Algunas observaciones generales[1]
La palabra federación deriva del latín foedus, que significa convención, alianza, pacto, etc. El número 86 de Cor Orans define la Federación de la siguiente manera:
“La Federación es una estructura de comunión entre monasterios de un mismo Instituto erigida por la Santa Sede para que los monasterios que comparten el mismo carisma no permanezcan aislados, sino que lo mantengan fielmente y, prestándose mutua ayuda fraterna, vivan el valor indispensable de la comunión [71]”. (cf. VDQ 28-30)[2]
Cada monasterio permanece autónomo, pero establece lazos de comunión con otros monasterios que, las más de las veces, comparten el mismo carisma, como en el caso de la federación de Nuestra Señora del Encuentro donde todos los monasterios son de espiritualidad benedictina.
Con la llegada de Cor Orans y la proliferación de federaciones que han surgido, se podría pensar que la federación es una realidad muy reciente. Pero, de hecho, no es así. La federación nació a mediados del siglo pasado, tras la promulgación de la Constitución Apostólica Sponsa Christi Ecclesia de Pío XII en 1950. Esta institución nació como una estructura de ayuda mutua, fraternidad y apoyo. Para el Sumo Pontífice, la federación ofrecía una vía mediante la cual los monasterios podían superar su aislamiento y juntos promover la observancia regular y la vida contemplativa.
La Constitución Sponsa Christi Ecclesia alentó vivamente las Federaciones, que consideraba una necesidad en ciertos casos, pero no las convirtió en un requisito obligatorio. En la misma perspectiva, el Concilio Vaticano II, en el decreto Perfectae Caritatis, alentó la creación de federaciones entre monasterios sui iuris pertenecientes en uno u otro modo a la misma familia religiosa, pero no impuso ninguna obligación. El propio Código de Derecho Canónico no menciona ninguna obligación. Se limita a subrayar que la creación de una federación está reservada únicamente a la Sede Apostólica (cf. c. 582). Otra mención a la federación aparece en el tercer parágrafo del can. 684, que trata del traslado de un monasterio a otro.
Lo mismo ocurrirá con la Instrucción Verbi Sponsa del 13 de mayo de 1999, que define las federaciones como "un medio para asegurar el apoyo y la coordinación entre los monasterios, a fin de que éstos puedan cumplir adecuadamente su vocación en la Iglesia. Su finalidad principal es, por tanto, salvaguardar y promover los valores de la vida contemplativa en los monasterios que pertenecen a ellas”[3]. Al tiempo que anima encarecidamente a estas agrupaciones, la Instrucción se preocupa de especificar que “La decisión de pertenecer o no a tales organismos depende de cada comunidad, cuya libertad debe ser respetada”[4].
La libertad concedida a cada monasterio de unirse o no a una federación, de la que dan testimonio los documentos citados anteriormente, hizo que, hasta la llegada de Vultum Dei Quaerere y Cor Orans, la mayoría de los monasterios femeninos de rito latino permanecieran sin vínculos con otros, y que varios monasterios de una misma región se hicieran poco caso unos a otros. Con Vultum Dei Quaerere y Cor Orans, las cosas cambiaron: pertenecer a una Federación se convirtió en una obligación para todos los monasterios sui iuris: “De acuerdo con las disposiciones de la Constitución Apostólica Vultum Dei Quaerere, todos los monasterios deben entrar inicialmente en una federación”[5].
¡La Federación no es una Congregación! Es una estructura que respeta la autonomía de los monasterios que forman parte de ella. Sus estatutos no conciernen a la vida de los monasterios, que se rigen por las constituciones de cada monasterio, sino a la vida de la Federación. Se pensó que la Presidenta de la Federación tendría los poderes de un superior mayor, pero esta elección se consideró inapropiada ya que no habría diferencia entre la Presidenta de una Federación y una abadesa, presidenta de una congregación monástica. Por tanto, la Presidenta de la Federación no es un superior mayor, aunque su autoridad haya aumentado. Sólo puede llevar a cabo lo que se establece en la Instrucción Cor Orans[6]. Actualmente tiene tres nuevos poderes:
a) El derecho de acceso a los monasterios federados: antes de Cor Orans, la presidenta de la federación estaba autorizada a realizar visitas maternales a los monasterios, pero el verdadero Visitador era el Obispo diocesano o el Ordinario religioso masculino. La visita tenía que ser acordada y la superiora del monasterio tenía que permitir que la presidenta entre en su monasterio. Por tanto, la visita tenía que ser solicitada y aceptada. En la actualidad, existen tres niveles de visitas:
1) Visitas maternales y fraternales (cf. Cor Orans 114).
2) Visitas especiales, que se realizan cuando hay problemas en un monasterio, con la Presidenta de la Federación llevando a cabo una investigación in situ (Cor Orans 113).
3) La Visita Canónica propiamente dicha, en la que la Presidenta de la Federación acompaña al obispo diocesano o al Ordinario religioso varón como co-visitadora. Sin embargo, hay que señalar que, aunque sólo sea co-visitadora, tiene un papel muy importante que desempeñar durante la visita e incluso después[7].
b) La extensión de la exclaustración: Uno podría preguntarse por qué la superiora de un monasterio sui iuris, que es un superior mayor, no debería tener la autoridad de conceder la exclaustración por tres años, como hacen los superiores mayores de otros institutos religiosos. Es una pregunta legítima, pero el Dicasterio ha dictaminado lo contrario. El primer año de exclaustración es concedido por la superiora del monasterio y las prórrogas del segundo y tercer año son concedidas por la Presidenta de la Federación, con el consentimiento del Consejo de la Federación (cf. CO 130).
c) La Presidenta de la Federación también debe dar su parecer en el caso de enajenación u otras transacciones en las que el patrimonio de un monasterio de la Federación pueda verse perjudicado[8]. Esta disposición deroga la norma del can. 638 §4, que asignaba esta función al Ordinario del lugar, quien debía dar su consentimiento por escrito en tales situaciones.
En lo que respecta a la estructura de la Federación, no hay cambios significativos, es decir, se ha mantenido prácticamente igual. La Presidenta de la Federación, cuenta con un Consejo de cuatro personas (cf. CO 123). La Federación tiene sus propios poderes, un lugar establecido, además de las cuatro consejeras cuenta con una secretaria, una ecónoma[9] y una responsable de la formación[10] dentro de la Federación.
De manera particular, la Federación tiene un papel importante que desempeñar en el campo de la formación - formación de abadesas, noviciado común, cursos para monjas profesas temporales y muchos otros tipos de formación - así como en la ayuda a los monasterios en dificultad. Sobre este último punto, la Federación podrá facilitar el traslado de monjas entre comunidades, ya sea de forma temporal o permanente, con el fin de apoyar a una comunidad en dificultad.
Además, Cor Orans ofrece a la Federación la posibilidad de fundar o afiliar un monasterio. Aunque no sea superior mayor, en caso de fundación o afiliación, la Presidenta de la Federación actúa como superior mayor.
2. Comunión entre los monasterios de la Federación de Nuestra Señora del Encuentro
La comunión es un rasgo característico de la Iglesia. Acabamos de vivir el Sínodo sobre la Sinodalidad, que nos lo ha recordado con fuerza:
"La Iglesia está llamada a caminar unida, [...] a ser sinodales. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. [...] Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios”. [11]
Esto es lo que quieren vivir los monasterios de nuestra Federación. Su nombre lo dice todo: “Nuestra Señora del Encuentro”. Este nombre esboza todo un programa. Los monasterios de la Federación quieren que “desarrolle un corazón que lata como un todo para el todo”[12]. Esto expresa claramente el deseo de vivir la comunión.

Cuanto mayor sea la comunión, mayores serán las oportunidades de colaboración, de ayudar y ser ayudado. Desde este punto de vista, las asambleas federales, al igual que otros encuentros entre miembros de la Federación, son momentos fuertes de comunión y de compartir enriquecedor. Compartimos no sólo nuestras dificultades, sino también nuestras experiencias.
Estas reuniones de la Federación nos ayudan a conocernos mejor. También nos dan la oportunidad de apoyarnos y animarnos mutuamente, de salir de nuestro aislamiento y soledad y encontrarnos con los demás. Cuando estamos en una posición de fuerza, podemos dar la impresión de que somos autosuficientes, de que no necesitamos a los demás. La experiencia de fragilidad que todas las comunidades atraviesan de un modo u otro nos hace comprender el valor de la comunión, de la necesidad de caminar juntos y de apoyarnos mutuamente. Hoy, si queremos ir más lejos, no podemos ir solos. El Papa Francisco, de venerable memoria, nos lo ha recordado constantemente en los últimos años en: "No puedes salvarte a ti mismo. También necesitamos a los demás".
La posibilidad de un intercambio de servicios fraternos entre monasterios[13] es un elemento precioso que conviene subrayar. Cuando un monasterio necesita ayuda, los otros envían a veces hermanas para apoyar a ese monasterio. De este modo, la Federación es una verdadera estructura de caridad en acción.

