Madre Escolástica Ottoni de Mattos, osb

Abadesa de Santa María, São Paulo (Brasil)


El Joven rico (Mt 19, 16-26)

Una pregunta clave

LectioOttoniAl leer este pasaje detengámonos en las primeras palabras: “Se le acercó un hombre”. Consideremos la diversidad de personas que se acercan a Jesús en el evangelio de Mateo y sus diferentes motivos. Incluyámonos también nosotros dentro de quienes se acercan a Jesús; acerquémonos a él.

4,3: El tentador se acerca a Jesús para ponerle a prueba.
4,11: Los ángeles se acercan a él para servirle.
8,2: Un leproso se acerca a él para ser purificado.
8,19-20: Un escriba se acerca a él y le ofrece seguirle a donde vaya.
13,36: Los discípulos se acercan para preguntar el significado de una parábola.
17,14: Un hombre se acerca para pedirle que se apiade de su hijo endemoniado.
26,7: Una mujer se acerca con un frasco de alabastro para ungir la cabeza de Jesús.
26,49: Judas se acerca para dar a Jesús el beso de la muerte.

Aquí, en el 19,16, un hombre se le acerca y le pregunta: “ ¿qué debo hacer de bueno para tener la vida eterna?”. La persona que se acerca en este pasaje se llama “alguien” (eis en griego). Podría ser cualquiera de nosotros. Sin embargo, se dirige a Jesús como “Maestro”.

- Busca la vida eterna
- Es un joven
- Guarda los mandamientos
- No va por las medias tintas, ya que se va triste porque le resulta imposible aceptar lo único que le falta
- La lección final es no tener nada, sólo “un tesoro en el cielo”.


Observemos atentamente el pasaje. Está compuesto por dos escenas distintas muy estructuradas:

1. Diálogo de un hombre con Jesús

a. Acercamiento a Jesús (v. 16a)
b) Pregunta a Jesús (v. 16b)
c) Respuesta de Jesús (v. 18b-19)
b’) Pregunta a Jesús (v. 20)
c’) Respuesta de Jesús (v. 21)
a’) se aleja de Jesús (v. 22)

Este diálogo está enmarcado en un conflicto tanto más agudo cuanto que se trata de un compromiso de toda la vida, e incluso de la vida posterior. Para “EL TODO”, la exigencia es TODO:

v. 16: el acercamiento se equilibra con el alejamiento (v. 22)
v. 16: el “tener la vida eterna” se opone “tener muchos bienes” (v. 22)

En el transcurso del diálogo (v. 21) hay muchas antítesis: ir≠ venir, vender ≠poseer, dar a los pobres ≠ tener un tesoro. El joven está preocupado por TENER; siendo rico y acostumbrado a tener, quiere, con toda lógica y buena intención, tener la vida eterna. Jesús le presenta otra realidad, ‘sé perfecto... sígueme’ y así no tendrás nada. Se trata de un despojo total ante el Absoluto que le llama. Como subraya Romano Guardini, “poseer cualquier cosa es ya ser rico... Lo que importa es la posesión misma”1 . San Benito nos recuerda en el capítulo sobre las buenas obras, “no anteponer nada al amor de Cristo” (RB 4,21). Y también al final de su Regla, como testigo que ha tomado en serio la vida cristiana y monástica dice: que no antepongan absolutamente nada a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna” (Regla 72, 11-12).

Los mandamientos de la Ley, expresados en forma negativa, muestran ya la presencia de una necesidad que representa un vacío, un vacío que necesita ser llenado, un despojo del instinto de matar, de cometer adulterio, de robar, de dar falso testimonio. Paul Beauchamp afirma: “Las prohibiciones del diálogo crean un vacío frente a un espacio donde Dios no pide nada”2 Toda la Ley está representada por los mandamientos citados.

