Viaje a Chad, junio-julio de 2019

Hermana Christine Conrath, osb
Secretaría de la AIM

 

En el marco de los viajes del Equipo Internacional de AIM, fui invitada a pasar unos días en Chad, en la comunidad de Santa Ágata de Lolo, el primer y único monasterio de nuestra familia benedictina en Chad. Desde hace algún tiempo, esta comunidad, muy aislada en el país, deseaba una visita fraternal. Desde su fundación, la AIM ha apoyado los proyectos presentados por este monasterio. Había llegado el momento de manifestar de forma aún más concreta nuestra presencia fraternal a estas valientes hermanas.

Viajé con Royal Air Maroc, adentrándome en el mundo árabe ya en París, con escala en Casablanca, un espléndido aeropuerto internacional. Además del vuelo de París a N’Djamena, se necesitan diez horas de autobús para recorrer los 475 km que separan N’Djamena de Moundou, y luego 11 km de Moundou a Lolo. Se calcula no en kilómetros, sino en horas de viaje, teniendo en cuenta el estado de la carretera (buena en torno a la capital del Chad, muy buena en torno a Moundou -segunda ciudad del país-, pero deplorable en algunos lugares del centro). Un viaje en autobús es muy interesante: ¡una inmersión en la población local y visitar el país! Los asientos son cómodos y permiten descansar. Se pueden ver en una pantalla compartida una gran variedad de programas, en francés o árabe (segunda lengua oficial de Chad) e incluso películas chinas con subtítulos.

El avión aterrizó en N’Djamena a tiempo, pero una de mis maletas se extravió, por lo que tuve que lidiar con la negociación por el equipaje, además de los trámites de ingreso al país. Durante estos trámites, pensaba en la hermana Denise, que tuvo que esperarme durante más de dos horas frente al aeropuerto.

El monasterio de Santa Ágata fue fundado en 2004 por las hermanas congoleñas de Lubumbashi (congregación Reina de los Apóstoles). Todo allí es nuevo, y con mucho por descubrir. Un maravilloso libro de la biblioteca de las hermanas, me sirvió de guía: “Orígenes de la Iglesia católica en el Chad, diócesis de Moundou, diario de un misionero”, de Marie-André Pont, capuchina. La Iglesia del Chad aún no tiene cien años, sus ocho diócesis son atendidas por 131 sacerdotes diocesanos y 111 religiosos y 375 monjas. Santa Ágata es el orgullo de la diócesis de Moundou, según me dijo un sacerdote diocesano que conocí en la ciudad.

Antes de mi partida, el padre J.P. Longeat y yo pudimos reunirnos en París con un misionero, el padre Michel Guimbaud, un capuchino francés que llegó a Chad en 1957, tres años antes de la independencia. Compartió con nosotros su celo apostólico y su orgullo por el pueblo chadiano. Los capuchinos celebran la eucaristía en Santa Ágata tres veces por semana y prestan numerosos servicios a la comunidad, en particular, como mensajeros con el correo y diversas informaciones para las hermanas.

Durante el viaje en autobús, me fijé en los camiones cargados de contenedores procedentes de Douala y Yaundé, Camerún. Con una superficie dos veces y media mayor que la de Francia, el país no tiene salida al mar; la mitad norte es desértica. Además de las difíciles condiciones climáticas, el panorama político es conflictivo: las zonas controladas por Bokko Haram no están lejos. Estudiando la historia reciente de Chad, especialmente bajo la dictadura de Hissène Habré (1982-1990), el pueblo ha sufrido mucho. El 30 de mayo de 2016, este dictador fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, tortura y crímenes de guerra. La celebración del juicio, veinticinco años después de su caída y su huida a Senegal, se debió enteramente a la perseverancia y tenacidad de las víctimas.

Como mi maleta se había perdido, pude experimentar la acogida del Evangelio según Lucas 10: “No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Si entráis en una casa decid primero: ¡Paz a esta casa! Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan”. Las hermanas me alojaron en una celda preciosa, con todo lo necesario para pasar la noche y toda la semana. Los mosquitos fueron indulgentes, la mosquitera fue suficiente para mantenerlos alejados; el aerosol adecuado, estaba naturalmente, en la maleta.

TchadegliseEl monasterio está bien construido y es espacioso. La hermosa iglesia fue dedicada el 29 de junio de 2018. La cocina, agradable y ventilada, sirve también de refectorio. Las hermanas acaban de construir diez habitaciones más para ampliar la capacidad de su hospedería. De hecho, muchas personas acuden al monasterio para recargar las pilas. Los huéspedes aprecian el entorno y la comunidad. Durante mi estancia, un grupo de religiosas estaba de retiro, dirigido por un sacerdote de África Central.