En nombre de la Federación, los monasterios de África Occidental apoyan a sus hermanas del monasterio de Sainte-Croix de Friguiagbé en Guinea Conakry. En este punto, hay que reconocer que los monasterios de África Occidental ya vivían verdaderas relaciones fraternas a través de la asociación creada en 1980 por las monjas fundadoras. Asimismo, en nombre de la Federación, la abadía de Jouarre acoge en su residencia de ancianas a hermanas de otros monasterios franceses de la Federación.
Las visitas fraternas con ocasión de ciertos acontecimientos importantes como la bendición abacial, las profesiones solemnes, la dedicación de la iglesia del monasterio, etc., son otras tantas formas de expresar el deseo de caminar juntos y de apoyarse mutuamente. Por ejemplo, hace dos años, en nombre de la Federación, varias monjas de monasterios franceses participaron en la dedicación de la iglesia del monasterio Bonne-Nouvelle de Bouaké, en Costa de Marfil. Asimismo, varios monasterios estuvieron representados en la profesión solemne de Sor Marie-Gertrude de Sainte-Croix de Friguiagbé, el pasado mes de diciembre. Cabe destacar la presencia de la Madre Abadesa Bénédicte de l'Assomption, de Dzogbégan, Consejera Federal, en varios de estos actos.
La parte más importante de la estructura organizativa de la Federación es la Asamblea Federal, que suele estar formada por la superiora y un delegado de cada monasterio. La Asamblea establece las orientaciones y decisiones de la Federación con referencia a los Estatutos.
La primera Asamblea General de la Federación tuvo lugar del 7 al 13 de noviembre de 2022 en Jouarre. Su cometido fue elegir a su primera Presidenta, la Madre Christophe Brondy, Abadesa de Jouarre. Junto con los miembros del Consejo elegidos en la misma asamblea, se comprometió a dirigir la Federación durante 6 años. Los preparativos para la Asamblea Federal[14] intermedia, que tendrá lugar del 16 al 22 de noviembre, están en marcha, con varias reuniones en línea de superioras, que aprecian mucho estas oportunidades de intercambiar ideas y compartir experiencias.
Está claro que la Federación funcionará en la medida en que se establezca un clima de comunión, confianza y colaboración entre los monasterios. Cada monasterio debe reconocer que no puede vivir totalmente aislado de los demás, ni puede escudarse en su propia autonomía para no ser molestado ni tener que responder ante nadie por sus acciones. Todos tienen que sentirse responsables del buen funcionamiento de la Federación.
3. Vínculo entre la Federación y la Congregación Subiaco-Casinense
Cor Orans pide que “se fomente la asociación legal de los monasterios de monjas a la orden masculina correspondiente para proteger la identidad de la familia carismática”[15]. Nuestra Federación se dirigió a la Congregación Subiaco-Casinense, una Congregación con la que todos los monasterios de la Federación ya estaban asociados de un modo u otro. Esta asociación ofrece a los monasterios de la Federación una ayuda inestimable al vincularlos a la vida espiritual y a las tradiciones de la Congregación. En particular, la Federación tiene “la posibilidad de beneficiarse de los indultos concedidos a la Congregación Subiaco- Casinense que puedan concernir a la vida de las monjas”.
Del mismo modo, puede recurrir “al Procurador de la Congregación en los asuntos concernientes a las relaciones de la Federación con la Curia Romana”. La Federación también puede utilizar el Ordo divini officii de la Congregación. También hay que añadir que “el asistente religioso, que representa a la Santa Sede en relación con la Federación, es preferentemente un abad o un monje-sacerdote de la Congregación Subiaco-Casinense”16. De este modo, la asociación crea profundos lazos de vida espiritual y fraterna con nuestros hermanos de Congregación y hace sentirnos verdaderas hijas de San Benito. Esto es algo bueno.
¿Podríamos imaginarnos un día formando una sola congregación? Nosotras ¡no podemos dejar de soñar! Pero por el momento, nuestra estructura es la de una Federación. Tiene un papel importante que desempeñar para dar un nuevo impulso a la vida de los monasterios. Para los propios monasterios, nos permite vivir la autonomía en comunión. Hoy necesitamos desarrollar una mentalidad de comunión más amplia, de conocimiento mutuo y de disponibilidad a las necesidades de las diferentes realidades de cada comunidad, que cada uno de los monasterios federados debe vivir como la suya propia.
[1] Sobre estas observaciones, leer: O. PEPE, La federazione dei monasteri fra presente e futuro, in Sequela Christi, XLII (2016), 319-332; T.B. KABORE, Vie monastique et législation canonique, l’identité bénédictine face aux défis contemporains en Afrique de l’Ouest, Saint-Léger, 2023, 214-218.
[2] Cor Orans 86.
[3] Verbi Sponsa 27.
[4] Verbi Sponsa 27.
[5] Cor Orans 93.
[6] Cf. CO 110.
[7] Cf. CO (Cor Orans) 111-112; 115-116.
[8] Cf. CO 52-53.
[9] Cf. CO 134.
[10] Cf. CO 148.
[11] Papa Francisco, “Caminemos juntos en esperanza” Mensaje de Cuaresma 2025.
[12] Esta fue la consigna de la primera Asamblea Federal.
[13] Federación de Nuestra Señora del Encuentro. Estatutos, artículo 6.
[14] Cf. CO 136.
[15] CO 79.
[16] Federación de Nuestra Señora del Encuentro. Estatutos, art. 61.
Communities who are members of the Federation: Abbey of Pradines (France), Abbey of La Rochette (France), Abbey of Jouarre (France), Abbey of Maumont (France), Abbey of Chantelle (France), Abbey of Poitiers (France), Priory of Bouaké (Côte d’Ivoire), Priory of Friguiagbé (Guinea Conakry), Abbey of Dourgne (France), Monastery of Flée (France), Abbey of Limon (France), Abbey of Valogne (France), Abbey of Venière (France), Monastery of Urt (France), Monastery of Sadori (Togo), Monastery of Koubri (Burkina Faso), Abbey of Dzogbégan (Togo).
Estatuto de Acompañamiento a Comunidades Frágiles y de Supresión de un Monasterio
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Perspectivas
Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (OCSO)
Estatuto de Acompañamiento a Comunidades Frágiles y de Supresión de un Monasterio
1. Cuando una comunidad se enfrenta a una fragilidad creciente, se le anima a afrontar la situación con honestidad. Cada comunidad de la Orden, en cada continente, puede tener que enfrentarse a esta fragilidad en un determinado momento de su historia. Es importante en ese caso que la comunidad no se aísle con el pretexto de su autonomía, sino que se vea a sí misma «como parte de una verdadera comunión que está constantemente abierta al encuentro, al diálogo, a la escucha atenta y a la ayuda mutua» (cf. VDQ 29). La Carta de Caridad también nos enseña a buscar y a aceptar ayudas concretas “para que vivamos de una sola caridad” (CC III.2).
2. “Con espíritu de docilidad a la voz del Espíritu Santo”, la comunidad discute la situación “con humildad y franqueza” (cf. C. 36.1). Todos están llamados al cuidado mutuo, a la colaboración y a la obediencia. “La luz de la fe es especialmente necesaria en estos tiempos para ver que, a través de estos períodos difíciles, se está formando el propio corazón mediante la experiencia personal y comunitaria de la cruz, muerte y resurrección de Cristo” (Ratio 54).
En estas situaciones se necesitan soluciones creativas.
I. Conciencia de la fragilidad
3. En primer lugar, es responsabilidad de cada comunidad, bajo la dirección de su superior, mirar con realismo su situación, no sólo desde el punto de vista humano, sino sobre todo desde el punto de vista de la fe. Una experiencia de fragilidad debe ser acogida como una invitación del Señor a optar por la vida entrando en el misterio pascual.
4. En el espíritu del Evangelio, las comunidades deben pedir y aceptar la ayuda del Padre Inmediato, de la Región, del Abad General, del Capítulo General, o de otros. Los elementos a considerar en la evaluación y discernimiento pueden incluir:
• El número de monjes o monjas.
• El perfil de edad de la comunidad.
• Si tiene la vitalidad necesaria para vivir la vida monástica.
• La capacidad de la comunidad para proporcionar formación y gobierno.
• La dignidad y la calidad de la vida litúrgica, fraterna y espiritual de la comunidad.
• El valor testimonial de la comunidad y su comunión con la iglesia local.
• Si su estructura económica es sana.
• Si los edificios son adecuados para la comunidad actual.
Estos elementos deben considerarse globalmente, en una perspectiva global y equilibrada y en el contexto de la comunidad concreta.
5. En una situación de fragilidad creciente en su casa hija, el Padre Inmediato debe tener el coraje de ayudar al superior y a la comunidad a afrontar esta realidad. La visita regular es el instrumento más adecuado para este fin (Est. RV 15).
II. Medidas pastorales y colaboración
6. Para ayudar a la comunidad a afrontar su situación, el Padre Inmediato procede con gran tacto y caridad, confiando en la obra del Espíritu Santo en cada persona y en la comunidad. Juntos buscarán los medios para ayudar a la comunidad a vivir la plenitud de la conversatio cisterciense. Éstas podrían incluir:
- Tomar conciencia de los cambios en la sociedad, de la realidad de los jóvenes y de la necesidad de cambiar los métodos de formación.
- Adaptar los edificios, la liturgia, el horarium, el trabajo y la economía al tamaño y las capacidades de la comunidad.
- Cambios de responsables; ayuda a través de personal de otras comunidades o de fuera de la Orden (por ejemplo, para la asistencia sanitaria, economía).
- Trabajo para promover una mejor comunicación en la comunidad o para promover la reconciliación entre sus miembros.
- Búsqueda de otras formas de ayuda dentro de la filiación o de la Región.
- Creación de una Comisión para el Futuro.
7. El éxito de estas medidas depende en gran medida de la cooperación y la buena voluntad de todos los implicados (comunidad, superior, Padre Inmediato).
III. Fragilidad avanzada: Medidas especiales
8. Si, después de todos estos esfuerzos, la situación de fragilidad persiste, el superior o el Padre Inmediato, o una Comisión del Capítulo General, o el Abad General, señalarán la situación a la atención particular del Capítulo General. Si el Padre Inmediato juzga que la comunidad ya no puede formar nuevos aspirantes, solicita al Capítulo General que suspenda su derecho a recibir aspirantes, de acuerdo con St. 79.B.
9. El Capítulo General creará una Comisión para el Futuro, que incluirá al Padre Inmediato y sustituirá a cualquier Comisión existente. La finalidad y el mandato de esta nueva Comisión serán especificados por el Capítulo General. Incluirá asegurar que los bienes temporales del monasterio sean bien administrados, de acuerdo con las Constituciones y la ley civil del lugar, y salvaguardados a la luz del posible futuro cierre del monasterio.
10. Si la situación de la comunidad sigue sin mejorar, el Capítulo General, a petición del Padre Inmediato, puede proceder a la suspensión del ejercicio de la autonomía de la comunidad. Este voto del Capítulo General requiere mayoría absoluta. A continuación, el Capítulo General nombra a un Comisario Monástico que supervisará el cuidado de los miembros de la comunidad para que puedan seguir viviendo juntos de la manera más plena posible. Este Comisario, que puede ser de dentro o de fuera de la Orden, es un Superior Religioso Mayor con autoridad limitada, tal como se define en la carta de nombramiento. Él o ella informarán regularmente al Padre Inmediato. Si esta persona no es ya miembro de la Comisión para el Futuro, él o ella se convierten en tal en el momento de su nombramiento como comisario monástico. En algunos casos excepcionales o urgentes, el Capítulo General puede nombrar al Padre Inmediato como Comisario Monástico.
11. El Comisario monástico no necesita vivir en el monasterio. Puede nombrar a otra persona para que se ocupe de las necesidades diarias de la comunidad; esta última puede ser un miembro de la comunidad, otro miembro de la Orden, de otro instituto religioso o un laico.
12. El Comisario monástico elige al menos dos personas como consejeros, que pueden ser de dentro o de fuera de la comunidad. Cuando sea necesario, estos asesores funcionan como Consejo del comisario monástico. El capítulo conventual se suspende excepto para los actos de administración extraordinaria y para la votación mencionada en el n. 19 más abajo. El comisario monástico mantiene informados a los miembros de la comunidad y escucha su opinión sobre asuntos de importancia.
13. La suspensión del ejercicio de la autonomía no modifica la relación de filiación. El Padre Inmediato sigue ayudando y apoyando al comisario monástico de su casa hija en el ejercicio de su cargo (cf. C. 74.1). Todos los derechos y obligaciones del Padre Inmediato hacia la casa hija permanecen intactos, incluido el de la Visita regular.
14. Si la comunidad, cuyo ejercicio de autonomía se suspende, tiene casas hijas, el Padre Inmediato, en consulta con las casas hijas, decidirá cómo se llevará a cabo el ejercicio de la paternidad.
15. Si la situación de la comunidad mejora y la comunidad y/o el Padre Inmediato opinan que se puede reanudar el ejercicio de la autonomía, uno de ellos o ambos lo comunican al Capítulo General. El Capítulo General examina el asunto y juzga si procede o no levantar la suspensión, para lo que se requiere el voto favorable de la mayoría absoluta del Capítulo General.
16. Entre Capítulos Generales en casos inaplazables el Abad General, con el consentimiento de su Consejo, tiene la autoridad para actuar en nombre del Capítulo General en todo lo expuesto anteriormente en relación con la suspensión del ejercicio de la autonomía de una comunidad (C. 82.2).
IV. El proceso de supresión
17. Cuando, debido a circunstancias particulares y de larga duración, un monasterio ya no ofrece ninguna base para la esperanza de crecimiento (cf. PC 21), se considera cuidadosamente si debe ser cerrado.
18. Se consulta al obispo del lugar.
19. Cuando la comunidad ha llegado a la conciencia de que debe cerrarse, el Padre Inmediato invita al capítulo conventual a expresar su aceptación de esta realidad mediante una votación que requiere mayoría absoluta.
20. Para considerar la supresión de un monasterio, el Capítulo General requiere un informe escrito del Padre Inmediato y del Comisario Monástico junto con sus opiniones sobre el asunto.
21m. Sólo el Capítulo General, por mayoría de dos tercios, puede decidir sobre la supresión de un monasterio autónomo.
21f. Sólo el Capítulo General, por mayoría de dos tercios, puede pedir a la Santa Sede que suprima un monasterio autónomo (CIC 616 §4).
22. Después de que el Capítulo General haya votado suprimir un monasterio, o, en el caso de un monasterio de monjas, pedir a la Santa Sede que lo haga, nombra una Comisión de Clausura compuesta por al menos cinco personas para llevar a cabo la supresión. Esta Comisión, que sustituye a la Comisión mencionada en el par. 9 anterior, presta una gran atención pastoral a los miembros de la casa suprimida, y se asegura de que cada uno encuentre una comunidad de la Orden que lo acoja con vistas a su estabilidad. Cada miembro de la Orden tiene el derecho y el deber de tener estabilidad en un monasterio de la Orden, con todos los derechos y obligaciones relacionados.
23. La comunidad que acepte a estos miembros procedentes de una comunidad suprimida manifestará su voluntad y compromiso mediante votación. Esta votación, que requiere mayoría absoluta, se realiza en el momento de la aceptación, no tras un periodo de prueba. Se invitará a estos nuevos miembros de una comunidad a actuar con prudencia en el uso de su recién adquirido derecho de voto.
24. Cuando un miembro anciano o enfermo de un monasterio suprimido deba vivir permanentemente en cualquier tipo de asilo, una comunidad de la Orden debe aceptar cuidarlo hasta su muerte. Él o ella adquiere estabilidad en esta comunidad, pero, teniendo en cuenta su ausencia física, el ejercicio de su derecho de voto puede ser suspendido.
25. Los bienes económicos del monasterio suprimido, respetando el derecho civil del lugar y la voluntad de los fundadores y donantes, siguen a los miembros supervivientes de la comunidad y pasan, en proporción, a los monasterios que los reciben. Si estos bienes son importantes, una parte se reserva para ayudar a otros monasterios de la Orden y para responder a las necesidades de la localidad en la que se encuentra el monasterio. La gestión de esta distribución de bienes y de otros elementos del patrimonio del monasterio (por ejemplo, archivos, biblioteca) se confía a la Comisión de Clausura que supervisa el cierre. Puede ser asistida, si es necesario, por personas competentes que no necesitan ser miembros de la Orden.
Si la comunidad tiene deudas, la misma Comisión las pagará, recurriendo a los activos financieros de la comunidad antes de dividirlos y apelando, si es necesario, a otras comunidades o a los órganos de la Orden como la Comisión de Ayuda o la Comisión de Finanzas de la Orden.
26. Esta Comisión da cuenta de su trabajo al siguiente Capítulo General, y mientras tanto mantiene informados al Abad General y a su Consejo de la marcha de los acontecimientos.
27. Cuando el proceso de clausura está completamente concluido, el Capítulo General emite una declaración de clausura. Cesa entonces el trabajo de la Comisión de clausura.
Preguntas a dos nuevos Presidentes de Congregación
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Perspectivas
Dom Bernard Lorent Tayart, OSB
Presidente de AIM
Preguntas a dos nuevos Presidentes de Congregación
Recientemente, la congregación Subiaco-Casinense y la de Santa Otilia, que figuran entre las más grandes de la Confederación, han elegido a su Abad Presidente: Dom Ignasi M. Fossas para la Subiaco-Casinense, Dom Javier Aparicio Suárez para Santa Otilia. Los dos nuevos Abades Presidentes proceden de la Península Ibérica. Aprovechamos la ocasión para conocerles y preguntarles sobre el funcionamiento de su congregación, la formación, la economía y la vida espiritual.
Antes de ser presidente, ¿cuál fue su trayectoria monástica?
P. A. Ignasi : Fui enfermero durante cuatro años, secretario del abad durante cinco años, ecónomo durante seis y tres años respectivamente, maestro de novicios durante dos años y medio, subprior durante cuatro años y prior durante diez años.
P. A. Javier : En 2010, fui nombrado superior de nuestra comunidad en España, que se encuentra en la ruta de peregrinación del Camino de Santiago. Desde 2021, fui procurador de la congregación de Santa Otilia, lo que equivale al ecónomo general.
Dom Ignasis M. Fossas, Presidente de la Congregación Subiaco-Casinense.
Dom Javier Aparicio Suarez, Presidente de la Congregación de Santa Otilia.
I. El funcionamiento de su congregación
¿Cómo describiría su congregación? ¿Cuáles son sus principales carismas? ¿Cuántos miembros y cuántas casas? ¿Lenguas utilizadas?
P. A. Ignasi : La congregación Subiaco-Casinense es una congregación internacional que se ha formado en los últimos 150 años a través de la agregación gradual de monasterios muy diferentes. La característica principal de la congregación es precisamente su diversidad. Hay monasterios con grandes colegios y al mismo tiempo monasterios situados en medio del campo. Además, nuestros monasterios están repartidos por los cinco continentes.
P. A. Javier : Creo que somos una congregación muy dinámica, con una energía que viene precisamente de combinar la dimensión monástica con nuestro carisma eminentemente misionero.
Las dos congregaciones son internacionales. ¿Dónde están ubicados sus monasterios? ¿Qué idiomas utilizan para comunicase entre sus comunidades?
P. A. Ignasi : Como acabo de decir, estamos establecidos en los cinco continentes. Los idiomas utilizados son el italiano, el francés, el inglés y el español, además de las lenguas locales.
P. A. Javier : Aparte de Australia, tenemos monasterios en cuatro continentes, con una fuerte presencia en África y, por supuesto, en Europa, de donde es originaria la congregación. El idioma oficial de nuestras reuniones es el inglés, pero, dado nuestro carácter internacional, el aprendizaje de las lenguas es una herramienta importante para llevar a cabo nuestra misión.
¿Cuál es la composición de su Capítulo General?
P. A. Ignasi : Nuestro Capítulo General está formado por todos los superiores de los monasterios sui juris, los visitadores de las ocho provincias que componen la congregación y los delegados de cada provincia (un delegado por cada cien monjes).
P. A. Javier : Al Capítulo General asisten todos los superiores mayores de cada comunidad, además de un representante de cada monasterio elegido por las comunidades. También están presentes los miembros del Consejo de la congregación, y a veces se invita a los superiores de algunas casas dependientes. Y, por último, hay un número considerable de asistentes: secretarios, traductores, etc.
¿Se reúne siempre en el mismo lugar?
P. A. Ignasi : No siempre. Solemos reunirnos en Italia un poco antes del Congreso de Abades para facilitar el viaje a los monjes que vienen de lejos. Pero el último Capítulo General, en 2024, se celebró en Montserrat para celebrar el milenario de la fundación de esta abadía.
P. A. Javier : Este año, excepcionalmente, nos reunimos en la abadía de Waegwan, en Corea. Por lo demás, el Capítulo General se reúne en Santa Otilia, en Baviera.
¿Cuánto dura? ¿Con qué frecuencia tiene lugar?
P. A. Ignasi : El Capítulo General se reúne cada cuatro años y dura una media de cinco a siete días.
P. A. Javier : Si no hay nada excepcional que tratar, el Capítulo dura dos semanas y se convoca cada cuatro años.
¿Cómo está formado el Consejo de su congregación?

P. A. Ignasi : En la congregación Subiaco-Casinense, el Abad Presidente tiene dos Consejos: primero el Consejo de Visitadores, que se reúne en mayo y noviembre; luego el Consejo de Asistentes, formado por cuatro monjes, uno de los cuales es el procurador, que suele reunirse una vez al mes.
P. A. Javier : El Consejo está presidido, por supuesto, por el Abad Presidente. El Consejo está compuesto por el Procurador y el Secretario que son propuestos por el Abad Presidente y confirmados por el Capítulo; dos abades son elegidos como asistentes del Abad Presidente y cinco miembros también elegidos por el Capítulo. En total, cuenta con diez miembros.
¿Con qué frecuencia se reúne? ¿En persona? ¿Por zoom?
P. A. Ignasi : Normalmente las reuniones son presenciales, pero existe también la posibilidad de utilizar Zoom.
P. A. Javier : Nos reunimos dos veces al año de forma presencial durante cinco días. Además, tenemos reuniones periódicas vía Zoom.
¿Tiene su congregación una sede permanente?
P. A. Ignasi : Nuestra residencia está en Roma, via Sant'Ambrogio 3, en la “Domus paterna sancti Ambrosii”.
P. A. Javier : La sede de la congregación (casa de la congregación) se encuentra en la abadía de Santa Otilia. Allí residen el Abad Presidente, el Procurador y el Secretario.
Dado el tamaño de sus congregaciones, ¿tienen una organización regional propia? ¿Cómo funcionan las relaciones interregionales?
P. A. Ignasi : Estamos organizados en provincias. Algunas provincias se basan en la región, como las provincias vietnamita, italiana y filipina; otras se basan en la lengua: las provincias francesa, española e inglesa.
P. A. Javier : A veces ciertas partes del mundo trabajan más estrechamente, como es el caso de los monasterios de África, que constituyen el 59% de la congregación. Del mismo modo, los monasterios europeos tienen su propio peso específico. Pretendemos estrechar las relaciones entre los monasterios de América y Asia.
¿Tienen la oportunidad de reunir a los superiores de sus monasterios fuera del Capítulo General? ¿Se reúnen a menudo? ¿Pueden reunirse con ellos fuera de los Capítulos o de las visitas canónicas?
P. A. Ignasi : Debido al tamaño de nuestra congregación, todos los superiores se reúnen sólo en los Capítulos Generales. Entre ellos, sin embargo, se reúnen a nivel provincial o regional, con superiores de otras congregaciones benedictinas o incluso de otras Órdenes.
P. A. Javier : Cada cuatro años, entre la celebración del Capítulo General, se convoca una reunión con todos los superiores mayores para evaluar el Capítulo pasado, seguir la progresión de los temas tratados y proponer nuevos temas para el próximo Capítulo. Además, las distintas regiones celebran reuniones anuales de superiores. Por último, hay muchas oportunidades informales para que los superiores se encuentren.
muchas oportunidades informales para que los superiores se encuentren.
¿Prevé usted en su congregación el traslado de monjes o monjas del Sur, donde las vocaciones son más numerosas, al Norte donde faltan? ¿O deja que las comunidades se ocupen de esto de forma independiente?
P. A. Ignasi : Cada comunidad decide de modo independiente. Hay cierto movimiento, pero es más en el contexto de la hospitalidad de monasterios del Norte que acogen a monjes del Sur para facilitar la formación.
P. A. Javier : Es una cuestión compleja que requiere una respuesta detallada. La experiencia nos demuestra que cada caso debe tratarse individualmente, tanto para el monje como para la comunidad a la que está destinado. No es tanto una cuestión de números, sino más bien una cuestión de motivación y de compromiso para que esto pueda llevarse a buen término. No obstante, no se trata de una cuestión cerrada y la congregación como tal está muy comprometida a considerarlo.
¿Cómo reacciona su congregación ante la posibilidad de tener superiores mayores que no sean sacerdotes, cuando sus congregaciones son sin duda consideradas sacerdotales por la Santa Sede?
P. A. Ignasi : Ya hay algunos ejemplos que funcionan bien, creo. El último Capítulo General introdujo cambios en nuestras Constituciones en este sentido. Estamos esperando la respuesta del Dicasterio (CICLSAL).
P. A. Javier : La pregunta es muy diferente de la anterior, pero la respuesta es la misma: cada caso debe tratarse por separado, teniendo en cuenta la persona y la comunidad.
¿Disponen de una Comisión Jurídica con el mandato de ayudarles para tales cuestiones?
P. A. Ignasi : Sí, tenemos una Comisión.
P. A. Javier : No tenemos una Comisión Canónica como tal, pero contamos con expertos en derecho canónico que son consultados cuando es necesario.
II. Formación
Con respecto a la formación, ¿tienen un programa común dentro de la congregación, o cada monasterio es autónomo en este ámbito?
P. A. Ignasi : Cada monasterio es autónomo, pero hay programas comunes para cada provincia. Un buen ejemplo es el Studium en Bouaké.
P. A. Javier : Hace unos años elaboramos una serie de elementos de formación, no un estatuto, que contemplaban algunos de los puntos fundamentales comunes a toda la congregación. Establecimos los principios generales de lo que entonces se consideraba necesario a nivel de la congregación.
¿Es fácil encontrar formadores?
P. A. Ignasi : o, no es fácil. Ahora es un verdadero reto tanto en Norte como en el Sur.
P. A. Javier : ¡No se nace formador, se llega a serlo! En la práctica, depende de las personas disponibles en cada comunidad. Aun así, encontrar un buen formador no es tarea fácil. Además, es esencial proporcionarles las herramientas que necesitan para desempeñar su función con éxito.
¿Tienen algún responsable de formación dentro de la congregación, o un equipo dedicado a esta tarea?
P. A. Ignasi : No, pero hay responsables en cada provincia.
P. A. Javier : Como tal, no hay ningún responsable y no tenemos intención de asumir esta función porque la realidad de la formación es muy diversa si tenemos en cuenta las muchas diferencias entre los monasterios de nuestra congregación. No obstante, en lo que respecta a nuestras casas de estudio, tenemos un supervisor que las visita regularmente.
¿Fomenta usted los encuentros entre formadores?
P. A. Ignasi : Sí, dentro de cada provincia.
P. A. Javier : Sí. De hecho, este año, después del Covid, vamos a reanudar el encuentro de maestros de novicios de toda la congregación. Tendrá lugar en Nairobi. Además, a menudo enviamos a nuestros formadores a programas de formación, como el programa de “Formadores monásticos”, o a programas organizados a nivel regional.
Dado que sus congregaciones son internacionales, ¿es posible que los jóvenes religiosos del Norte vayan a formarse al Sur? ¿Y vice versa? ¿Hay intercambios entre formadores y pueden pasar de un monasterio a otro para enseñar?
P. A. Ignasi : Hasta ahora, lo que ha venido ocurriendo es que los alumnos van de Sur a Norte y los profesores van de Norte a Sur, pero lo último es mucho menos habitual.
P. A. Javier : Esto es algo que ocurre con bastante frecuencia en nuestra congregación. Nuestras casas de estudio son internacionales y tenemos un gran número de estudiantes en San Anselmo y en otros lugares. Y en cuanto a formadores, cuando ha sido necesario, algunas comunidades se han ayudado recibiendo formadores de otros monasterios.
¿Organizan encuentros entre jóvenes, novicios, jóvenes profesos, estudiantes, respectivamente?
P. A. Ignasi : Sí, claro, pero a nivel de cada provincia.
P. A. Javier : Hay varios programas organizados a niveles muy diferentes: encuentros anuales de novicios, dependiendo de la región; encuentros de juniores cada dos años; diversos programas relacionados con nuestras misiones, etc. La experiencia de estos encuentros es realmente positiva, porque ayuda a cohesionar una congregación tan diversa como la nuestra.
¿Cuáles son las regiones con más vocaciones?
P. A. Ignasi : Vietnam en primer lugar, después Filipinas, África y América Latina.
P. A. Javier : Básicamente África. En Europa el descenso es evidente, pero no dramático. Regiones como Asia y América muestran un crecimiento modesto.
¿Tienen su propio centro de estudios de Filosofía y Teología? ¿Trabajan con otras congregaciones, incluso no benedictinas? ¿San Anselmo u otros centros internacionales de formación?
P. A. Ignasi : No tenemos centro propio, aparte del Studium de Bouaké para el África Occidental francófona y el Studium de Montserrat para la provincia hispanohablante. Entonces cada monasterio decide. Algunos monasterios, como Montserrat, pueden organizar los estudios en sus locales porque están asociados a Sant Anselmo. Otros buscan lugares de estudio en su propia vecindad o en San Anselmo.