A continuación, “¿Qué me falta todavía?” y “Si quieres ser perfecto” (v. 20-21). El adjetivo teleios significa una acción completada, madurada. Además, esto es evocado por la palabra traducida como ‘mandamiento’ entole, en teleios teniendo en vista el logro. Este joven aún no ha alcanzado la madurez, aunque observa los mandamientos. Está atrapado en un ir y venir entre vender y poseer, dar a los pobres o conservar para sí mismo; está al principio del camino. El fundador del jasidismo, Baal-Shem-Tov, un rabino del siglo XVII, nos ofrece esta perla de la tradición judía:

“Estas son las palabras que Moisés dijo a todos los hijos de Israel al otro lado del Jordán, en el desierto (Dt 1,1). Más de una persona cree haber encontrado a Dios y está totalmente equivocada. Más de una persona piensa que anhela a Dios en la distancia, cuando Dios está dentro de ella. Para ti mismo, piensa siempre que te encuentras en la orilla del Jordán aunque todavía no hayas entrado en la tierra. Y si ya has cumplido varios de los mandamientos, ten en cuenta que no has hecho nada”3.

En todos sus acercamientos y alejamientos, en su ir y venir, el joven se aferra a sus posesiones. No puede aceptar el vacío que es el lugar de Cristo en su interior.

Lectiodroma2. Diálogo de Jesús con sus discípulos

a) Palabras de Jesús
1. Es difícil que un rico entre (v. 23)
2. Más fácil es que un camello pase (v. 24)
b) Pregunta de los discípulos a Jesús: “entonces, ¿quién puede salvarse?” (v. 25)
a’.) Dicha de Jesús
1. Imposible para los hombres (v. 26)
2. 2. Para Dios todo es posible (v. 26).

En el centro de esta aguda antítesis -”difícil... más fácil” surge de forma dramática la pregunta de los discípulos, que se refiere a la salvación. “Entonces, ¿quién puede salvarse?” (v 25) “Ser salvado” es una realidad que aparece con frecuencia en el evangelio de Mateo desde el principio, como podemos ver:

- Está vinculado al propio nombre de Jesús: “a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1,21).

- También puede estar vinculado al peligro: “Señor, sálvanos, que perecemos” Mateo 8.25)

- A una enfermedad: “Con solo tocar su manto, me salvaré” (Mateo 9.21-22).

El objetivo de nuestra perícopa se expresa en este versículo: “El que persevere hasta el fin (eis telos) se salvará (sothesetai)” (Mt 10,22). De nuevo la perspectiva del logro. Nada puede ocurrir fuera de esta perspectiva, pero para Jesús mantenerse firme hasta el final significa la cruz, la puerta por la que se entra en la vida. La cuestión es tan seria que Jesús deja entender que tal tarea sólo es posible para Dios. Con ello nos muestra nuestra necesaria dependencia de la salvación de Dios. Jesús mismo no se salva solo. Es a esto a lo que se le invita en la cruz, “¡Sálvate a ti mismo si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!” (Mt 27,40). Y de nuevo: “a otros salvó y a sí mismo no puede salvarse” (Mt 2,42).

Jesús, Dios y hombre, no quiso eximirse de esta necesidad. Como dice san Pablo a los Filipenses 2,6-8, “El cual, siendo de condición divina, no reivindicó su derecho a ser tratado igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando la condición de esclavo, asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como una persona; se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz”. Salvarse no es llegar al límite de despojarse de sí mismo, es bajar de la cruz, no tener necesidad de ella. Sin embargo, es ésta la que nos da la clave del despojo.

 

Conclusión

Como nos dice la Carta a los Hebreos, Moisés “consideró que el oprobio de Cristo era una riqueza mayor que los tesoros de Egipto, porque tenía los ojos puestos en la recompensa” (Hb 11, 26). La tradición judía nos dice que Moisés entró en la vida a través del beso de lo divino4 . Aunque vivamos 120 años en diálogo con Dios, debemos tener el valor de liberarnos como él para deshacernos de nuestras certezas demasiado formales y de nuestras ilusiones. Debemos estar en el camino “de un principio a otro” siguiendo a Cristo sobre el abismo fascinante y la novedad insaciable de esta pregunta: “¿Qué me falta todavía?

1 Romano Guardini, ‘El Señor’, vol. 1 (París, ed. Alsatia (1945), p. 322).
2 Paul Beauchamp, “D’une montagne à l’autre, la Loi de Dieu”, (París, ed. du Seuil (1999), p. 33).
3 Martin Buber, “Vivre en bonne entente avec Dieu selon le Baal-Shem-Tov” (ed. du Rocher, 1990, p. 106).
4 Ovadiah Camhy, “Paroles du Talmud”, ed. Stock (1951), p. 79. Cf. Gregorio de Nisa, “Vida de Moisés”, 1.