Me conmovió la seriedad de la vida religiosa de estas hermanas, en condiciones de bastante incomodidad. El horario es apretado: vigilias a las 4:30 de la madrugada, completas a las 20:00, una breve siesta después del almuerzo. La hermana Denise, la superiora, la hermana Gisèle, la hospedera, y la hermana Myriam, la directora de la escuela, son congoleñas de Lubumbashi. La primera profesa chadiana, la hermana Priscille, se encontraba actualmente en Lubumbashi para su formación. Los miembros activos de la comunidad se completarán pronto con el regreso de las hermanas Eulalie y Philomène. La comunidad es acogedora, una hermana de Babété del vecino Gongo, se encontraba allí para unas semanas de descanso. Tuve el placer de volver a encontrarme con la hermana Myriam, a la que conocí hace tres años en una sesión de formadores; ella se benefició con curso “Ananías”, para formadores francófonos. Se va a estudiar la Biblia a Yaundé durante tres años, un gran generoso sacrificio para la comunidad.

TchadclotureAcompañando a la hermana Denise por los campos cultivados del monasterio, me enteré que son necesarias tres limpias antes de la cosecha del cacahuete. Lamentablemente, la plantación es escasa en parte de su superficie, ya sea porque escaseó la lluvia después de la plantación o porque un rebaño de ganado rompiendo la valla, se alimentó de ella. En el pasado, estos rebaños de 180 cabezas bajaban del norte después de la cosecha; limpiaban y abonaban los campos, para comodidad de los agricultores. En este caso, bajaron antes, con desastrosas consecuencias para los cultivos.

Entre los trabajadores de la granja de las hermanas se encuentran los miembros del coro de la parroquia vecina que quieren comprar instrumentos musicales y un amplificador; su sueldo se reserva para que un día puedan cumplir sus sueños. También vi a las mujeres del pueblo venir a trabajar con sus hijos más pequeños a la espalda o caminando valerosamente junto a sus madres. Las hermanas ayudan económicamente a los aldeanos; por ejemplo, dándoles semillas a crédito.

TchadpressearachidesEste año, además de sésamo, maní, mijo y ñame, la hermana Denise tiene previsto comenzar a cultivar algodón; ha realizado algunas investigaciones de agronomía y el suelo es arenoso, fácil de desmalezar; pero una lluvia fuerte podría arrancar las plantas fácilmente. El Estado ha puesto en marcha un programa de reforestación; está prohibido talar árboles, pero el carbón vegetal es necesario para cocinar. El monasterio tiene una máquina para prensar cacahuetes; durante mi estancia, tres trabajadores la pusieron en marcha durante todo un día y al día siguiente llevamos las latas de aceite a un cliente de Moundou.

El ritmo de la vida en el monasterio está dado por la presencia de los vecinos. Por la mañana se sale a los campos, antes del mediodía se da té a los trabajadores, a última hora de la tarde vienen por comida (harina mezclada con mijo y maíz, salsa de okra, un poco de pescado). El trabajo finaliza a las cinco de la tarde, de modo que todos se van a casa a las seis, antes de que anochezca.

Las hermanas tienen una pequeña escuela. Al principio, se encargaban de toda la enseñanza, ahora tienen profesores, a quienes se les paga un sueldo estándar. Pero los habitantes del pueblo tienen dificultades para pagar las cuotas y los niños dejan de asistir a la escuela antes de tiempo; la escuela pública también exige una cuota. El dinero escasea. La bomba de agua, puesta a disposición del pueblo, está en espera de la tercera reparación; las hermanas han pedido a los usuarios que ayuden con una contribución. La escuela primaria tiene que terminar a fines de mayo, porque los padres se llevan a sus hijos a trabajar al campo a principios de junio. El cobertizo de la escuela del monasterio fue financiado en parte por los alumnos de la escuela de Lubumbashi, un hermoso ejemplo de solidaridad.

TchaddepartchampsLas hermanas afrontan las dificultades con un valor que despierta admiración. Hasta la fecha, no han podido cercar sus campos para proteger los cultivos, ni han podido contar con un suministro eléctrico más fiable, especialmente para alimentar su frigorífico, lo que implica un potente generador. El acceso a Internet, parece complejo. El monasterio está en una hondonada, hay que coger el coche y conducir 1,5 km, para conseguir señal. El problema parece de difícil solución.

A lo largo de mi estancia en esta comunidad, experimenté que todo es la gracia. Agradezco a la comunidad de Sainte-Agathe su acogida y el haberme abierto los ojos a una nueva realidad. Para terminar me gustaría dejar constancia de que tanto el obispo local como las hermanas y los hermanos capuchinos que las atienden, anhelan ardientemente establecer un monasterio de hombres en las cercanías. El terreno está disponible. ¡El llamado está dirigido a todos los que puedan responder!