P. A. Javier : Tenemos dos casas de estudio, una en Nairobi, Kenia, y la otra en Lusaka, Zambia. Un gran número de nuestros estudiantes están en Morogoro, Tanzania. Además, hay varios monjes estudiando en otros lugares, incluido San Anselmo. Actualmente hay unos 100 monjes estudiando allí.
¿Tienen una política común sobre el abuso, el abuso de autoridad tanto como durante la formación de sus jóvenes miembros?
P. A. Ignasi : Todavía no. Algunos monasterios están más avanzados en estos puntos y otros van más lentos.
P. A. Javier : Desgraciadamente, todavía no hemos trabajado nada en este ámbito.
¿Qué esperarían de AIM en el ámbito de la formación?
P. A. Ignasi : Ciertamente una ayuda financiera para los monjes y monjas que pueden y quieren estudiar y que no tienen recursos financieros. También está la cuestión del apoyo al Studium de Bouaké.
P. A. Javier : Quizás AIM pueda contribuir al desarrollo de cuestiones como la mencionada en la pregunta anterior. Lo más importante en términos de formación es promover y organizar encuentros a nivel regional y prestar especial atención a monasterios con pocos recursos, tanto humanos como económicos, para mejorar los niveles de formación. Desgraciadamente, todavía no hemos trabajado en nada en este ámbito.
III. Vida económica
Cada monasterio es autónomo, pero ¿interviene su congregación en la situación económica de los monasterios? ¿Los controla? ¿Se presentan las cuentas anualmente?
P. A. Javier : Intervención es una palabra muy fuerte y puede interpretarse de varias maneras. Dentro de la congregación tenemos mecanismos para controlar y supervisar la situación económica y financiera de todos los monasterios. Una vez al año están obligados a presentar un informe de auditoría externa y cada cuatro años, como parte de la Visita Canónica realiza una visita financiera. Todo ello supervisado por el Consejo de Auditores de la congregación.
P. A. Ignasi : Durante la visita canónica, comprobamos las cuentas y la situación económica de los últimos cuatro años. Los monasterios se ayudan mutuamente dentro de cada provincia y también a nivel de la congregación.
¿Tienen un fondo de solidaridad? ¿Y cómo funciona?
P. A. Javier : No exactamente. Las emergencias económicas se tratan individualmente y buscamos soluciones en las que se puede recurrir a la solidaridad de otras comunidades. En este sentido, la congregación juega más un papel de mediación y asesoramiento.
P. A. Ignasi : Tenemos un Fondo de Solidaridad de la congregación. El último Capítulo General nos pidió que redactáramos los estatutos, que fueron aprobados por el Consejo de Visitadores en noviembre de 2024.
¿Dispone su congregación de recursos propios aparte de las aportaciones de los monasterios?
P. A. Javier : No, la congregación como tal funciona gracias a las aportaciones de cada monasterio.
P. A. Ignasi : En los últimos años sí. Aunque los recursos no son muy cuantiosos, ayudan mucho al sostenimiento de la congregación.
¿Organiza su congregación reuniones para ecónomos?
P. A. Javier : Actualmente estamos trabajando en una serie de talleres dirigidos principalmente a la formación económica y financiera de los nuevos ecónomos y superiores. En algunas regiones de la congregación hay encuentros para ecónomos, pero hasta ahora no a nivel de congregación.
P. A. Ignasi : La congregación, no, pero algunas provincias sí.
¿Hay monasterios gestionados económicamente por laicos?
P. A. Javier : Aunque todavía no es la norma, cada vez es más y más habitual que profesionales externos gestionen parte de la administración. Algunos monasterios ya cuentan con laicos como administradores.
P. A. Ignasi : En el día a día real de los monasterios, sí, pero siempre hay un monje responsable a quien se le remite.
¿Tienen algún asesor para inversiones financieras, inversiones éticas o cualquier otra cosa?
P. A. Javier : Este es un ámbito en el que cada monasterio decide por sí mismo cómo gestionar sus recursos. A nivel de congregación también ofrecemos este servicio y para ello contamos con asesores externos que gestionan las inversiones.
P. A. Ignasi : Depende de cada monasterio, pero a menudo hay asesores.
Cuando se suprime un monasterio, ¿cómo interviene la congregación en la gestión de personas y bienes?
P. A. Javier : Hasta la fecha sólo hemos tenido casos de cierre de monasterios dependientes, no de monasterios autónomos, y han sido los propios monasterios los que han supervisado el proceso. En alguna ocasión se ha recurrido a la ayuda y asesoramiento de la congregación.
P. A. Ignasi : Normalmente todo está previsto en nuestras Constituciones. Algunos puntos fueron modificados en el último Capítulo General y estamos a la espera de la aprobación del Dicasterio.
¿Qué ocurre si un monasterio está en quiebra?
P. A. Javier : Aunque no se puede descartar esta posibilidad, nunca hemos tenido un caso hasta la fecha. Pero somos conscientes de que es imprescindible prever estas situaciones y abordar el problema con el tiempo suficiente para analizar las posibles alternativas, incluyendo, si fuera necesario, el cierre del monasterio.
P. A. Ignasi : En tal caso, los monasterios de la provincia pueden ayudar. También pedimos ayuda a monasterios de otras provincias. La congregación no dispone de recursos para ello.
IV. Vida de oración
Estar al frente de una congregación conlleva grandes responsabilidades y una buena cantidad de viajes. ¿Qué lugar encuentras para Cristo en tu vida?
P. A. Ignasi : Sin Él en el centro de mi vida de monje, el servicio que se me ha pedido sería imposible.
P. A. Javier : Es cierto que el ritmo normal que se presupone en la vida monástica no existe en el caso de un Abad Presidente. A pesar de esto, los muchos momentos de soledad que conllevan los viajes y los problemas que hay que afrontar, me hacen darme cuenta cada vez más agudamente de la necesidad de intensificar mi confianza en Cristo y de tratar de encontrarle en medio de una vida más ajetreada de lo habitual.
¿Tiene una lista de predicadores específica para su congregación?
P. A. Ignasi : No, no tenemos una lista, pero los monjes conocen uno que otro a nivel de provincias y regiones lingüísticas.
P. A. Javier : No, no tenemos una lista de predicadores.
¿Cuál es el ritmo de retiros espirituales en sus monasterios?
P. A. Ignasi : Normalmente, cada monasterio organiza un retiro de entre cuatro y siete días cada año para la comunidad y fomenta momentos de retiro privado para los monjes.
P. A. Javier : La norma establece un retiro anual para todas nuestras comunidades, pero corresponde a cada una decidir la forma de estos ejercicios espirituales. Además, las comunidades organizan días específicos de retiro o reuniones comunitarias para reflexionar y tratar temas cercanos a sus corazones, según sus propias necesidades.
¿Tienen algún miembro de la congregación que publique libros sobre espiritualidad, escriba para revistas o se especialice en el estudio de la Regla de San Benito?
P. A. Ignasi : Sí, y algunos monasterios publican revistas para estudiar y compartir sobre estos temas.
P. A. Javier : La congregación como tal no tiene la misión específica de tratar asuntos espirituales. Una vez más, esto se deja al criterio de cada comunidad.
¿Tiene su congregación devociones propias?
P. A. Ignasi : Eso depende de cada monasterio, pero no hay una devoción específica de la congregación.
P. A. Javier : Evidentemente, la devoción mariana es común a todas nuestras comunidades, que la expresan de diferentes maneras y en diferentes tiempos litúrgicos. La devoción al Sagrado Corazón también se encuentra en muchos de nuestros monasterios.
¿Tienen algún candidato a la canonización o beatificación?
P. A. Ignasi : No conozco ninguna causa de canonización que implique a monjes de nuestra congregación. Pero creo que hay causas en marcha en Singeverga y Montevergine.
P. A. Javier : Sí, actualmente tenemos en marcha la causa de los mártires coreanos. En total, 36 mártires, de los cuales 18 sacerdotes, 13 hermanos, 3 hermanas y una laica, murieron entre 1949 y 1952.

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Testigos
Hno. Joseph Benedict Donleavy, Dom John George, OSB
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Del 15 al 19 de Julio 2024, una delegación de 54 monjes y monjas de las casas de la Congregación Benedictina Inglesa se reunieron en la Abadía de Buckfast, Inglaterra, para una Conferencia titulada: "¿Es este el camino que conduce a la vida? Pensar de otra manera sobre el cambio". Monjes de Perú y EE.UU., así como monjas de Suecia, Irlanda y hasta Australia se reunieron en Inglaterra para compartir esta experiencia. La conferencia fue organizada por un comité que había sido delegado en el Capítulo General anterior para proporcionar a la Congregación un foro de formación continua. Los días consistieron en reunirse en sesiones plenarias, a las que todos asistieron, o en grupos más pequeños de 2, 3 ó 4 personas. También hubo una actividad de juego de roles, para la que nos reunimos en grupos de 10.

El P. Michael Casey OCSO, de la Abadía de Tarrawarra, Australia, se reunió con nosotros durante toda la semana y nos dio su aportación en forma de dos charlas (Vivir en un mundo cambiante, y La ascesis del liderazgo monástico). El Hno. John Mark Falkenhain de la Archiabadía de St. Meinrad, EE.UU., se reunió con nosotros en una sesión virtual y dio una charla titulada «Liderando con autoridad», que se centró en la autoridad y la obediencia. A los participantes se les dijo antes de la conferencia que deberían estar preparados no para volver con información para sus respectivas comunidades, sino para volver cambiados para mejor, por la experiencia. Esto puso las conferencias del P. Michael y el Hno. Mark en perspectiva: las conferencias deben ser escuchadas como fuente de formación personal, como parte de un proceso de cambio personal.
Dos de los monjes más jóvenes de la Congregación han reflexionado a continuación sobre su experiencia de la Conferencia.
Hno. Joseph Benedict Donleavy, Abadía de Ampleforth:

La Congregación Benedictina Inglesa me parece estar en una encrucijada. Después de Cor Orans, tres nuevas comunida-des han entrado en nuestra congregación: Mariavall en Suecia, Kylemore en Irlanda, y Jamberoo en Australia. Minster, un monasterio inglés de monjas, también ha solicitado su ingreso.
En la conferencia se hizo patente que las nuevas comuni-dades han traído consigo una vitalidad y un entusiasmo reales. A pesar del título de la conferencia, fue interesante que no hubiera una gran cantidad de discusión sobre planes para el futuro. Más bien, la atención se centró mucho más en cómo nos relacionábamos entre nosotros. La oportunidad de conocer mejor a otros miembros de la congregación - especialmente a los que acababan de unirse a nosotros - fue en sí misma vivificante para mí. En este sentido, descubrí que el camino hacia la vida era recibirla de los demás.
Nuestro facilitador nos pidió que practicáramos el hablar desde nuestra experiencia, lo que entendí como describir nuestros pensamientos y sentimientos basándonos en lo que estaba ocurriendo o lo que nos había ocurrido. Este me brindó la oportunidad de aprender a expresar lo que estaba pensando, no emocionalmente, sino describiendo la emoción y la situación real de la que procedía. Tuve que aprender también a expresar la experiencia de manera diferente a los distintos grupos: un uno a uno es muy diferente de una sesión plenaria. Tuve la experiencia de que me pusieran en grupos más pequeños que nunca habría elegido para hablar de mí mismo. Aproveché la oportunidad para compartir algo de mi experiencia con estos otros, confiando en que lo recibirían de buena fe. Me sorprendió gratamente que lo hicieran, ¡y a veces respondieron de la misma manera!
Una constatación personal de esta semana fue también la necesidad que tengo de escuchar más abiertamente a los demás. A menudo tengo una idea preconcebida de por qué alguien está diciendo lo que está diciendo, y el juego de rol que hicimos dejó claro que estas ideas preconcebidas son a menudo correctas. Sin embargo, me di cuenta de que todos -incluido yo mismo- necesitamos sentirnos lo suficientemente seguros como para poder expresarnos honesta y abiertamente para poder participar en los debates. Vi el peligro real de prejuzgar lo que la gente estaba diciendo, no permitiéndoles ser quienes son y negándoles el espacio para que su compartir fuera recibido en el grupo. Un participante dijo: “pienso mejor con los demás”. Creo que no sólo pienso mejor con los demás, sino que también vivo mejor con los demás. Esta fue una oportunidad para mí de reflexionar sobre lo bien que pongo en práctica eso. Fue, por tanto, una oportunidad para mi propia conversión personal.
Vale la pena decir algo brevemente sobre el juego de roles. A cada miembro de los grupos de diez se le asignó un personaje. Interpretábamos a una pequeña comunidad de monjas a las que un benefactor, conocido sólo por un miembro del grupo, había ofrecido una importante suma de dinero. Cada monja tenía sus propias ideas sobre el uso que debía darse al dinero y había tres opciones básicas: reformar el monasterio actual, hacer una fundación o trasladarse a otro lugar como comunidad entera. Había 4 grupos representando este juego de rol. Ninguno de ellos fue capaz de llegar a una conclusión adecuada sobre qué hacer. El principal problema era la comunicación. Algunos no querían dar a conocer sus pensamientos o la información que tenían, mientras que otros luchaban por ofrecer algo constructivo y se sentían excluidos de la conversación. Otros simplemente se empeñaban en ser incómodos. Al ver semejante caos (que todos pudimos ver reflejado en cierta medida en nuestras comunidades de origen quedó claro lo importante que es desarrollar una comunicación eficaz.
Hacia el final de la conferencia, hubo algunas voces que expresaron su preocupación por nuestra fragilidad como comunidades, ya que en los últimos años se han producido muchos cambios en nuestros monasterios, como la disminución del número de monjes. Un miembro planteó la posibilidad de un nuevo documento para las comunidades masculinas (similar a Cor Orans) procedente de Roma en un futuro próximo, que podría requerir cambios que nosotros aún no somos lo suficientemente valientes para hacer. Algo que pareció evidente de nuestras conversaciones es que cuanto mejor seamos capaces de comunicarnos mutuamente nuestra experiencia, nuestros miedos y nuestras esperanzas, mejor podremos afrontar los retos venideros.
En este momento, es imposible decir cuál será mi propio futuro, el futuro de mi comunidad o el futuro de nuestra congregación en términos concretos. Sin embargo, creo firmemente que cuanto más mejoremos nuestra comunicación dentro de las comunidades y entre ellas, mejor será ese futuro.
Dom John George, Comunidad de San Gregorio Magno:

Que la Congregación Benedictina Inglesa se encuentra en un momento de transición no se discute: las estadísticas hablan por sí solas. Nuestras comunidades están cambiando y con el cambio vienen los retos (y las oportunidades). Sin embargo, fue profundamente impresionante ver una muestra representativa de la Congregación presente en la conferencia celebrada en Buckfast Abbey, Devon. Abades, Abadesas, seniors, juniors - y los que están en medio- europeos y no europeos, todos se encontraron hablando, escuchando y compartiendo juntos. Nuestras casas se reunieron como pequeñas iglesias, para aprovechar las experiencias de los demás y reconocer mejor el papel que desempeñamos en la iglesia universal.
La Conferencia tuvo un carácter decididamente “sinodal”. No hubo ningún orden del día ni objetivos que tuvieran prioridad. En su lugar, nos reunimos como monjes y monjas para conocernos un poco mejor y establecer conexiones entre nosotros. La conferencia permitió a los participantes hablar libre y honestamente sin necesidad de defender obstinadamente puntos de vista (cf. RB3:4). Al fin y al cabo, se trataba de la Congregación hablando y escuchando juntos. Como uno de los monjes más jóvenes en la conferencia, fue un gran estímulo ver la escucha benedictina en acción, de una manera poderosa. Cuando hablamos, ya fuera en las sesiones plenarias más amplias o en grupos más pequeños, me sorprendió el respeto mostrado cuando cada persona hablaba desde su propia experiencia de vida monástica. Lo que surgió fue una mayor apreciación de los problemas y desafíos que enfrentamos en nuestras comunidades y el deseo de asegurar un futuro para la vocación benedictina en nuestros respectivos países.
Es fácil que este tipo de conferencias se conviertan en un recuerdo lejano, fácilmente olvidable en cuanto volvemos a las exigencias de la vida monástica, pero fue perceptible que muchos, especialmente los participantes más jóvenes, eran muy conscientes de la necesidad de que las conversaciones y el intercambio continúen. A medida que el monacato se enfrenta a enormes cambios culturales y religiosos, se hace cada vez más importante reconocer que ninguna casa tiene la solución. Sin embargo, cuando nos reunimos como monjes y monjas, se nos recuerda el valor de nuestra vocación monástica, y esto nos desafía a pensar sobre las formas en que podemos asegurar su futuro para una nueva generación.
Reflexiones sobre la presencia/ausencia de los monjes en la vida de la Iglesia en la actualidad
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Reflexiones
Manuel Nin i Güell, osb
Monje de Monserrat (España) y
Exarca Apostólico de la Iglesia Greco – Católica de Grecia
“¿Qué o quién falta?”
Reflexiones sobre la presencia/ausencia de los monjes en la vida de la Iglesia en la actualidad

