Viaje por China continental1
Dom Jean-Pierre Longeat, osb,
Presidente de la AIM
Como continuación del encuentro internacional de la BEAO en Taipei (Taiwán), el padre Mark Butlin y yo tuvimos la oportunidad de conocer algunos aspectos de China continental y algunos lugares monásticos de ese país. No es posible hacer un relato detallado de este viaje, especialmente de las numerosas experiencias que tuvimos. Sin embargo, conviene dar cuenta de las grandes líneas de esta impresionante incursión en el Imperio Medio.
Al día siguiente de nuestra llegada a Beijing comenzamos con una maravillosa visita a la Gran Muralla China, ¡una prueba a nuestro estado físico! Por la tarde, visitamos una de las grandes iglesias del norte de Beijing, conocida como la Catedral de San Salvador, donde tuvimos la oportunidad de conocer al párroco con quien mantuvimos una larga conversación. La iglesia ha sido completamente restaurada recientemente. El callejón que lleva a la iglesia está revestido de ángeles con trompetas, ya casi era Navidad. Las primeras Vísperas abrieron el tiempo de Adviento.
Recordemos que en septiembre de 2018 se firmó un acuerdo entre la Santa Sede (que reconoció a siete obispos de la Iglesia Patriótica) y China, que ya no nombraría obispos sin la aprobación del Vaticano. Actualmente hay entre diez y quince millones de católicos en la República Popular China. La Asociación Patriótica Católica China cuenta con 97 diócesis oficiales, pero la propia Iglesia Católica cuenta con 138, con varias sedes vacantes. El primer domingo de Adviento, celebramos la misa en la actual catedral de Pekín, dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, en el sur de la ciudad.
Después de la misa, con numerosa asistencia y una hermosa liturgia, visitamos los edificios de la Universidad de Fu Jen, que siguen en pie. Esta magnífica institución fue creada en Pekín en 1933 por monjes de San Vicente de Latrobe, de Pensilvania. Luego nos dirigimos al seminario de Pekín, cuyo rector realizó la mayor parte de su formación teológica en San Vicente de Latrobe. Conocimos a los cincuenta seminaristas, visitando el lugar, amplio y bien organizado. La biblioteca recién construida está muy bien adaptada; la iglesia es grande y funciona como iglesia parroquial, donde varios seminaristas realizan su servicio pastoral.
El 3 de diciembre, fiesta de San Francisco Javier, salimos temprano por la mañana hacia Manchuria, donde nos encontramos con la comunidad de la Santa Cruz a un par de horas de la ciudad de Changchun. Estábamos cerca de Songhur, a unos 60 km de Jilin. El priorato es fruto de una larga historia. Los monjes de Santa Otilia (Alemania) habían fundado un monasterio en Yenki, que posteriormente se convirtió en un vicariato apostólico. Entre 1946 y 1952, los monjes fueron perseguidos y controlados por las autoridades civiles. Algunos regresaron a Alemania, otros huyeron a Corea del Sur, donde establecieron un monasterio que dio origen al monasterio de Waegwan, que aún existe. Tras medio siglo de ausencia de China, en 2001 la congregación de Santa Otilia regresó para fundar un monasterio en la región de Jilin, primero en una parroquia, y ahora en la casa en la que nos encontramos. El espíritu de esta iniciativa, fue un sacerdote chino que vino a formarse a Santa Otilia quien, después de haber hecho sus votos solemnes, puso por obra esta iniciativa.
Los monjes viven la Regla de San Benito. Vinculado al monasterio hay un hogar de ancianos, y un centro de recursos para los sacerdotes de las diócesis vecinas. Los monjes también se encargan de la parroquia donde tuvieron su primer asentamiento.
Al día siguiente, partimos hacia la ciudad de Jilin, donde primero descubrimos la catedral renovada recientemente. Luego nos dirigimos al seminario diocesano, donde nos recibieron el rector y el ecónomo. Compartimos la comida con los seminaristas. Son setenta, de una veintena de diócesis. Este establecimiento tiene muy buena reputación. El rector realizó algunos de sus estudios teológicos en Roma, tiene un espíritu abierto, acogiendo nuevas ideas. Al regreso, alojamos en la iglesia que los monjes siguen manteniendo y en la que prestan servicio. En la cena comentamos largamente la jornada.
