Informe sobre el programa
para los formadores monásticos de ABECCA

Guatemala, del 14 al 23 de julio de 2019

P. Alex Echeandía, osb,
Presidente de ABECCA

 

La ABBECA (Asociación Benedictina y Cisterciense para el Caribe y los Andes), creada en 1978, reúne a cincuenta y tres comunidades de diecisiete países de esta parte de América Latina. Cada cuatro años, en diferentes países de la región, benedictinos y cistercienses se reúnen para compartir experiencias, acompañadas de conferencias. Es un momento privilegiado en el que las comunidades consiguen reunirse a pesar de las dificultades que suponen las largas distancias y el escaso número de personas que pueden enviarse de cada comunidad.

La última asamblea de ABECCA se celebró en Bogotá en julio de 2017. Como resultado de este encuentro, los participantes expresaron la necesidad de ayudar a los formadores en práctica o en formación, ya que representan mucho para el futuro de la vida monástica en América Latina y el Caribe. Algunos pidieron a la ABECCA que organizara un curso para juniors y novicios, pero otros pensaron que sería mejor en esta etapa ayudar primero a los formadores a cumplir su función, de modo que también influya a los jóvenes en formación y a toda la comunidad en relación con la formación permanente.

En octubre de 2018, el Consejo de ABECCA se reunió en Guatemala para fijar las fechas, temas y expositores del primer curso monástico para formadores organizado por ABECCA. La idea era encontrar un tema que pudiera servir de base sólida para futuros cursos y que pudiera ayudar a las comunidades. Así, después de mucha reflexión, se decidió abordar el tema relacionado con el problema de la falta de madurez en el proceso de formación, tanto antes como después de la profesión.

En primer lugar, se prestó atención a los fundamentos de la tradición monástica para saber cómo transmitirlos de los mayores a los más jóvenes, de una casa madre a una casa hija, de los formadores a los formandos. Es intrínseco a la vida monástica conocer a los Padres Monásticos, la Regla de San Benito y la aplicación de esta tradición a la vida actual.

El segundo énfasis se puso en la atención a la persona humana: ¿Cómo encajan los afectos y las emociones de forma armoniosa en el proceso de formación para ayudar a los candidatos a madurar en la vida monástica y como cristianos? Este aspecto humano concierne, por supuesto, tanto a los formandos como a los formadores y a toda la comunidad. La humanidad llega a lo más profundo de cada miembro de una comunidad.

Por último, se enfocó en el aspecto espiritual desde los dos primeros fundamentos, la tradición monástica y el comportamiento humano, para permitir que el Espíritu actúe en el contexto del llamado de Dios a vivir una vida monástica madura.

ABECCACoursDel 14 al 23 de julio, monjes y monjas, hermanos y hermanas, se reunieron en Guatemala para participar en este primer curso de formación monástica de ABECCA. Con veintiséis participantes, desde México hasta Perú, desde el Norte y el Centro y desde Sudamérica y el Caribe. Algunos participantes tenían años de experiencia como formadores, otros acababan de ser nombrados para acompañar a los recién llegados.

Se contó con la presencia de renombrados oradores: el Abad Paul Stonham, osb, de la Abadía de Belmont, quien durante los tres primeros días expuso sobre el conocimiento de los Padres Monásticos y destacó la importancia de la tradición monástica desde el cristianismo primitivo hasta la actualidad en América Latina. Marta Inés Restrepo, psicoanalista y licenciada en acompañamiento espiritual, impartió dos días de conferencias sobre el comportamiento humano y la dignidad de la persona. Por último, el abad Bernardo Olivera, ocso, el famoso ex abad general de los cistercienses, compartió tres días de conferencias sobre el camino espiritual, utilizando la tradición y el comportamiento humano para mostrar el verdadero propósito de la vida monástica mediante ejemplos prácticos para mostrar cómo vivir una vida monástica madura. Los tres expositores fueron muy valorados.

Por otro lado, los participantes pudieron compartir sus experiencias, dudas y la riqueza en su papel de formadores. Se reunían dos veces al día, después de cada una de las dos conferencias impartidas por la mañana. Al final del día, tuvimos una sesión plenaria en la que todos pudieron hablar y compartir lo que se había conversado en grupos. Fue un estímulo y una ayuda mutuos para afrontar mejor la situación de la propia comunidad.

Este enfoque común de la vida monástica en la variedad de sus puestas en práctica, hizo que el primer curso monástico para formadores fuera fructífero. Los instrumentos culturales lo hicieron posible, así como la necesidad de crecer como instrumento de la gracia de Dios en la propia comunidad.

Sin embargo, cabe decir que en ABECCA hay países en los que sólo hay un solo monasterio masculino o femenino. A una comunidad aislada le resulta difícil relacionarse con otro formador monástico y, por tanto, compartir las cargas y los retos que presenta la sociedad. Parece obvia la necesidad de promover estas reuniones y hacerlas efectivas y valiosas. Mediante la organización de cursos como éste, ABECCA encuentra una forma de avanzar en la tarea de posibilitar a las comunidades crecer allí donde se encuentran. Así, este primer curso de formadores monásticos fue una respuesta a la voluntad de Dios en beneficio de todas las comunidades de la región.