En los grandes momentos de la historia de las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente ha habido presencias - “grandes presencias” diría yo- que han marcado un momento concreto en la historia de una u otra Iglesia cristiana: la predicación de los apóstoles tras la resurrección de Cristo; el martirio y los mártires de los primeros siglos cristianos; los grandes exégetas y teólogos de los siglos II al V, y las afirmaciones teológicas -trinitarias y cristológicas- de los primeros grandes concilios ecuménicos, desde Nicea hasta Calcedonia; el impulso apostólico y misionero hacia el Lejano Oriente -India, China, Mongolia- de las Iglesias siríacas orientales desde los albores de los primeros siglos; la expansión de la vida monástica en Oriente y Occidente, con la influencia y el peso de los monjes y los grandes centros monásticos en la formación y el desarrollo de tantos aspectos de la liturgia cristiana. Y esto es válido para tantos periodos y momentos de la historia de las Iglesias desde el primer y segundo milenio hasta nuestros días, con, y utilizo de nuevo el término, “grandes presencias” que han tenido y siguen teniendo influencia en la vida de las Iglesias.
Ciertamente, hay “grandes presencias”, pero, me pregunto, quizás si también hay “grandes ausencias”, al menos en determinados periodos de la historia. Y, en este momento de la vida de la Iglesia, al menos de la Iglesia católica, tanto oriental como occidental, me he estado preguntando: ¿qué o quién falta en la reflexión eclesial actual, en relación con un tema que, hoy por hoy, parece ser -si se me permite la imagen- el único salvavidas al que agarrarse, a saber, el tema de la sinodalidad?
En un texto anterior intenté explicar lo que, en mi opinión, la sinodalidad no es tanto, el camino sinodal, la dimensión sinodal de la Iglesia...-con toda la terminología derivada del sustantivo que le dio origen-, sino precisamente volver al sustantivo original: qué es el sínodo. Así, los demás términos: sinodal, sinodalidad... derivan y califican las realidades a las que se atribuyen; pero comprender el sustantivo y su verdadero y propio significado es fundamental.
Aquí me gustaría ir más allá en esta reflexión y tratar de entender y responder a la pregunta que me vengo haciendo: en el momento actual en la Iglesia, ¿qué o quién falta? Y la respuesta, en mi opinión, se encuentra en la presencia/ausencia de monjes, de la En primer lugar, quisiera señalar que los monjes, desde sus orígenes en los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días, son cristianos a los que no les gusta ponerse en el candelero, que disfrutan del silencio, la paz y la distancia del mundo; ellos mismos casi nunca se ponen en primer plano. Desde el principio, los monjes “huyeron” del mundo, pero esto no significa que su experiencia como hombres de Iglesia deba pasarse por alto o dejarse de lado, sino todo lo contrario: Porque acudir a los Padres del Desierto con la petición: “Padre, dame una palabra...” sigue siendo válido y actual.
La importancia de los monjes y de los monasterios. En los grandes momentos de reflexión teológica, los monjes estuvieron/están presentes. De manera especial y como ejemplo, en la crisis iconoclasta de los siglos VIII y IX, fueron los grandes monjes teólogos los que firmaron la “victoria ortodoxa” en lo que fue una de las mayores crisis teológicas del primer milenio, y por tanto la consolidación en el medio bizantino de un estilo de liturgia fuertemente monástico.
¿Qué o quién falta cuando los monjes están ausentes de la vida de la Iglesia de hoy? ¿Tal vez alguien podría aventurarse a decir “apartados” o simplemente “olvidados”? Tal vez la humildad de los monjes haga que no aparezcan o no quieran aparecer, y no lo descarto. La respuesta a mi propia pregunta no pretende ser polémica, porque es cierto que ha habido y sigue habiendo monjes que destacan por sus aportaciones en diversos sectores de la teología y de la vida de la Iglesia; monjes eminentes y sabios que participaron, por ejemplo, en el Concilio Vaticano II e hicieron su aportación en el sector litúrgico y en el sector específico de la reforma litúrgica romana.En primer lugar, quisiera señalar que los monjes, desde sus orígenes en los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días, son cristianos a los que no les gusta ponerse en el candelero, que disfrutan del silencio, la paz y la distancia del mundo; ellos mismos casi nunca se ponen en primer plano. Desde el principio, los monjes “huyeron” del mundo, pero esto no significa que su experiencia como hombres de Iglesia deba pasarse por alto o dejarse de lado, sino todo lo contrario: Porque acudir a los Padres del Desierto con la petición: “Padre, dame una palabra...” sigue siendo válido y actual.
La importancia de los monjes y de los monasterios. En los grandes momentos de reflexión teológica, los monjes estuvieron/están presentes. De manera especial y como ejemplo, en la crisis iconoclasta de los siglos VIII y IX, fueron los grandes monjes teólogos los que firmaron la “victoria ortodoxa” en lo que fue una de las mayores crisis teológicas del primer milenio, y por tanto la consolidación en el medio bizantino de un estilo de liturgia fuertemente monástico.
¿Qué o quién falta cuando los monjes están ausentes de la vida de la Iglesia de hoy? ¿Tal vez alguien podría aventurarse a decir “apartados” o simplemente “olvidados”? Tal vez la humildad de los monjes haga que no aparezcan o no quieran aparecer, y no lo descarto. La respuesta a mi propia pregunta no pretende ser polémica, porque es cierto que ha habido y sigue habiendo monjes que destacan por sus aportaciones en diversos sectores de la teología y de la vida de la Iglesia; monjes eminentes y sabios que participaron, por ejemplo, en el Concilio Vaticano II e hicieron su aportación en el sector litúrgico y en el sector específico de la reforma litúrgica romana.propia vida monástica, en el momento actual de la Iglesia. A la pregunta ¿Qué o quién falta? me atrevería a responder, aunque sólo fuera a mí mismo, con otra pregunta: ¿No nos faltan monjes y la experiencia de la vida monástica misma? Y me tomo la libertad de formular esta pregunta como un obispo-monje o monje-obispo, según se quiera pensar de mí.
Cabe preguntarse cómo se llegó a esta situación. Pondré algunos ejemplos de la Liturgia de las Horas en la actual tradición romana: la reducción del número de salmos en las horas de oración. Las horas menores, reducidas de tres a una, dependiendo de la región o de las necesidades pastorales de los sacerdotes o de las diversas comunidades parroquiales. Y la decisión -siempre controvertida y abierta al debate- de “recortar” o simplemente “suprimir” los versículos imprecatorios de los salmos, o incluso excluir salmos enteros de la salmodia o de la oración.