El miércoles 5 de diciembre, volamos desde Changchun a Beijing, donde visitamos la Ciudad Imperial: ¡deslumbrante! Al día siguiente volamos a Chengdu, la capital de Sichuan, para conocer la ciudad de Xishan donde visitamos el antiguo monasterio fundado por Dom Jehan Joliet y los monjes de St André de Brujas. El monasterio no está lejos de la ciudad, al que llegamos por una pequeña carretera que conduce al pie de una montaña en cuya cima se encuentra el cementerio cristiano local. Los edificios monásticos se han conservado inalterados. Fueron construidos en los años treinta y ahora son la residencia del obispo de Nanchong, y albergan un hogar de ancianos. Allí se construyó un santuario con un enorme Vía Crucis que conduce a la tumba de los dos primeros priores, algunos monjes, algunas hermanas y otros cristianos.
Tuvimos una larga conversación con el obispo, realizando una detallada visita al lugar: sala capitular, las celdas, el refectorio. Luego hicimos el Vía Crucis hasta las tumbas de los fundadores. Según la costumbre china, habían sido incinerados y colocados en nichos funerarios con una inscripción que conmemoraba su sabiduría. El primer fundador fue Dom Jehan Joliet. Nació en Dijon, Francia, en 1870. Tras estudiar en la academia naval de los jesuitas, se convirtió en oficial de la marina y en el ejercicio de sus funciones descubrió China. Quedó fascinado por la riqueza y profundidad de la cultura de este país. Le impactó la poca estima por esta cultura, que tenían entonces los misioneros y comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de una evangelización que respetara las mentalidades locales. En 1894 ingresó en la abadía de Solesmes, refugiada entonces en Inglaterra, en la isla de Wight, con la esperanza de fundar algún día un monasterio en China. Más tarde entró en contacto con Dom Theodore Nève, abad de St André en Brujas, partiendo finalmente con un monje de St André hacia China con la misión de hacer una fundación. Ésta tuvo lugar en 1929 en la provincia de Sichuan, en un lugar llamado Xishan. Dom Joliet fue el primer prior. Sin embargo, al cabo de unos años, una divergencia de opiniones sobre la perspectiva de la inculturación llevó a Dom Joliet a dejar su cargo y a retirarse como ermitaño. Murió en 1937. Dejó una manera de pensar original, muy adelantado a su tiempo.
Tras el almuerzo, regresamos a Chengdu, donde por la noche nos reunimos con el obispo, que lleva dos años en el cargo, quien nos contó sobre su ministerio. Al día siguiente volamos a Shanghai, donde nos encontramos con un jesuita francés, que se encuentra allí, luego de haber pasado muchos años en Taipei, con quien estuvimos un par de horas, prometiendo volver a vernos en Francia. Nos dirigimos a continuación a la catedral de Shanghai, fundada por los jesuitas. Llegamos al final de la misa celebrada en chino. La iglesia estaba repleta; ha sido totalmente renovada en los últimos años. Después de la misa, el párroco de la catedral y un amigo sacerdote nos mostraron los alrededores, incluida la casa diocesana donde viven varios sacerdotes. Caminamos a lo largo del río por el mítico barrio del Bund. Esa tarde volamos a Hong Kong.
Al día siguiente, el abad de Lantao, Dom Paul Kao, vino a buscarnos para ir a su monasterio en la isla de Lantao. La fundación del monasterio se remonta a 1946 y que tuvo su origen en dos grupos de monjes que habían huido de China continental tras las persecuciones del régimen comunista. Una comunidad de unos quince monjes, uno de los cuales que tenía formación de arquitecto, construyó el monasterio en una zona casi desértica, donde el esfuerzo de transportar las piedras y trazar los caminos fue toda una hazaña. Los edificios constan de un rectángulo formado por dos alas en las que se encuentran los recintos conventuales, las celdas y dos pasillos de conexión en sus extremos. Más allá, la iglesia se alza como la proa de un barco sobre el mar con su campanario de piedra como mástil. Otra extensión recientemente reestructurada es la enfermería. Abajo, la espaciosa hospedería que acoge a numerosos participantes en retiros. Consta de unas dieciséis habitaciones con salas de reuniones y un refectorio.
Nos reunimos con la comunidad para el oficio y el almuerzo. La tarde avanzó muy rápidamente. Por la noche, Mark presentó el trabajo de AIM a la comunidad. Al día siguiente partió a Macao para conocer la nueva fundación trapenses de Vitorchiano. En cuanto a mí, me voy a París donde, tras dieciséis horas de viaje, ¡vuelvo a pisar suelo francés!