Pero este “sacrificio” del propio salterio, y del papel de los salmos en la oración, es en el fondo el resultado, una vez más, de un abandono de lo que debería ser fundamental en la vida de toda Iglesia y comunidad cristiana: la mistagogía. Frente a las dificultades que encontramos en los textos escriturísticos y litúrgicos y en nuestra propia comprensión de ellos -dificultades que existen y que nadie oculta-, frente a estas dificultades necesitamos desarrollar una catequesis, es más, una verdadera y propia mistagogía para nuestros fieles, una mistagogía que les lleve a la comprensión y a la acogida en su propia vida, de un modo de orar en el que el salterio, carácter distintivo de la oración cristiana, tenga un lugar fundamental. Esta catequesis, esta mistagogía, es vital para la supervivencia de la liturgia de las Iglesias cristianas. Aquí podemos utilizar realmente con toda la fuerza de una frase que a veces se ha utilizado demasiado: “la Iglesia de mañana será mística o no será”. Si, en los primeros siglos de las Iglesias cristianas, los textos litúrgicos -bíblicos o eucológicos- y los sacramentos mismos en su celebración hubieran sido siempre fáciles y comprensibles para todos los fieles, no habrían existido y hoy no tendríamos las grandes catequesis mistagógicas de Cirilo de Jerusalén y Teodoro de Mopsuestia, por citar sólo dos grandes nombres.
Me pregunto si esta mistagogía no falta también en la Iglesia en este momento y especialmente en el contexto del “sínodo de obispos” y de la terminología que se utiliza quizás con demasiada abundancia y con la que estamos inundados: “sinodalidad”, “Iglesia sinodal”. Desde el primer momento de la celebración del Sínodo de los Obispos, la falta de precisión terminológica y el contenido de la terminología utilizada fue evidente, especialmente para los procedentes de las Iglesias orientales católicas.
¿Qué o quién falta? Volviendo al punto de partida de mi reflexión, en un momento en el que queremos iniciar un camino que pretende ser una experiencia de sinodalidad en la vida de la Iglesia, tengo la impresión de que una vez más faltan monjes, o más precisamente, la opinión y la experiencia de los monjes en este campo - una experiencia que seguramente sería preciosa-. ¿Quizás los monjes, hombres de silencio y de repliegue, se han quedado en su desierto, en su soledad? también puede ser, pero desde el desierto siempre han tenido, y deberían tener hoy, una palabra que decir y que dar.
En Occidente, el monacato quizá no esté de moda hoy en día. Hoy en día, las órdenes religiosas y los movimientos con un fuerte carácter misionero y tendencias apostólicas, jerárquicamente organizadas y centralizadas, tienen una posición de “primera línea de combate” en la vida de la Iglesia. Y alguien puede preguntarse simplemente: ¿Qué hacen los monjes? La respuesta es fácil y es una que la historia ha dado y sigue dando: son hombres de silencio, de oración, de soledad y comunión. Son hombres, me atrevería a llamar, “nocturnos”, que, en la oscuridad de la noche o al amanecer, se levantan y, ¿qué hacen? Sencillamente y nada menos que coger el salterio, “el David”, como lo llama también la tradición siríaca, este libro de oraciones antiguas, judías en su origen, cristianizadas por el propio Cristo cuando las rezó con las manos extendidas en la cruz, oraciones todavía cristianizadas hoy por los propios monjes que ven y encuentran en ellas la voz de Cristo, la voz de la Iglesia, el grito de la humanidad misma, y las convierten en su propia oración. Oraciones acogidas por estos hombres de la noche, que desde hace siglos las mantienen vivas, rezando con ellas cada noche, cada mañana, cada tarde y durante todo el día. Estos hombres, que viven en la oscuridad de la noche, esperando el alba, en silencio, en fraternidad, les gusta actuar, les gusta vivir verdaderamente en modo sinodal. Saben, porque lo aprendieron el primer día que llamaron a la puerta del monasterio, con quién viajan, por qué viajan, hacia dónde viajan, con quién viajan juntos.
Los monasterios y los monjes de Oriente y Occidente son para toda la Iglesia, para todos los cristianos, un verdadero y real ejemplo de vida en sínodo (prefiero utilizar el sustantivo en lugar del adjetivo) y no sólo porque el abad, padre y pastor de la comunidad, reúne a los monjes, a todos los hermanos de esta familia que es el monasterio, los escucha, los compromete en una verdadera y real colegialidad en la vida cotidiana del monasterio -el abad convoca, escucha a todos… - pero, sobre todo, porque ellos mismos saben con quién, para quién y hacia dónde caminan.
El monasterio no es una democracia parlamentaria donde todos deciden todo, sino un lugar de escucha, bajo la guía y la palabra del abad, y es, como la propia Iglesia, el verdadero y único Cuerpo de Cristo. Un monasterio/cuerpo en el que cada miembro tiene su propio papel, todos ellos guiados por el abad, por aquel que es el padre, la cabeza, el pastor, el guía y por lo tanto el vicario de Aquel que es la verdadera Cabeza, el Pastor, el Guía, en otras palabras, Cristo el Señor.
¿Qué y quién falta? En mi párrafo anterior he intentado aclarar el significado del sustantivo “Sínodo” y subrayar que no es una cuestión de “todos caminando juntos...”, sino más bien de “todos caminando con Cristo...”. De este real y verdadero “camino sinodal” los monjes son -al menos en esto, seguramente- expertos. Los monasterios y el mismo camino de las Iglesias cristianas, como he señalado, no son y no pueden ser gobernados como una especie de “democracia parlamentaria de toma de decisiones”. En los monasterios, corresponde al abad, al pastor, junto con todos los monjes, reflexionar y decidir. El monasterio, la vida de los monjes, es siempre un ejemplo verdadero y real de lo que es el sínodo, lo que debe ser el camino con Cristo, bajo la guía del pastor de la comunidad, en la escucha de la Palabra de Dios, en la vida sacramental, en la celebración de la fe y en la comunión fraterna.
¿Qué y quién falta? Tal vez la experiencia de este verdadero sínodo, que es la vida de todo monasterio cristiano, podría ayudarnos a encontrar hoy una respuesta. La palabra de los monjes, desde los Padres del desierto en sus apotegmas hasta hoy, ha sido siempre una palabra clara, siempre afilada como una espada de doble filo, y al mismo tiempo siempre una palabra humilde de comunión y de Evangelio. Escuchar, involucrar a los monjes, no es sacarlos de su silencio, de su “oscuridad”, sino escuchar la palabra que brota de su silencio y de su oración, que brota de ese David que, cada mañana, les hace repetir con insistencia: “Escucha, Señor, mi oración; inclina tu oído a mi súplica...”.
El Concilio de Nicea
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Una página de Historia
Dra. Jérôme de Leusse, Doctora en Historia
Presidenta de la Fundación Benedictus, bajo el auspicio de Cáritas Francia
El Concilio de Nicea
L’Église en cette année jubilaire, célèbre le 1700e anniversaire du concile de Nicée qui a eu lieu au printemps et au début de l’été 325.
En este año jubilar, la Iglesia celebra el aniversario 1700 del Concilio de Nicea, que tuvo lugar en la primavera y principios del verano de 325. Esta celebración tiene un gran significado para el mundo cristiano. El Credo de Nicea es un vínculo de unidad de una fe común entre las principales Iglesias cristianas, compartida entre el mundo de la Reforma, el Ortodoxo (con el importante matiz del Filioque añadido por Carlomagno) y el catolicismo. Nicea también reformó la vida y la organización de la Iglesia. Más allá del concilio en sí, el contexto histórico tuvo una influencia duradera en la vida de la Iglesia.
La crisis del siglo III
En el año 325, el Imperio Romano dominaba la cuenca mediterránea y gran parte de Europa. Sin embargo, este Imperio Romano ya no era como lo había sido en sus inicios. Entre 235, el final de la dinastía de los Severos, y 284, la ascensión de Diocleciano, el Imperio estuvo marcado por golpes de Estado, pronunciamientos militares, usurpaciones y asesinatos de emperadores, así como guerras civiles. Parecía que se tambaleaba desde sus cimientos.
Esta crisis de poder se vio agravada por la presión de los bárbaros en las fronteras y una serie de derrotas militares. Los godos estaban presionando en el Rin y el Danubio, mientras que los persas estaban atacando en Oriente. Las provincias de todo el Imperio eran asoladas por las invasiones. El ejército romano era incapaz de contener a los invasores.
Se produjo una grave crisis económica. Los bienes dejaron de circular correctamente, los precios subieron y la población se empobreció.
También se produjo una crisis religiosa y moral. En el Imperio, los cristianos eran vistos como alborotadores. El cristianismo era una fuente de preocupación para los gobernantes. Si se negaban a adorar la imagen del emperador, se convertían en enemigos internos. En el año 250, el emperador Decio inició una persecución general contra los cristianos. La persecución iba de la mano del deseo de restaurar el Imperio.
La restauración del Imperio a través de la dictadura y la política religiosa
Este deseo de restaurar el imperio se hizo realidad cuando un general de Iliria (la actual Croacia) se hizo con el poder. Diocleciano se convirtió en Emperador Augustus en 284 y rápidamente creó un sistema con dos, y luego cuatro emperadores: la Tetrarquía. Funcionaban por parejas, una en Occidente (un Augustus y un Caesar) y otra en Oriente. Diocleciano y Maximiano fueron Augustus, y Constancio Cloro (el padre de Constantino) y Galerio fueron Caesar.
La seguridad fronteriza se restableció rápidamente. Reformaron el ejército y restablecieron la paz civil dentro del imperio. Estuvieron presentes por separado en los puntos calientes. Tenían diferentes áreas geográficas de gobierno. Restablecieron la prosperidad luchando contra la inflación con un edicto congelando precios y salarios en 301.
La recuperación del Imperio Romano se produjo a costa de una severa dictadura que obligaba a todos a permanecer en su clase social, aumentaba fuertemente los impuestos y castigaba severamente a quienes violaban edictos imperiales. El castigo era la muerte o la deportación a las minas, que en realidad era un sistema de campos de concentración.
A partir de 287, cada emperador adoptó un título. Diocleciano tomó el título de Joviano (descendiente de Júpiter) y Maximiano tomó el título de Hercúleo (descendiente de Hércules). El objetivo, como bajo Decio, era reforzar la unidad imperial a través de la religión. Los emperadores eran venerados mediante el rito de Proskynesis: postración ante ellos y el beso del manto púrpura. Sus imágenes se incensaban y las estancias del palacio donde gobernaban se convertían en santuarios. El advenimiento de un emperador era un natalis imperri, un nacimiento en el orden divino, un ortus, un amanecer.
Muy pronto, los cristianos aparecieron como un obstáculo para esta unidad. No ofrecían sacrificios a las imágenes de los emperadores. Desde Decio, la Iglesia había vivido en paz, sin ninguna persecución. Sus seguidores eran muy numerosos en el Imperio. Incluso había una Iglesia frente al palacio imperial de Nicomedia, en Oriente. Los altos funcionarios del Imperio se habían hecho cristianos.
En 303 y 304 comenzó la persecución. Se destruyeron iglesias, se confiscaron libros sagrados, recipientes y a menudo, objetos preciosos de culto, y se obligó a la gente a ofrecer sacrificios a las imágenes de los emperadores bajo pena de muerte, atroces torturas o deportación a las minas. Hubo muchos mártires. La persecución de duró en Oriente hasta 311, e incluso 313 en algunos lugares. En Occidente, fue más débil y mucho más breve (305). Luego se reanudó esporádicamente en Oriente al final del reinado de Licinio en 324.
La revolución constantiniana
En 305, Diocleciano abdicó y obligó a Maximiano a hacer lo mismo. Los dos Caesares, Constancio Cloro y Galerio, se convirtieron en Augusti, el primero en Occidente y el segundo en Oriente.
Los Caesares fueron elegidos deliberadamente fuera de las familias de los dos Augusti, Severo y Maximino Daza. Esto provocó una revuelta por parte de los hijos de Constancio y Maximiano. A la muerte de Constancio en 306, Constantino en el norte de Britania (Reino Unido) fue proclamado emperador por las legiones. Majencio, hijo de Maximiano, también se proclamó emperador y Maximiano volvió al poder para apoyar a su hijo. Siguió una guerra civil hasta el 313.
Constancio Cloro y luego Constantino en Occidente no persiguieron a los cristianos (aparte de alguna destrucción de iglesias en 303-305). Galerio y Maximino Daza en Oriente fueron fanáticos perseguidores. Majencio y Severo también fueron perseguidores.
Constantino, un emperador con grandes interrogantes religiosos: del Sol Invictus al cristianismo
Constantino tenía una innegable sed religiosa y, antes de su conversión al cristianismo, parecía un emperador pagano, pero uno que había roto con los símbolos religiosos de la Tetrarquía de la que había sido excluido. En las monedas de Constantino aparecía el dios Marte, el sol pacificador. Incluso se dice que Constantino se benefició de una epifanía (manifestación) del dios Apolo (como el emperador Augusto). Las creencias de Constantino eran, por tanto, una mezcla de propaganda religiosa, búsqueda personal y oportunismo político. Su madre, la emperatriz Helena, probablemente ya era cristiana. Esto explica la persecución limitada llevada a cabo por su padre, Constancio Cloro. Su conversión gradual al cristianismo debe entenderse en el contexto de esta mezcla de su búsqueda personal y de su rol en la política. Esta conversión se produjo por etapas, en 312 y 313, luego en 324-25 y finalmente con su bautismo poco antes de su muerte en 337. Constantino terminó los últimos años de su reinado como un devoto creyente, arrepentido de los asesinatos que había cometido.
La Victoria de Constantino en el Puente Milvio (312) y el Edicto de Milán (313)
En 312, Constantino dio el primer paso oficial hacia la conversión. Constantino experimentó una nueva epifanía divina en la víspera de una batalla. Ganó la batalla del Puente Milvio, en la que eliminó a su rival Majencio y tomó Roma. Fue el Dios cristiano mismo quien se le manifestó. Se le apareció un signo (para algunos panegiristas en sueños, para otros un signo visible en el cielo). Este signo es el Xi-Rho (dos letras del alfabeto griego que significan Cristo) que simboliza a Cristo. Y oye la frase: “Con este signo vencerás”. Hace colocar este signo en los escudos de los soldados y en el Labarum, la bandera imperial. Al día siguiente, gana la batalla.
El arco triunfal de Constantino en Roma expresa este apoyo divino sin referirse explícitamente al Dios cristiano. Pero ya en el año 313, el primer panegírico de Milán evocaba este episodio. En 315, se acuñaron las primeras monedas con el Xi-Rho. En 313, Constantino y Licinio, su colega, publicaron un edicto de tolerancia hacia los cristianos. Licinio gobernó en Oriente y Constantino en Occidente. Esto marcó el fin de la persecución y la restitución de la propiedad se puso en vigor. El edicto se aplicó en todo el Imperio. Pero de 317 a 324, las políticas religiosas de los dos emperadores divergieron, hasta la victoria final de Constantino sobre Licinio.
La política religiosa de Constantino: El cristianismo pasa de ser una religión perseguida a una religión autorizada
Poco a poco, los temas paganos (solares) desaparecen de la acuñación de Constantino entre 320 y 324. Constantino comenzó a establecer una legislación favorable al cristianismo. Tomó medidas restrictivas contra ciertos aspectos del paganismo (en particular la magia, ciertos cultos privados y sacrificios). Sin embargo, Constantino seguía ostentando el título de Pontifex Maximus, la más alta dignidad en la religión romana que ostentaban los emperadores desde Augusto.
Tras su victoria sobre Licinio en 324, cerró algunos templos e intentó, sin éxito, prohibir los juegos circenses, las luchas de gladiadores y que los prisioneros fueran arrojados a bestias salvajes. Pero mantuvo los cultos paganos oficiales y la religión pagana oficial.
La política imperial hacia el cristianismo cambió considerablemente tras su llegada al poder en 312. De 313 a 315, la Iglesia tuvo un estatus oficial. La Iglesia, como “corpus christianorum”, podía convertirse en propietaria de bienes y podía heredar. A la Iglesia se le concedieron exenciones fiscales (privilegios que nunca habían tenido los templos paganos). Los cristianos podían liberar a los esclavos en las iglesias a partir de 316-321. Las actas de emancipación publicadas por la Iglesia tenían valor oficial. Los obispos recibieron jurisdicción sobre el derecho civil entre cristianos. Así, se crearon los tribunales eclesiásticos. En marzo de 321, Constantino convirtió el dies Solis (dies dominicus para los cristianos) en día festivo. La celebración del domingo transformó el ritmo de vida de la población en todo el Imperio. A partir de 312, el emperador eximió al clero cristiano de los cargos públicos y del servicio al Estado y a los municipios, así como de los impuestos. El clero gozaba de estatus oficial. El emperador fomentó las conversiones al cristianismo, sobre todo entre los judíos y apoyó a los tribunales eclesiásticos que condenaban a los herejes.
Primeras intervenciones del emperador en la vida de la Iglesia: la crisis donatista en África y el Concilio de Arlés
A partir del año 313, Constantino intervino en la vida de la Iglesia para intentar resolver conflictos. Primero en África, donde su edicto de restitución de los bienes incautados durante la persecución se encontró con el problema de saber a quién debían devolverse. La Iglesia en África estaba dividida entre los partidarios de castigar estrictamente a los traidores (traditores), liderados por el obispo de Numidia, Donato, y el resto de la Iglesia, más tolerante. Constantino quiso poner fin al cisma donatista. Encargó al obispo de Roma la resolución del cisma. El Papa se rodeó de obispos italianos y galos. Donato fue condenado. Los donatistas impugnaron la decisión, y Constantino remitió el asunto a un tribunal episcopal compuesto por los obispos de Occidente.
La reunión tuvo lugar en Arlés, en un palacio imperial, con nueve obispos italianos, doce de Galia y Germania, tres de Bretaña (Reino Unido), seis de Hispania, más los obispos africanos de ambos bandos. El Concilio de Arles condenó de nuevo a los donatistas. Los donatistas apelaron la sentencia al Emperador, provocando su intervención directa. Después de muchas dilaciones y de haberse reunido él mismo con ambas partes, Constantino condenó a los donatistas y devolvió a los católicos la propiedad de la Iglesia de África.
En 317, la persecución imperial cayó sobre los donatistas y su sangre fue derramada. La crisis donatista duró prácticamente hasta finales del siglo IV.
Osio, el consejero eclesiástico, obispo de Córdoba
Constantino tenía un consejero eclesiástico: Osio, obispo de Córdoba. Osio nació en 256 en Córdoba, donde fue obispo desde 295. Murió en el exilio en 357 en Sirmium debido a su oposición a la política pro-arriana del hijo de Constantino. Osio desempeñó un papel importante en la política pro-cristiana de Constantino, en la lucha contra el donatismo en África, y después en la lucha contra el arrianismo, primero en el Concilio de Nicea y después durante toda su vida. Posteriormente, Constantino contó con otros asesores eclesiásticos, como Eusebio de Nicomedia, y su política religiosa se resintió por ello.
El comienzo de la crisis arriana en Egipto: la dificultad de comprender la Santísima Trinidad, el Dios único
Hasta esta crisis, la teología se basaba en las propias palabras de la Escritura, que a veces parecen contradictorias. Desde los comienzos de la Iglesia, los teólogos han tropezado con una aparente contradicción: la trascendencia del Dios único empujó a los judeocristianos, para no ser acusados por los judíos de adorar a dos dioses, a minimizar la divinidad de Cristo e incluso, para algunos, afirmar que Él es sólo una criatura.
Los cristianos que minimizaban la divinidad de Cristo existieron en diversas formas desde el siglo II. Se les conocía como subordinacionistas. La Iglesia en su conjunto se mantuvo fiel a la fe de los Apóstoles y afirmó que Cristo era una persona divina. Pero las palabras fallaban, la fe se expresaba mal y era difícil desafiar a quienes negaban la divinidad de Cristo.
Al mismo tiempo, a finales del siglo II, un teólogo llamado Sabelio, para combatir esta teología, creó otra llamada modalismo. Dios adopta diferentes “rostros”, o prosopon en griego. Es Padre para la creación, Hijo para la redención y Espíritu para la santificación. Esta fue otra herejía, ya que Dios no es realmente uno en tres personas distintas, y esta posición simplista negó en última instancia la verdadera encarnación del Hijo. El Papa Calixto y Tertuliano condenaron este pensamiento modalista.
En el siglo III: el debate entre Oriente y Occidente para aclarar el lugar de Cristo
Este debate se dio sobre todo en Occidente y, por tanto, se desarrolló en latín (Tertuliano). Orígenes, que dirigió la escuela teológica de Alejandría a mediados del siglo III, explicó que el Padre engendra eternamente al Hijo. Distinguió tres hypostasis o incluso tres ousiai en el único Dios. Pero la teología de Orígenes dio paso en a una interpretación subordinacionista retomada por el obispo Dionisio de Alejandría entre 250 y 264. El Papa Dionisio, en Roma, desafió el pensamiento del obispo de Alejandría y utilizó el término griego homoousios, la sustancia única de las personas divinas que son Uno.
Este término griego no se encuentra en las Escrituras y plantea un enorme problema para muchos teólogos y obispos. ¿Se puede definir la Trinidad con palabras que no proceden de las Sagradas Escrituras? El debate entre el Papa Dionisio y el Obispo Dionisio plantea varias palabras - hypostasis, ousia, homoousios - que serán palabras centrales en la controversia arriana. El uso de la filosofía griega y su vocabulario para intentar definir el dogma fue revolucionario.
Dionisio de Alejandría acabó estando de acuerdo con la interpretación de Dionisio de Roma, pero sus sucesivas interpretaciones causaron daño y sentaron un precedente. Esta disputa sobre la relación entre el Padre y el Hijo se vio agravada en Antioquía por las preguntas sobre la verdadera naturaleza del Logos encarnado. ¿Es Jesús plenamente Dios, pero encarnado, o es plenamente hombre? Luciano de Antioquía, un teólogo, enseñaba que el Logos sólo había asumido un cuerpo humano, pero no un alma. El obispo de Antioquía, Eustaquio, combatió la teología de Luciano afirmando que el Logos asumió la naturaleza de un hombre completo. Fue dentro de la Iglesia de Alejandría donde el sacerdote Arrio revivió las ideas subordinacionistas hacia el año 320.
La personalidad de Arrio
Nacido hacia 256 en Cirenaica y muerto en 336 en Constantinopla, Arrio fue formado en teología por Luciano de Antioquía, que era un subordinacionista. Arrio estuvo presente en Alejandría durante la persecución entre 303 y 313. Fue ordenado diácono por el obispo Pedro de Alejandría (que fue martirizado en 311), y luego sacerdote por su sucesor Aquiles. Fue un hombre austero, un asceta, un gran predicador, un director espiritual, y fue respetado y seguido por los cristianos de Alejandría. Sabía transmitir sus pensamientos con palabras que resonaban en el pueblo cristiano.
La teología de Arrio
Escribió a su obispo Alejandro: “Confesamos un solo Dios, uno engendrado, uno eterno, uno sin principio, uno verdadero, uno que posee inmortalidad, uno sabio, uno bueno, uno poderoso”. Describe a Dios como una “Mónada”, que significa “unidad perfecta absoluta”, término tomado de Platón. Arrio se basó en gran medida en el vocabulario filosófico y definió a Cristo en términos negativos en relación con el Padre. Para él, el Hijo era una criatura excepcional, pero seguía siendo una criatura. Enfatizó la humanidad de Cristo para resaltar la inferioridad del Hijo respecto al Padre. Para él, el Espíritu era también una criatura.
Arrio utilizó las Escrituras con una interpretación errónea. Fue probablemente hacia 318-320 cuando Arrio comenzó a desarrollar públicamente sus tesis. Le apoyaban siete presbíteros y doce diáconos de Alejandría y también dos obispos, Segundo de Tolemaida y Teonas de Marmarica (ambos en Cirenaica).
La crisis se extiende por todo Oriente
Su libro la Thalía llegó a las masas y los estibadores y artesanos de Alejandría lo convirtieron en canciones. El obispo Alejandro de Alejandría reaccionó y se opuso a Arrio. Utilizó las Escrituras y también las enseñanzas de Orígenes. Pidió a Arrio que se retractara de su tesis. Arrio se negó y buscó el apoyo del obispo Eusebio de Nicomedia, un poderoso prelado, pariente del prefecto pretoriano y amigo de Constancia, hermana del emperador. Un concilio en Alejandría excomulgó a Arrio y a sus seguidores. Los obispos palestinos del entorno de Eusebio de Cesarea, pero también los de Bitinia (Nicea y Calcedonia) y Eusebio de Nicomedia, apoyaron a Arrio. La crisis se extendió a Oriente. El llamamiento de Arrio a los obispos contra su obispo era contrario a la tradición y un concilio egipcio de 100 obispos condenó a Arrio. Los obispos de Antioquía, Jerusalén y Trípoli apoyaron al obispo de Alejandría contra Arrio. Un sofista, Asterios, escribió una obra dialéctica para defender las tesis de Arrio. En dos concilios locales opuestos, los dos partidos se excomulgaron mutuamente (en Cesarea y Antioquía). En cinco años, todos los cristianos del Mediterráneo oriental estaban divididos en dos bandos completamente opuestos.
El Concilio de Nicea: Concilio ecuménico e imperial celebrado entre la primavera y el verano del 325
Constantino, que acababa de restablecer con ventaja la unidad imperial tras su victoria en 324 sobre el emperador Augustus Licinio en el Oriente, deseaba la unidad religiosa en su imperio. Fue el único emperador Augustus con sus dos hijos, Crispo y Constantino II, llevando el título de Caesar. A partir del 324, los últimos símbolos paganos desaparecieron de sus monedas.
Tras intentar resolver la crisis donatista en África, quiso resolver la crisis arriana en Oriente. La unidad de la Iglesia tenía un valor ejemplar. Debía servir de modelo para la paz civil. Quería unidad en la oración por la salvación del Imperio. Con toda seguridad fue su asesor eclesiástico, Osio de Córdoba, quien le sugirió que convocara un concilio general. Anteriormente, Constantino había intentado mediar entre Alejandro de Alejandría y Arrio. Osio había entregado la carta del emperador. El intento de Constantino fracasó.
El concilio fue convocado por Constantino. Los participantes se beneficiaron del servicio postal imperial para viajar hasta allí. La administración imperial se encargó de la organización práctica. La ciudad de Nicea fue elegida tras muchas dudas sobre su ubicación. Nicea era fácilmente accesible por mar y estaba cerca (50 km) de Nicomedia, donde se encontraba la residencia del emperador. La carta de convocatoria fue enviada por Constantino a toda la cristiandad a principios del año 325.
El emperador estuvo presente en la apertura del concilio el 20 de mayo de 325. Se sentó en un trono dorado, y los obispos presentes se sentaron a ambos lados de él en la sala del concilio. El emperador era catecúmeno y esperó a que los obispos tomaran asiento antes de sentarse él mismo. Era una señal de respeto. El discurso de apertura fue probablemente leído por Eusebio de Cesarea o quizá Eustaquio de Antioquía (dos de los obispos más importantes de Oriente). A continuación, habló el emperador para dar la bienvenida a los participantes y sin duda intervino también Osio de Córdoba.
Hubo entre 250 y 318 participantes, principalmente padres conciliares orientales. Era un número considerable. El papa Silvestre, que era demasiado viejo para asistir, estuvo representado por dos sacerdotes: Bitus y Vincentius. Ceciliano de Cartago, un obispo de Die y un obispo de Calabria fueron los únicos occidentales presentes, además de Osio. Hubo también diez obispos de Iliria y algunos obispos de fuera del Imperio (un persa, un obispo del Cáucaso y varios del Ponto y Gothia).
El emperador no asistía a todos los debates y no participaba en los trabajos de los padres conciliares. A menudo era representado por un alto funcionario de palacio, Philoumenos, que supervisaba los debates y contaba los votos. La administración palatina intervenía entre bastidores con los diversos partidos eclesiásticos que solicitaban su ayuda. El griego era la lengua de los debates. Los occidentales, obstaculizados por la barrera lingüística, participaron poco, al igual que el propio Constantino.
Debates y decisiones
Aparte de la cuestión arriana, el concilio tuvo que debatir y resolver varios cismas dentro de las Iglesias orientales. Los melicianos en Egipto (que impugnaban la primacía de la sede de Alejandría sobre la Iglesia en Egipto), los cuartodecimanos (que seguían utilizando el calendario judío, celebrando la Pascua el día 14 del mes de Nisán) y los novacianos (que se negaban a reinstaurar y perdonar a los lapsi, los que habían traicionado a la Iglesia y a la fe durante las persecuciones). Por último, estaba la cuestión de la disciplina eclesiástica sobre la intervención de los obispos sirios o de los de la provincia de Asia en los asuntos de la Iglesia de Egipto.
Los debates revelaron una mayoría anti arriana muy fuerte. Todas las corrientes teológicas estuvieron representadas en el concilio. Los subordinacionistas en torno al obispo Eusebio de Nicomedia (y Arrio) eran una minoría activa y agitada. Cerca de ellos, pero más moderados en su posición, estaban Eusebio de Cesarea y una veintena de obispos palestinos. Osio de Córdoba y Alejandro de Alejandría, apoyados por Macario de Jerusalén, eran seguidos por la mayoría del concilio, especialmente desde que Eustasio de Antioquía se unió a ellos. Por último, estaba el obispo Marcelo de Ancira, que mantenía una posición anti subordinacionista extrema.
El concilio comenzó sus deliberaciones con el examen del caso de Arrio. Una carta de Eusebio de Nicomedia, un ferviente arriano, fue leída ante el concilio. Decía que al afirmar que el Hijo es engendrado y no creado, se acabaría sosteniendo que Él es consustancial con el Padre y que la ousia del Padre quedaría entonces dividida en dos partes. Fueron por tanto los subordinacionistas quienes, para rebatir esto, fueron los primeros en utilizar los términos ousia y consustancial. La lectura del poema de Arrio la Thalía convenció al concilio de la herejía de sus tesis. Los padres se taparon los oídos y se negaron a seguir escuchando este texto blasfemo.
Redacción del Credo Niceno
La redacción de lo que llamamos el Credo Niceno fue deseada por mayoría del concilio tras la condena de Arrio y sus tesis. El concilio quería un texto claro para evitar cualquier mala interpretación de la Trinidad. Los arrianos, con el pretexto de la tradición, no lo quisieron. El texto debía basarse en una sólida tradición bíblica. Cada bando oponía textos contra textos de las Escrituras. Era necesario encontrar una fórmula que afirmara sin ambigüedad la consustancialidad del Hijo y del Padre. La palabra griega homoousios, que no figuraba en las Escrituras y era utilizada en filosofía por los gnósticos, molestó mucho a los Padres, que se mostraron reacios a utilizarla. Pero esta palabra griega tenía la ventaja de estar muy cerca de la palabra utilizada por los occidentales: substantia, ya que Tertuliano, a principios del tercer siglo, había hablado de “unidad de sustancia”. Finalmente, esta fue la palabra elegida para definir la relación entre el Hijo y el Padre: consustancial.
El pequeño grupo de teólogos que probablemente redactó este Credo para que pudiera ser adoptado por los Padres conciliares en sesión plenaria, se inspiró sin duda en un Credo utilizado en la Iglesia de Cesarea. Utilizaron palabras fuertes para describir al Padre, creador de todas las cosas visibles e invisibles, pero especialmente para describir al Hijo, “único Señor, de la ousia del Padre (homoousios), Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. Insistieron en que el Hijo es plenamente Dios y en que no hay jerarquía entre las personas de la Trinidad. El Verbo es engendrado, no hecho. El concilio confesó su fe en el Espíritu Santo en una breve frase y fue a finales del siglo IV en Constantinopla cuando se completó el Credo.
El Credo fue adoptado por una gran mayoría, con la oposición de 22 obispos (algunos egipcios, sirios y obispos de Asia Menor). Constantino reaccionó violentamente y redujo considerablemente el número de oponentes. Sólo Arrio, Segundo de Tolemaida y Teonás de Marmárica se negaron a reconocer el nuevo credo. Fueron inmediatamente enviados al exilio como rebeldes contra el emperador. Más tarde, a finales de 325, los obispos Eusebio de Nicomedia y Teognis de Nicea también fueron enviados al exilio en la Galia por dar cabida a sacerdotes arrianos. Eusebio de Cesarea, sospechoso no sólo de complicidad con Arrio, sino también de simpatía hacia el difunto emperador Licinio, también estaba bajo seria amenaza. Así, Constantino quiso dejar claro a los rebeldes que no debían oponerse al Emperador.
Otras medidas del Concilio
Los Padres trataron de establecer una nueva disciplina eclesiástica adecuada a la nueva situación de la Iglesia tras la victoria de Constantino. Se establecieron normas estrictas para la selección de un obispo, que debía ser consagrado por al menos tres obispos y, si era posible, por todos los obispos de su provincia eclesiástica (canon 4). El canon 4 remite al Metropolitano para la consagración episcopal.
No deben ser admitidos en el clero quienes no tengan perfecta integridad física o moral. El canon 1 excluye del clero a los que se hayan castrado voluntariamente y el canon 9 a los que hayan cometido un delito grave que requiera reconciliación pública. El canon 2 estipula que los miembros del clero deben recibir formación. El concilio condena la usura entre los clérigos, ya que gozan de inmunidad fiscal (canon 7). El canon 12 prohíbe a los que hayan entrado en el clero por una vocación de fe y abandonado el servicio del emperador dejar posteriormente el clero: incompatibilidad entre la militia (servicio) del príncipe y la de Cristo.
Los cánones también establecen una organización de la Iglesia en la parte oriental del Imperio. Organización en provincias eclesiásticas en torno al metropolitano. Las provincias deben celebrar sínodos bianuales, incluyendo uno antes de Cuaresma (canon 5). Estos sínodos deben permitir apelar contra las decisiones o sentencias de un obispo. El canon 6 está dedicado más específicamente a las sedes de Alejandría y Antioquía, de las que los Padres recuerdan su primacía efectiva desde el punto de vista religioso. Jerusalén tiene una primacía de honor, pero la sede metropolitana sigue siendo Cesarea. La sede de Roma también tiene primacía sobre Occidente y una primacía de honor en Oriente.
Otro tema era la reconciliación de los lapsi, aquellos que habían traicionado su fe y a la Iglesia durante las persecuciones. Había que encontrar un término medio entre los que rechazaron totalmente su reincorporación y, por tanto, el perdón, y la reincorporación como si no hubiera pasado nada.
El canon 10 excluye del clero a los lapsi ordenados ilegalmente. Los fieles lapsi que habían apostatado fueron apartados durante 10 años. Los moribundos seguirían recibiendo el viático.
Los novacianos, que se llamaban a sí mismos los puros, fueron reintegrados en la Iglesia mediante un rito penitencial y la imposición de manos y tuvieron que comprometerse a renunciar a su intolerancia. Sus clérigos fueron reintegrados en la jerarquía y sus obispos pueden convertirse en Chorepiscopi de un obispo católico. Para los heterodoxos “paulianistas” de la Iglesia de Antioquía, el canon 19 prevé que reciban de nuevo el bautismo y los clérigos sean ordenados de nuevo. Esto era contrario a la ley habitual de la Iglesia de la época. El concilio también tomó medidas en relación con los melicios de Egipto. Melicio fue despojado de todas sus prerrogativas sacerdotales. Su clero podría ser restituido por la imposición de manos, pero permanecería en un segundo plano en la jerarquía de la Iglesia de Egipto.
El Concilio de Nicea trató de poner orden en las diócesis orientales, que se habían visto perturbadas por largos períodos de persecución. Tuvo éxito, pero sólo a largo plazo, ya que estos diversos cismas y herejías (en particular el arrianismo) persistieron a menudo después del concilio y a pesar de los mandatos imperiales.
La última cuestión abordada por el concilio fue a instancias de Constantino, que insistió en que la Pascua se celebrara en la misma fecha en todas partes. En Asia Menor, la fecha de la Pascua seguía el calendario judío. En Egipto, como en Roma, la Pascua seguía el solsticio. Pero los dos cálculos de la fiesta movible no eran exactamente iguales. Los dos cálculos permanecieron siendo diferentes, pero el concilio abandonó la referencia al calendario judío.
Clausura y el “obispo de fuera”:
Constantino anunció personalmente las decisiones del concilio en todo el Imperio. La clausura del concilio el 25 de julio de 325 coincidió con el vigésimo aniversario de su ascenso al trono. Los padres conciliares fueron recibidos en el palacio imperial. Se les rindieron honores militares y el Emperador les ofreció un banquete. En este banquete, que presidió, explicó que era el “obispo de fuera” (tôn ektôn). Se otorgó así a sí mismo un papel eclesiástico que marcó la relación entre la Iglesia y el Estado durante siglos.
La evolución de la política imperial y la crisis arriana
En diez años, Constantino cambió por completo su política religiosa y se decantó a favor del arrianismo, que mantuvo hasta su muerte. Este giro se produjo con bastante rapidez tras el concilio. La muda oposición de los arrianos a las decisiones del concilio obligó al emperador a intervenir. El emperador y los altos cargos de la administración se dedicaron a la teología, al igual que el magister Filomeno, el prefecto Ablabio y el prefecto pretoriano Flavio Filipo.
Habiendo regresado Osio de Córdoba a su diócesis en Occidente, Constantino se rodeó de otros consejeros eclesiásticos. En 327, Constantino se inclinaba hacia la conciliación y el apaciguamiento entre los arrianos y los católicos. Helena, su madre, y Constancia, su hermana, apoyaron a los arrianos e influyeron en él.
En 326 Constantino había ordenado la ejecución de su hijo Crispo y de la madrastra de éste, Fausta (ellos conspiraban contra él). Este drama familiar había debilitado moralmente al emperador, y el concilio no había resuelto realmente el conflicto. Constantino reunió probablemente a un pequeño número de obispos orientales. Arrio, en una carta ambigua que no impugnaba el Credo Niceno, obtuvo su indulto. Se permitió el regreso de los exiliados. Eusebio de Nicomedia era un pariente lejano de la familia imperial y Constantia defendió su caso. En 328, pudo regresar de la Galia.
A partir de entonces, los arrianos pudieron desarrollar sus argumentos para derribar a los obispos “nicenos”. Eusebio de Cesarea dirigió la lucha. Entre 327 y 335, todos los obispos nicenos fueron poco a poco enviados al exilio, pero nunca oficialmente por razones teológicas. El más famoso de los obispos expulsados de su sede fue Atanasio de Alejandría, sucesor de Alejandro desde 328, que fue exiliado a Tréveris por Constantino en 335 tras un concilio celebrado en Tiro y luego en Jerusalén, donde Arrio fue declarado ortodoxo.
Los discípulos de Arrio en Oriente triunfaron y en todas partes aquellos que habían apoyado y aprobado el Credo Niceno fueron finalmente expulsados de sus sedes episcopales. Eusebio de Cesarea y Eusebio de Nicomedia se convirtieron en los consejeros eclesiásticos del emperador y la familia imperial. Ellos fueron las primeras figuras de obispos cortesanos y políticos.
Constantino permitió finalmente el triunfo del arrianismo. Los seguidores de Arrio (que murió en 336) fueron recibidos en plena comunión en 335 en un concilio local en Jerusalén. Pero oficialmente, el Credo Niceno no fue cuestionado y Constantino, un catecúmeno, claramente no vio las diferencias de fe entre los protagonistas del asunto.
Al final de su vida, Constantino se hizo devoto; estaba rodeado de sacerdotes y obispos y se hacía representar matando a un dragón con una lanza o rezando con los ojos vueltos hacia el cielo. Hacía que le leyeran las Sagradas Escrituras y rezaba en la capilla de su palacio. Los domingos se celebraban ceremonias en el palacio con gran pompa y ceremonia. En 337, exigió la libertad de los cristianos a los persas y declaró la guerra a Persia, expresando su fe. Victorioso, gracias a su primo Aníbal que dirigía el ejército romano, hizo la paz en la Pascua del 337.
Enfermo, confesó sus pecados, tomó la vestidura blanca y fue bautizado en la Pascua del 337 por Eusebio de Nicomedia. Murió neófito en Pentecostés del 337.
El desarrollo del arrianismo en Oriente y en el mundo bárbaro
Después de Constantino, la política bajo sus sucesores orientales fue generalmente favorable al arrianismo. En Occidente, la fe nicena fue la norma hasta 353. En 353, Constancio II (hijo de Constantino, que gobernó Oriente) se convirtió en emperador único e intentó imponer el arrianismo en Occidente, que había permanecido niceno. En la década de 350, algunas sedes episcopales de Occidente se convirtieron al arrianismo, como Sirmium (en Serbia), Arlés, Béziers y Milán (hasta 374). Los obispos no arrianos fueron exiliados. La fe arriana le convenía: si Jesús era el reflejo del Padre, él podía representar a Cristo en la tierra y convertirse en el obispo de los obispos.
Entre 350 y 360, hubo una serie de pequeños concilios locales, todos pro-arrianos, convocados por Constancio II. Pero el arrianismo se fue dividiendo poco a poco. La tendencia homoioeana confesaba que el Hijo era semejante al Padre (homoios). Esta fue la tendencia que Constancio II favoreció casi siempre. Otra tendencia apareció a partir del 350: los que decían que el Hijo era totalmente distinto del Padre, los anomoioeanos (anomoios). Por último, existía una forma muy moderada de arrianismo. Estos eran los arrianos que profesaban que el Hijo era similar al Padre en sustancia (homoiousios), los homoiousianos.
A partir del 358, estos homoiousianos se acercaron gradualmente a los cristianos nicenos. Hilario de Poitiers y Basilio de Cesarea de Capadocia procedían de este movimiento teológico. Durante este periodo post niceno, cuando el arrianismo parecía triunfar, muchos sacerdotes y obispos católicos continuaron profesando la fe nicena.
La lucha contra el arrianismo fue continuada en Oriente por los grandes obispos capadocios: Basilio de Cesarea de Capadocia, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa y Juan Crisóstomo. Pero fue con la subida al trono imperial de un general romano, Teodosio, originario de España, que fue proclamado emperador Augustus en 379 por el emperador Graciano, cuando triunfó la fe nicena. Ambos emperadores, Teodosio en Oriente y Graciano en Occidente, eran cristianos nicenos. El 28 de febrero de 380 en Tesalónica, proclamaron en un edicto: “Todos los pueblos deben unirse a la fe transmitida a los romanos por el apóstol Pedro, la reconocida por el pontífice Dámaso y Pedro, obispo de Alejandría, es decir, la Santísima Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo...”. El catolicismo se convirtió en la religión del Estado. En el edicto, los paganos y herejes fueron amenazados con la exclusión de la sociedad civil. En 381, Teodosio convocó un concilio en Constantinopla. Por primera vez en 50 años, reunió a la Iglesia. El concilio aclaró el Credo Niceno especificando que el reinado de Cristo no tendría fin (Lucas 1,33) y añadió una larga discusión sobre el Espíritu Santo bajo la influencia de Gregorio Nacianceno, pero sobre todo de los escritos de Basilio de Cesarea. La divinidad del Espíritu se afirmaba con la expresión “procedente del Padre” y debía ser glorificado y adorado junto con el Padre y el Hijo. Las Tres Personas eran consustanciales. El resto del concilio se ocupó de cuestiones disciplinarias. Ambrosio de Milán fue el encargado de restaurar la fe nicena en Iliria. Tardó varios años en reducir los últimos focos de arrianismo en el Imperio.
Un obispo arriano de origen godo, Ulfila, que participó en el Concilio de Nicea, estableció firmemente el arrianismo entre los godos, alamanes, burgundios y vándalos. Cuando los godos y otros pueblos bárbaros invadieron la parte occidental del Imperio romano (406), reintrodujeron el arrianismo en el Imperio, pero los romanos siguieron siendo católicos. El arrianismo se consideraba, junto con el paganismo (los francos, los suevos, los anglos y los sajones eran paganos), la religión de los invasores. Los suevos de España, bajo la influencia de los visigodos, se convirtieron al arrianismo en 460.
El arrianismo se extinguió gradualmente en Occidente durante el siglo VI. Bajo la influencia de la conversión de Clodoveo al catolicismo, que le valió el apoyo de los romanos y de la administración romana, muchos bárbaros se unieron a la fe católica. El arrianismo siguió siendo la religión estatal de los burgundios hasta 516. El rey de los visigodos en Hispania se convirtió al catolicismo en 587. En 589, un concilio en Toledo integró al clero arriano en el clero católico. El arrianismo siguió siendo la religión estatal de los lombardos hasta el siglo VII.
Nicea fue el primero de una serie de concilios que definieron la doctrina católica. El Concilio de Éfeso en 431 definió a María como Theotokos (Madre de Dios, ya que Jesús es una persona divina). El Concilio de Efeso condenó a Nestorio, obispo de Constantinopla, que se negó a creer en el sufrimiento real del Verbo en el momento de la Pasión y se negó a creer que una criatura, María, hubiera dado a luz a Dios. Finalmente, en 451, el Concilio de Calcedonia afirmó la doble naturaleza de Cristo, plenamente Dios y plenamente hombre. El objetivo era combatir la herejía monofisita profesada por Eutiques.
Conclusión
El siglo IV fue decisivo en la historia del cristianismo. Al convertirse en religión oficial y luego en religión de Estado, el cristianismo se vio obligado a estructurarse cada vez más. Al convertirse en la religión de la mayoría, fue necesario refinar las definiciones del dogma para evitar divagaciones. Al adoptar los métodos, las palabras y la cultura de la filosofía griega, el cristianismo se inculturó profundamente en la civilización de la cuenca mediterránea, lo que permitió una comprensión más profunda del pensamiento cristiano y una fusión duradera de influencias judías y griegas en nuestra civilización.
El Concilio de Nicea definió la doctrina de la Trinidad y unificó todo el mundo cristiano durante mucho tiempo.
Por último, este primer concilio ecuménico fue fundamental para que la Iglesia pudiera reformarse. El recurso a los sínodos locales también permaneció en Oriente y dio forma a las Iglesias orientales.
La importancia asumida por los emperadores para resolver los debates teológicos y la disciplina eclesiástica tuvo un profundo impacto en la Iglesia. En Occidente, la modificación por Carlomagno del Credo Niceno-Constantinopolitano es un ejemplo notable de ello. La Iglesia occidental se liberó del control del poder político a finales del siglo XI con la famosa Querella de las Investiduras y la victoria del beato papa Gregorio VII sobre el emperador Enrique en Canossa. Fueron los papas del siglo XI, la mayoría de los cuales eran monjes benedictinos de la Orden de Cluny, quienes lideraron esta lucha contra el control secular de la Iglesia. A las Iglesias orientales les resultó muy difícil cortar el cordón. Y para algunas, como la Iglesia rusa, sigue sin romperse.
Dom Kevin O’Farrell
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Grandes figuras de la Vida monástica
Dom David Tomlins, OCSO
Abad Emérito de Tarrawara (Australia)
Dom Kevin O’Farrell
(1919-2006)
Dom Kevin O’Farrel (1919 – 2006) nunca fue muy influyente o activo en el escenario monástico general. Tampoco ese fue nunca su deseo. Durante treinta años (1958-1988) fue el (primer) abad de Tarrawarra. ¡Eso fue todo!. Una vez expresó su comprensión de su llamado particular como “un sentido básico de un compromiso con la comunidad, que se manifiesta en hacer de la comunidad el verdadero centro de toda mi vida”.

“Lo que es vital para el abad”, escribió, “es recordarse a sí mismo que el Padre Celestial le ha dado un trabajo definido que hacer... no ser una figura notable en la Iglesia o una luz resplandeciente, sino más bien servir con todas sus energías a este grupo particular de hombres elegidos por el Padre”.
De hecho, Kevin encarnaba la triple prioridad de los fundadores del Císter, Roberto, Alberico y Esteban, como amante de la Regla de San Benito, amante de los hermanos y amante del lugar.
"Nací el día de San Patrick del año 1919. Por una serie de coincidencias, mi nacimiento tuvo lugar en la residencia de ancianos de San Patrick, en la colina de San Patrick, en la ciudad de Cork, Irlanda. También me bautizaron en una iglesia cercana: San Patrick. Inevitablemente me llamaron Patrick".
La recitación de esta “inevitabilidad” apelaba a su permanente sentido del humor. Recibió el nombre de Kevin, otro santo irlandés de alto rango, como monje en Roscrea.
Su padre era Maurice O´Farrell, que se casó tres veces, volver a casarse era un imperativo, ya que sus dos primeras esposas murieron al dar a luz dejándole con hijos pequeños. Había tres familias, catorce niños. Patrick fue el primer hijo de la segunda familia; su hermana menor, Mary, se convirtió en la hermana Kevin en la comunidad cisterciense irlandesa de Glencairn. Su madre era Agnes Daly. Su hermano John fue sacerdote cisterciense (P. Anthony Daly) en la abadía de Monte St. Joseph, Roscrea y, durante un tiempo, miembro del consejo del abad general en Roma. La muerte de su madre, cuando él era un niño de tres años, le dejó con un duradero sentimiento de pérdida. Años más tarde escribió sobre su padre: "Mucho antes de casarse de nuevo, se había convertido en un padre y una madre para mí y esto nunca cambiaría. Yo era casi inseparable de él". Augusta, su madrastra, dijo en su lecho de muerte: “Sabes que su padre estaba loco por él cuando era niño”. Escribió: “Uno de los mayores regalos que he recibido de Dios es el de ser siempre amado”. Esta experiencia de saberse amado fue fundamental para su identidad y para su contribución a los demás.
Patrick creció en Shanballymore, un pueblo rural de una sola calle 25 millas (40 kilómetros) al norte de la ciudad de Cork. La vida era sencilla. No había agua potable, alcantarillado ni electricidad. Su padre tenía un bar y una tienda multiservicios (general store) y tres casas contiguas. También tenía buenas tierras a un kilómetro y medio del pueblo, una pequeña granja utilizada principalmente para engordar bueyes. Sin embargo, tenía enormes dificultades económicas. En la calle había un sastre, un carpintero, un herrero, un zapatero, un fabricante de arneses y una familia de canteros monumentales. Patricio admiraba el talento y la bondad de estas personas. Como abad, a menudo hablaba calurosamente de “los pequeños”, una frase evangélica que, según él, ejemplificaba a sus padres y a los vecinos.
“Una cualidad en particular que parece haber llegado a mi familia a través de ellos (su padre y su madre) es la cualidad de la pequeñez, de ser llamados a caminar en humildad y pobreza, pero en amor y bendición”.
Como mi Abad, compartió conmigo escritos de gente sencilla a la que admiraba. Dos de ellos eran de las aisladas islas Blasket: “Veinte años creciendo” (1933) (Twenty Years A-Growing) de Maurice O'Sullivan, y la autobiografía “Peig” (1935) de Peig Sayer.
Después de terminar sus estudios primarios en Shanballymore, pasó a la escuela secundaria con los Hermanos Cristianos en Doneraile y luego dos años en el Colegio Cisterciense de Roscrea. Su vocación se aclaró durante el año que pasó en el servicio civil en el castillo de Dublín. Patrick ingresó en la abadía de Saint Joseph, Roscrea, en la fiesta de la Asunción 1937. Experimentó esta llamada específicamente a Roscrea como una bendición.
"Mi primera y duradera impresión de mi llegada al Monte Saint Joseph es la de la maravillosa calidez y amabilidad con la que fuimos recibidos... Mientras que la vida (cisterciense) era entonces tan exigente física y psicológicamente, esto no se reflejaba en absoluto en el carácter de los monjes, que eran hombres tan adorables. Al parecer nunca cayeron en la trampa de ser, como diríamos nosotros, “obsesivos” con las penitencias, más bien fueron éstas -como debían ser- una influencia liberadora en sus vidas. Irradiaban alegría y felicidad y eran extrovertidos en su amor y apoyo".
Dom Albert Derzelle, que era el superior de la comunidad de Mokoto, en el este del Congo en 1969, me subrayó esta cualidad de Roscrea en el tío de Dom Kevin, el P. Anthony Daly, monje de Roscrea y maestro de estudiantes en el Generalato de Roma, cuando Albert era estudiante. Albert me dijo que nunca habría sobrevivido al régimen sin la influencia bondadosa y moderadora de Anthony.
Patrick O'Farrell recibió el hábito de novicio y el nombre religioso de Kevin, en septiembre de 1937; hizo su primera Profesión, y luego la Profesión Solemne en 1939 y 1942; fue ordenado sacerdote en 1945. Escribió sobre este periodo formativo: “Siento que durante ese tiempo el Espíritu Santo fue trazando las líneas sobre las que seguiría toda mi vida, un plano, por así decirlo”. En el centro de todo ello estaba la persona de Cristo. Los escritos del arzobispo Goodier y del obispo benedictino Hedley ayudaron a sentar estas bases. Hedley le impresionó con sus enseñanzas, hasta el punto de que estaba convencido de que media hora de contemplación de Jesucristo contribuía más a un auténtico crecimiento que días enteros de meditación o meses pasados en esfuerzos por adquirir la virtud o vencer el vicio (sin esta contemplación). La accesibilidad de los grandes escritores cistercienses aún era difícil.
“También me impresionó mucho en aquella época un capítulo sobre la bondad en uno de los libros del P. Faber; me dejó una convicción para toda la vida sobre el valor y el poder de la bondad, reforzada desde entonces por muchas experiencias”.
La vida de los mayores fue una fuerza formativa para él, en particular su “amor, alegría y bondad de corazón”, y su sentido del humor. Por otro lado, observa: “Los superiores tendían a canonizar la fidelidad a la observancia estricta, pero incluso en aquella época me sentía incómodo escuchándolos. Tendía a desanimarme”. El libro del P. Hilary sobre Roscrea le pareció que trascendía toda la palabrería sobre la austeridad trapense. Hilary estaba absorto por la belleza del monte Saint Joseph, las colinas y las llanuras, los árboles los pájaros, etc. “Siempre he pensado que este incidente ilustra claramente las dos diferentes perspectivas de nuestra vida”.

Kevin O'Farrell pasó un periodo enseñando en el colegio que dirigía la comunidad del Monte Saint Joseph. Era maestro de novicios, cuando fue elegido primer abad de Tarrawarra el 29 de noviembre de 1958. Antes de que dejara una invernal Roscrea para su instalación y bendición en enero, en una ola de calor en Tarrawarra, preguntó al P. Thomas: “¿Por qué yo?”. El P. Thomas no dudó en responderle: “Es muy sencillo: Dios te ha bendecido con una bondad hacia la gente, así que ten cuidado de no perderla”. Kevin tomó como lema abacial las palabras de San Benito: “Ser amado antes que temido”.
En sus primeros días como abad, sin embargo, se sintió atrapado entre el diablo y el profundo mar azul. Escribió: “Había crecido en un ambiente en el que un superior veía el mantenimiento de la regularidad en la observancia como una parte muy importante de su función. Ahora me sentía obligado a mantener esta tradición... Algunos de los monjes más influyentes pensaban en que yo era demasiado tolerante, demasiado indulgente”.
Durante sus treinta años como Abad (1958-1988) estuvo atento a las gracias que se le ofrecían. Una de ellas fue una visita a Taize durante un Capítulo General. Roger Schutz tuvo intuiciones que inspiraron a Kevin.
Como escribió mucho más tarde “había el problema de la complejidad del estilo de vida y una pérdida de prioridades... la primacía de Cristo se había oscurecido por la multitud de minuciosos reglamentos. Las elaboradas ceremonias en el coro y en la misa también desempeñaron su papel. Todo esto fomentó en mi propio corazón un fuerte deseo de volver a la sencillez del mensaje evangélico de amor y apoyo mutuo”. Lo que escuchó en Taize le confirmó en sus anteriores intuiciones orantes: “Roger volvió a los Evangelios para ver en qué debía consistir una comunidad cristiana. Le impresionó de inmediato la enseñanza de Cristo: “En esto conocerán todos que vosotros sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. Pensó que ahí estaba la respuesta. Desde aquel día trabajó para establecer y mantener la prioridad de la caridad en la vida de su comunidad”. Kevin estaba convencido de la necesidad de poner a Cristo y su Evangelio y el Gran Mandamiento del amor en el centro de la vida monástica. San Benito ya lo había hecho en la formación de la tradición.
El Vaticano II proporcionó muchos incentivos. Por ejemplo, Kevin recordó que el Concilio define el corazón de la revelación de esta manera: “El Dios invisible, desde la plenitud de su amor, se dirige a los hombres como sus amigos y se mueve entre ellos, para invitarlos y recibirlos en su propia compañía”. Hablaría de su espiritualidad básica como “fe en el amor absolutamente inmenso de Dios por mí y por todos sus hijos”. En adición, recibió una gracia personal que le cambió la vida: tanto él como la comunidad eran profundamente amados por María con un amor incondicional.
El Capítulo General de 1969 animó a Kevin porque sus dos breves documentos, “Declaración sobre la vida cisterciense” y “Estatuto sobre la unidad y el pluralismo”, hicieron posible una gran simplificación de las costumbres y el estilo de vida de las comunidades. Esto, a su vez, permitió un retorno a las prioridades contemplativas monásticas evangélicas.
Ronald Fogarty, un Hermano Marista que había estudiado Psicología en Estados Unidos y luego trabajó en la renovación de la vida religiosa, fue otro regalo del cielo. Ronald contribuyó generosamente a Tarrawarra. Enseñó mucho sobre la vida comunitaria y los modelos de comunidad, los principios que subyacen al crecimiento como persona y cómo fomentar el crecimiento de los demás.
“Subrayó que en los años venideros sólo las comunidades cálidas y solidarias podrán sobrevivir y atraer a nuevos miembros”.
Kevin asistió a muchos Capítulos Generales. Salió de allí con una clara convicción de la importancia del abad:
“Una cosa destaca con claridad cristalina, que el abad - la calidad del hombre - es de la mayor importancia para el bienestar y la felicidad de una comunidad cisterciense”.
¿Por qué? “Por encima de todo, está destinado a ser el sacramento del amor de Dios para sus monjes”.
“No hay mayor servicio que el abad pueda prestar a sus monjes que éste: ayudarles a darse cuenta de lo enormemente amados que son por Cristo y por su madre María y con un amor que es incondicional. En cierto sentido, si una vez tienen esta convicción, todo lo demás encajará”.
Otro miembro de la Orden ha compartido esta visión sobre Dom Kevin y su contribución al Capítulo General:
La influencia de Dom Kevin en los capítulos era estrictamente de trastienda (de manera informal y en las comisiones). Aparte de una reticencia natural, no hablaba otros idiomas y otros encontraban difícil su acento. Pero fue abad durante 30 años, en una época muy difícil e hizo honor a su lema: Plus amari quam timeri. La medida de un abad es lo que ocurre en su comunidad, no lo que ocurre en el Capítulo General.
Abadía de Monserrat: 1000 años
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Noticias
Dom Bernat Juliol, OSB
Comisionado para el Milenio, 2025
Abadía de Monserrat: 1000 años
Ora. Lege. Labora. Rege te ipsum. In communitate.
En 2025, conmemoraremos el milenario de la fundación del monasterio de Montserrat por Oliba, Abad de Ripoll y Cuixà y Obispo de Vic. La historia nos cuenta que ya en el año 888, en la montaña de Montserrat, había una pequeña ermita dedicada a la Virgen María. No fue hasta unas décadas más tarde, en 1025, cuando un grupo de monjes de Ripoll, enviados por su abad, construyeron un monasterio benedictino junto a la ermita. Así nació el monasterio de Montserrat, que siempre ha estado marcado por esta doble vertiente: Monasterio benedictino y santuario mariano. Es decir, un lugar de oración, de vida evangélica, de peregrinación y de esperanza.
El hecho de que el fundador fuera el abad y obispo Oliba, uno de los más importantes promotores de la paz en la Edad Media, ha influido profundamente en el monasterio de Montserrat a lo largo de su historia. Desde hace mil años, Montserrat ha querido ser un lugar de acogida y de encuentro, un lugar de escucha, de comprensión y de paz. De este modo, el compromiso de su fundador ha reforzado el carisma que los monjes benedictinos han tratado de vivir desde el inicio de la Edad Media, en el siglo VI. De hecho, uno de sus principales lemas ha sido siempre: ¡Pax! Un lema sencillo pero profundo.
La vida monástica benedictina fue resumida de la forma más elocuente el 24 de octubre de 1964 por el Papa Pablo VI en su carta apostólica Pacis Nuntius, en la que proclamaba a san Benito Patrón de Europa. En ella decía que san Benito y sus hijos habían traído el progreso cristiano “con la cruz, el libro y el arado”. La cruz, el libro y el arado. Tres símbolos que, a lo largo de mil años, también se han forjado en el monasterio de Montserrat, no para permanecer encerrados entre los muros del monasterio, sino para que se compartan con el conjunto de la sociedad.
De hecho, a través de cientos de generaciones de monjes, el monasterio de Montserrat ha trabajado con la cruz, signo de fe y espiritualidad; con el libro, signo de cultura y pensamiento; y con el arado, signo de construcción social y progreso. Lo ha hecho con la voluntad de arraigo a la tierra que lo vio nacer y que, al mismo tiempo, lo abrió al mundo. Arraigado a la tierra y abierto al mundo, testigo de la fe y acogedor de todos, agradecido por el pasado y con la mirada puesta en el futuro. Con esta esperanza, el monasterio de Montserrat se prepara para celebrar el primer milenio de su existencia.
Años de reflexión en preparación del Milenio 2025 han dado como resultado final un lema basado en el conocido lema benedictino Ora et labora, y completado con la experiencia monástica de dos siglos de vida monástica en todo el mundo y en particular, por el camino recorrido en Montserrat. Se trata de un lema basado en cinco elementos que no sólo define la vida monástica, sino que también expresa lo que el monacato benedictino puede aportar a la sociedad y al mundo contemporáneo. Es, por tanto, una síntesis de la sabiduría que san Benito demostró como conocedor de los monjes, pero sobre todo como conocedor de la auténtica naturaleza humana.

Ora : La oración es el fundamento de este lema y es también el fundamento de la vida. Nos enseña a salir de nosotros mismos y trascender hacia el Dios de Jesucristo, que es la verdadera Belleza, la verdadera Verdad, la verdadera Bondad y el verdadero Amor.
Lege : La lectura como símbolo de la cultura y la cultura como expresión de la belleza del alma humana. Desde la antigüedad, los monasterios han sido lugares de transmisión de conocimientos: bibliotecas, escritores y música son ejemplos evidentes. La cultura eleva el espíritu humano y lo acerca a Dios.
Labora : El trabajo se convierte en un instrumento de realización personal y de transformación del mundo. El esfuerzo, la perseverancia, la tenacidad, el trabajo duro y la paciencia son propios del inconformista, de la persona que cree que un mundo mejor es posible.
Rege te ipsum : La tradición monástica enseña que el autoconocimiento y la toma de las riendas de la propia vida son la fuente de la verdadera libertad. Esta libertad nos permite vivir de acuerdo con principios y valores que dan sentido a nuestra existencia y en definitiva, nos hace comprender que la verdadera felicidad se encuentra en ponernos al servicio de los demás.
In communitate : ¿Qué es Montserrat? Montserrat es ciertamente una comunidad monástica benedictina. Pero Montserrat es también una comunidad más amplia, formada por todos los hombres y mujeres que se identifican con ella. Esta gran comunidad nos enseña que juntos podemos caminar hacia el futuro sin miedo, con fuerza y esperanza.
Estos elementos, que conforman el lema del Milenio de Montserrat 2025, son la propuesta que la vida monástica benedictina puede hacer a sus contemporáneos. Muestran que la vida tiene sentido si se vive coherentemente con unos principios; muestran que la felicidad es posible si ponemos nuestros dones al servicio de los demás; muestran que Dios nos anima constantemente a ser mejores personas y a construir una sociedad mejor.
Bodas de Oro de la Federación Benedictina India – Sri Lanka (ISBF)
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Noticias
Dom James Mylackal, OSB
Presidente de la ISBF
Bodas de Oro de la Federación Benedictina
India – Sri Lanka (ISBF)
1975-2025
Celebración de una Fraternidad Monástica
Las bodas de Oro de la Federación Benedictina India-Sri Lanka (ISBF) se celebró con alegría el 17 de febrero de 2025 en el Monasterio Benedictino de Asirvanam en Bangalore, India. Esta ocasión trascendental reunió a monjes y monjas de las comunidades benedictinas de la India y Sri Lanka para reflexionar sobre el camino espiritual de los últimos cincuenta años y renovar su compromiso con el estilo de vida monástico. El Prior Conventual, Rev. Fr. Jerome Naduvathaniyil OSB, del monasterio anfitrión, y el Rev. Fr. James Mylackal OSB, Prior Conventual del Monasterio de Navajeevan en Vijayawada, India, Presidente de la Federación, dieron la bienvenida al augusto encuentro. La celebración fue honrada con la presencia del Arzobispo Mar Mathew Moolakkatt OSB, Arzobispo Metropolitano de Kottayam, Kerala, India. En su discurso inaugural, como benedictino, apreció el crecimiento constante de la presencia de los benedictinos y benedictinas en estos dos países y bendijo la reunión. También estuvieron presentes, el Abad Primado, Reverendísimo P. Jeremias Schroeder, OSB; el Presidente de la Alianza Inter Monasterios (AIM), Abad Bernard Lorent; el Reverendísimo Abad Presidente (Syl) Antony Puthenpurackal OSB; la Presidente de la Communio Internationalis Benedictinarum (CIB), Reverenda Hna. Lyn McKenzie; el Reverendo P. Cyprian Consiglio, OSBCam, Secretario General de DIM/BID, cuya presencia y mensajes subrayaron la importancia de la solidaridad monástica más allá de las fronteras nacionales. Se reservó un día para el Diálogo Interreligioso, el P. Showraiah Guvvala OSB, de San Anselmo, presentó los cursos ofrecidos por el Ateneo y la Hna. Reshmi OSB, secretaria de AIM, explicó la situación financiera y los proyectos.
Tras la celebración eucarística del Jubileo, comenzó la Asamblea General Anual de la Federación, que se prolongó hasta el 21 de febrero de 2025. Fue un tiempo de renovación espiritual, reflexión y debate sobre los retos y oportunidades a los que se enfrenta la vida monástica en el mundo actual.

Una visión arraigada en la espiritualidad benedictina:
La Federación Benedictina Indo-Sri Lanka (ISBF) se fundó hace cincuenta años en el mismo monasterio de Asirvanam, Bangalore, con una visión clara: fomentar la unidad, la colaboración y el enriquecimiento espiritual entre los monasterios benedictinos de la India y Sri Lanka. En esencia, la ISBF no es un mero órgano administrativo, sino una familia espiritual que busca profundizar en la visión de San Benito a través de la oración, el estudio y el apoyo comunitario.
Hoy en día, la federación se ha expandido hasta incluir 15 Congregaciones y está fortalecida por más de 100 comunidades monásticas. Más de 700 monjes y monjas de las dos naciones se dedican a la Regla de San Benito, abrazando una vida de Ora et Labora -oración y trabajo- dentro de los ricos paisajes culturales y espirituales de la India y Sri Lanka.

El propósito de la ISBF: Fortalecer la vida monástica en el siglo XXI:
La ISBF proporciona una plataforma espiritual a sus miembros para:
• Profundizar en la fraternidad y la unidad entre las comunidades monásticas.
• Participar en la reflexión teológica y espiritual para discernir y responder a los desafíos de la vida monástica actual.
• Fomentar el aprendizaje y el apoyo mutuos, aprovechando las ricas experiencias de las distintas comunidades.
• Organizar programas de formación permanente para los que están en formación inicial y para los formadores.
• Intercambiar recursos -tanto espirituales como materiales- para ayudar a los monasterios a prosperar.
Cada año, la federación organiza sesiones de estudio y retiros que ofrecen a monjes y monjas la oportunidad de reflexionar, aprender y crecer en su vocación. Estas iniciativas están enraizadas en la llamada benedictina a la estabilidad, la conversión de vida y la obediencia, garantizando que el camino monástico siga siendo vibrante y relevante frente a los desafíos modernos.
Marchando hacia adelante en fe y gratitud:
Mientras la ISBF celebra cincuenta años de colaboración monástica, damos gracias a la providencia de Dios y al duro trabajo de los pioneros y la generosidad de los benefactores, especialmente de la AIM USA y de la AIM Vanves, Francia, a los que nos desean el bien y a la Iglesia en general que han apoyado este viaje. La llamada a buscar juntos a Dios sigue estando en el corazón de nuestra misión y avanzamos con una fe renovada, un compromiso más profundo y una esperanza inquebrantable en el camino monástico.
El viaje continúa, guiados por la sabiduría de San Benito, mientras nos esforzamos por vivir como auténticos testigos del Evangelio, unidos en la oración y el amor, buscando siempre el rostro de Dios. Gracias.
Bodas de Plata de Teok
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Noticias
Basado en un artículo del P. Sibi Joseph Vattapara, OSB
Monasterio de San José en Makkiyad
Ashir Sadan (Teok) :
Bodas de Plata de una Fundación en la India
25 años de Oración, Servicio y Esperanza
A imagen del llamamiento del Papa Francisco en Evangelii Gaudium (“... una comunidad evangelizadora se implica de palabra y de obra en la vida cotidiana de las personas; [...] abraza la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en los demás.” EG 24), la vida monástica se dedica a la oración, la soledad y la unión con Dios, permaneciendo al mismo tiempo cerca de las alegrías y luchas de la humanidad.
Esta vocación, heredada de los Padres del Desierto, ha sido encarnada a lo largo de los siglos de diversas formas, como la de san Silvestre Guzzolini, fundador de los silvestrinos en el siglo XIII: la Orden de San Benito de Montefano - hoy conocida como los benedictinos silvestrinos. En 1962, estos monjes llegaron a la India, a Kerala, donde su presencia se ha extendido gradualmente por todo el país (Makkiyad, Jeevan Jyothi, Navajeevan).
En 1999, los hermanos del priorato de San José de Makkiyad fundaron el monasterio de Ashir Sadan, en la diócesis de Dibrugarh, en Assam. Esta fundación, modesta en sus comienzos, se convirtió con los años en un radiante centro espiritual. Llevados por el Espíritu, los monjes se consagran a la oración, al silencio y al servicio de las poblaciones tribales del noreste de la India, a menudo marginadas. Sus vidas sencillas, enraizadas en el Evangelio, dan testimonio del amor encarnado y solidaridad activa. Los monjes salen al encuentro de la población local, compartiendo la Palabra, promoviendo la educación y sembrando las semillas de la paz y la dignidad. Inspirados por el Concilio Vaticano II, afirman que la vida contemplativa es una fuerza evangelizadora.
Un monasterio arraigado en la tradición y abierto al mundo
El monasterio de Ashir Sadan encarna hoy una visión del monacato que es a la vez fiel a su tradición espiritual y atenta a las necesidades contemporáneas. Enclavado en las tranquilas colinas de Assam, se ha convertido en un faro de esperanza, un lugar de oración, fraternidad y compromiso social.
La historia de Ashir Sadan comenzó el 27 de octubre de 1999, cuando los padres Stephen Kulathinal y Thomas Kodakassery, guiados por el prior José Kadakelil, abandonaron el priorato de San José en Makkiyad, Kerala, para dirigirse a la diócesis de Dibrugarh. Su misión, inspirada en el celo de san Pablo y Bernabé, contó con el apoyo de toda su comunidad. Antes de su partida recibieron el apoyo de la comunidad de Vanashram de Bangalore y emotivas bendiciones en la estación, un fuerte signo de fraternidad.
Su viaje estuvo marcado por el ciclón Paradip, que azotó con fuerza Odisha. Atrapados en un tren durante dos días, sin comida ni agua, vivieron un momento de angustia extrema, con vientos violentos, saqueadores armados y un aislamiento total. Fue una intensa prueba física y espiritual que afrontaron en oración.
Llegados a Calcuta y luego a Dibrugarh el 4 de octubre de 1999, se reunieron con el padre Thomas Kodakassery. A instancias del obispo Joseph Aind de Dibrugarh, exploraron la diócesis con la ayuda de misioneros y religiosos locales para encontrar un lugar adecuado donde establecer un monasterio. Eligieron un terreno aislado en Teok, en el distrito de Jorhat, un antiguo terreno pantanoso rodeado de plantaciones de té, juzgado adecuado para la vida contemplativa.
Con el acuerdo del obispo y la cesión oficial de los terrenos en 1999, comenzaron las obras. El monasterio se inauguró oficialmente el 6 de enero de 2000, en una ceremonia presidida por el obispo Aind. El obispo Aind vio en Ashir Sadan un centro espiritual de apoyo a las comunidades católicas de la región, a menudo aisladas. Los comienzos fueron modestos. Los monjes se instalaron en un edificio rudimentario, enfrentados al clima extremo de Assam y a la mala calidad del agua, contaminada con arsénico y flúor. Gracias a la ayuda del obispo, que les proporcionó equipamiento y apoyo logístico, las condiciones de vida mejoraron gradualmente. Gracias a ello, Ashir Sadan se ha convertido en mucho más que un simple monasterio: es un signo vivo de fe, perseverancia y solidaridad cristiana en el corazón del noreste de la India.
Fidelidad, servicio y esperanza
En octubre de 2000, el abad Andrea Pantaloni visitó el joven monasterio de Ashir Sadan. A pesar del duro clima de Assam - lluvias torrenciales, inundaciones, calor - los monjes, fieles a la regla benedictina de ora et labora, cultivaron la tierra y ofrecieron acompañamiento espiritual y social en las aldeas, aprendiendo las lenguas locales para poder servir mejor.
El monasterio benedictino de Ashir Sadan no ha dejado de crecer desde su fundación. Hacia 2002, el P. José Kochuparambil, que se dedicaba a la pastoral local, dominaba los dialectos locales y forjó vínculos con los aldeanos, propuso crear un centro educativo para los marginados del distrito de Jorhat, convencido de que la educación era una herramienta vital para el progreso social. Los obstáculos se multiplicaron (inundaciones, escasos recursos, escasez de monjes, cartas amenazadoras, agresiones físicas a los monjes) y casi destruyeron los esfuerzos de la comunidad. Animados por la Iglesia local y el Papa Juan Pablo II (Discurso a los benedictinos silvestrinos el 8 de septiembre de 2001), los hermanos perseveraron a pesar de las amenazas, ganándose poco a poco la confianza de la población local. El 21 de enero de 2002, el obispo Joseph Aind bendijo la apertura de la escuela.
En 2006, con el apoyo del obispo Joseph Aind y del priorato, se terminó de construir un nuevo edificio, lo que permitió a los monjes trasladarse desde sus modestas instalaciones originales a un espacio más amplio, parte del cual se convirtió en un centro de retiros para sacerdotes y religiosos del noreste de la India. Ese mismo año, el monasterio abrió un internado para niños procedentes de las remotas aldeas de Teok, ofreciéndoles educación y estabilidad. Los monjes garantizaron la disciplina y enseñaron valores como la compasión, colmando las lagunas educativas de la región identificadas en el censo de 200.

El monasterio amplía su alcance a través de programas en las aldeas bajo la égida de la parroquia de Mariani, respondiendo a las necesidades locales y proporcionando ayuda esencial durante crisis como las frecuentes inundaciones en Assam -registradas cada año en la década de 2000- y la pandemia de COVID - 19 que comenzó en 2020, distribuyendo alimentos, medicinas, ropa y refugio a los habitantes afectados, consolidando así su papel de ancla regional.
Hacia 2006, los monjes del monasterio benedictino de Ashir Sadan invitaron a las Hermanas de la Presentación, una congregación activa en la educación en la India desde el siglo XIX y les ofrecieron el terreno para que se unieran a su misión. Los monjes pidieron a las hermanas que crearan un albergue para niñas con el fin de proporcionarles un espacio seguro para su educación y crecimiento. El albergue, que complementaría el internado masculino inaugurado ese año, atendería las necesidades de las diversas comunidades del distrito rural de Jorhat, incluidas las tribus productoras de té y los grupos asameses identificados en el censo de 2001.
Bajo el liderazgo de las Hermanas de la Presentación, el albergue floreció rápidamente, ofreciendo, desde 2007, alojamiento, educación y apoyo a niñas de diversos orígenes gracias a la experiencia de la Orden en la promoción de la educación. Esta asociación entre monjes y hermanas ha reforzado el alcance de Ashir Sadan, combinando el énfasis benedictino en el trabajo y la oración con la herencia educativa de las hermanas y ha aumentado significativamente el impacto del monasterio.
En 2025, los esfuerzos educativos del monasterio -que ahora incluyen la escuela, inaugurada en 2002, y el albergue para niñas - siguen proporcionando educación de calidad a la población de Teok y son un símbolo perdurable de resistencia y servicio ante los retos de Assam.
Gratitud y alegría: Celebración del jubileo del monasterio Ashir Sadan
En enero de 2025, el monasterio benedictino Ashir Sadan celebró su XXV aniversario desde su fundación en enero de 2000. Este hito refleja un cuarto de siglo de servicio, oración y crecimiento bajo la Regla de san Benito y forma parte del Jubileo de la Esperanza proclamado por el Papa Francisco para este año, que hace hincapié en la renovación y la confianza en Dios en el corazón de los desafíos. Guiado por los valores benedictinos de trabajo, oración y comunidad, el monasterio refleja la llamada bíblica del Jubileo -enraizada en el capítulo 25 del Levítico- para restaurar las relaciones y fomentar la renovación espiritual. Esta misión se ve reforzada por la perseverancia mostrada ante las inundaciones de Assam, la desconfianza local a principios de la década de 2000 y crisis como la de COVID-19.
Con el apoyo de la Alianza Inter Monasterios (AIM) y el Priorato de San José en Makkiyad, su casa madre, Ashir Sadan se ha desarrollado a lo largo de los años, especialmente con la bendición de una nueva iglesia monástica por el obispo Joseph Aind el 11 de junio de 2023, reforzando su papel como centro espiritual. El programa educativo del monasterio, que incluye la escuela abierta en 2002 y el albergue femenino dirigido por las hermanas de la Presentación desde 2006, sigue sirviendo a las diversas comunidades del distrito de Jorhat, mientras que el centro de retiros establecido en el edificio de 2006 acoge a sacerdotes y religiosos del noreste de la India para la contemplación y la renovación. Como casa de noviciado del Priorato de San José, Ashir Sadan ha formado a futuros monjes y ha nutrido a sacerdotes locales como los padres Jiten Urang y Philip Kujur, consolidando su legado como centro de vocaciones y esperanza en la región hasta 2025.

Dom Javier Aparicio Suarez
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Dom Javier Aparicio Suarez
Nuevo Abad Presidente de la Congregación de Santa Otilia
Newsletter de Sankt-Ottilien (www.erzabtei.de)

El 18 de enero de 2025, los Benedictinos Misioneros de Santa Otilia eligieron al P. Javier Aparicio Suárez, de 55 años, como su séptimo Abad Presidente. Sucede al P. Jeremias Schröder, que fue elegido Abad Primado de los Benedictinos en Roma el pasado mes de septiembre. La sede oficial del Abad Presidente se encuentra tradicionalmente en Santa Otilia, Alta Baviera. Es aquí donde el P. Javier ha estado trabajando durante los últimos cuatro años como Procurador en la administración de la Congregación. Fue bendecido abad inmediatamente después de su elección.
El nuevo Presidente de la Congregación nació en 1969 en Valladolid (España) en el seno de una familia fuertemente influenciada por la religión cristiana. Tras terminar el bachillerato en 1986, estudió filosofía y teología en la Universidad de Navarra en 1987, al tiempo que cursaba estudios de piano en el conservatorio de música de Pamplona. En 1990 ingresa en la Orden de Agustinos Recoletos de Navarra. Tras ordenarse sacerdote en 1994, trabajó durante tres años como director de un colegio de primaria y secundaria en el sur de España. En 2001, junto con dos monjes de Silos, fundó el Monasterio de San Salvador del Monte Irago, un monasterio en el camino de Santiago de Compostela en España, que pertenece a la Archiabadía de Santa Otilia.
En 2004, trasladó su estabilidad a Santa Otilia. En 2006, se convirtió en hospedero de la Archiabadía de Santa Otilia, donde también enseñó a los novicios del monasterio. De 2010 a 2021, sirvió como superior del monasterio de Rabanal del Camino, en el Camino de Santiago en España, y también fue miembro del Consejo de la Congregación. En 2021 fue nombrado Procurador General de la Congregación, cargo que ocupó hasta su elección. Esta función implica principalmente la coordinación de proyectos y finanzas en todo el mundo. Con esta función, visitó regularmente todos los monasterios de la Congregación en Europa, África, América y Asia.
La Comisión para China
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Dom Bernard Lorent Tayart, osb
Presidente de AIM
La Comisión para China
El 15 de marzo de 2025, los miembros de la “Comisión benedictina sobre China” se reunieron en San Anselmo bajo la presidencia del Abad Primado. Estaban presentes delegados de congregaciones u órdenes interesadas en China por las siguientes razones: algunos de sus miembros están activos en China o son de origen chino; algunas abadías acogen candidatos chinos o incluso vietnamitas en sus facultades de teología; otras traducen y preparan material teológico para las vocaciones chinas; son vecinas de China, como algunos monasterios de Corea del Sur o Taiwán; otras tienen vínculos históricos y amistades que se remontan a los tiempos de las misiones; y, por último, viven en Hong Kong o Macao, que gozan de un estatuto especial en China.
El objetivo era debatir las actividades y los retos de la vida benedictina en China y explorar las oportunidades de estudios teológicos e intercambios culturales.
Los testimonios muestran una presencia monástica que tiene que adaptarse a las exigencias políticas a la práctica de una actividad pastoral, acogedora y solidaria basada en la discreción; y aceptando restricciones relativas a la participación en misa o, en otro ámbito, la compra de propiedades.
Dos miembros del Dicasterio para la Evangelización nos presentaron a la Oficina “china” del Dicasterio para las relaciones con la Iglesia en China, y la “Comisión Pastoral China”, que también se ocupa de los chinos que viven fuera de China. Aunque la vida religiosa institucional masculina todavía no está autorizada en el país, todos los obispos de China están ahora en comunión con el Santo Padre, aunque todavía no exista una Conferencia Episcopal China reconocida oficialmente por la Santa Sede. Lo importante es dar pequeños pasos y comprender que la mentalidad china es diferente y tan respetable como la mentalidad occidental.




