Hermana Tecla Gong

Congregación de Notre Dame

La Sombra

 

SThecleSajo los rayos del sol cada uno de nosotros tenemos una sombra que nos sigue y acompaña a través de toda la vida. No podemos percibir esta sombra sin la luz y no hay luz sin sombra. Sombra y luz coexisten. Lo mismo se aplica al ser humano: la sombra y la luz se entretejen a lo largo de nuestra existencia y tenemos que tomar en cuenta esta sombra si vamos a desarrollarnos armónicamente.

De hecho el auto-descubrimiento y descubrimiento de esta “sombra” van de la mano. ¿Qué es entonces esta sombra? Debemos conocerla de manera de “domarla” apropiada y efectivamente. El descubrimiento de este elemento de sombra en nosotros mismos, ayuda al autoconocimiento, llevándonos a un buen equilibrio y orientación de la expansión humana psicológica y espiritualmente. Conocimiento y conciencia son el comienzo del cambio. “La peor agonía de todas es no saber por qué mi corazón está en agonía” (Paul Verlaine). Si no sabemos por qué está en esa agonía ¿cómo podemos escapar de ella? La vida tiene normalmente, múltiples facetas y sobresale. el antagonismo luz y sombra De acuerdo a Carl Jung, la sombra juega una parte integral de nuestra vida, querámoslo o no. El rechazo a asumirla y la resistencia a ella por el individuo, son el origen del desequilibrio y de la represión en la vida.

 

¿Qué es la “sombra”?

La sombra es la parte oscura, negativa de la personalidad que no queremos reconocer que existe y por lo tanto queda relegada al olvido o reprimida, porque sencillamente es incompatible con la imagen que quisiéramos tener de nosotros mismos y la que quisiéramos que otros aceptasen. A veces creamos la máscara de una individualidad refinada para exhibirla y al mismo tiempo dar una buena impresión, y a la vez para esconder a otros la sombra u ocultarla en las profundidades del subconsciente. En realidad, la sombra por su naturaleza no es solamente algo malvado y oscuro, sino lo opuesto a lo que es positivo en una persona. Separarlo o excluirlo es equivalente a negar la propia personalidad. El asunto es cómo aprender a descubrir sus múltiples facetas e integrarlas a la vida misma.

Una parte de la vida consagrada consiste en el cambio, el fortalecimiento y el abrirse a una búsqueda de la perfección. Es por esto que se debe tomar conciencia o descubrir la parte desconocida de nosotros mismos. La toma de conciencia es producto de la educación. Los vacíos en la educación pueden llevar a una falsa conciencia y un comportamiento equivocado que contradice las formas convencionales de vida en sociedad. En consecuencia la apertura al cambio es básica para la formación. Los formadores deben acostumbrar a sus formandos a un proceso continuo de formación. Es un trabajo para toda una vida.

 

La Formación de la sombra en la vida consagrada

SThecleOmbreEn la vida en sociedad, toda organización grande o pequeña tiene reglas escritas o no escritas, para lograr un funcionamiento de la organización y para ayudar a sus miembros a alcanzar su objetivo. Estas reglas pueden compararse a una brújula que nos guía en la dirección correcta para llegar a destino. En esto, las organizaciones religiosas no son una excepción. Tomemos el ejemplo de una comunidad religiosa. “Para encontrar sombra busca un árbol grande”; la expresión ilustra bien el concepto de sombra de acuerdo a Jung. Si el árbol representa la Ley Canónica con sus reglas y constituciones, una orden religiosa con sus tradiciones y espiritualidad serán una enorme sombra en proporción a su altura. Esta sombra es todo lo que los religiosos suprimen internamente dado el volumen de reglas y constituciones que no han sido interiorizadas.

Al entrar a la vida consagrada el religioso entra en un mundo completamente distinto, en el cual él o ella deben desarrollarse a través de reglas y directrices propias de su estado. El nuevo religioso parte con la vida y comportamiento de los mayores. Debe seguirlos de buen o mal grado, aunque sean contrarios a su modo de vida y no los comprenda completamente. De buena fe y buena voluntad, se asegura de observar las reglas, pero su cabeza y su corazón no están sincronizados. Esto causa cierta opresión, “puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero” (Rm,7,19). De esta forma, no puede dejar de reprimir elementos que tiene profundamente arraigados. Su sombra lo sigue y se queda junto a él hasta que mediante una liberación interior pueda ir más allá de las reglas que lo dominan.

La formación de esta sombra parece ser inevitable en la vida religiosa; es como la sombra del cuerpo, dos facetas de la misma realidad. Sin embargo, la sombra llega a ser un factor negativo y solo se transforma en un obstáculo en la vida religiosa, si no es aceptada y trascendida por el religioso a través de la aceptación en la realidad concreta de la vida diaria. Si el religioso toma conciencia del problema y por su propia iniciativa percibe la importancia de la influencia de la sombra, llegará a una comprensión real de sí mismo y será capaz de enfrentar el problema con la serenidad y confianza que el conocimiento de sí mismo y de sus obligaciones le da. Nosotros podremos sobrepasar esta sombra más fácilmente si la conocemos mejor y estamos más conscientes de ella.

 

Cómo comprender y hacer uso de esta sombra

Los psicólogos han indicado diferentes métodos de entender y trabajar con esta sombra. Mencionaremos aquí algunos procedimientos esenciales y algunas prácticas que han sido aplicadas a la vida religiosa

La proyección de la sombra

El concepto simple ilustrado por el proverbio “mide a los demás con tu propia vara” nos ayuda a entender el mecanismo psíquico de la proyección. Juzgar en referencia a sí mismo, o atribuir gratuitamente a alguien una palabra o un hecho negativo, cuando realmente están en nosotros mismos. Por ejemplo cargamos a alguien con ser celoso o engreído cuando somos proclive a esos malos hábitos. En la misma línea de ideas al prejuzgar las cualidades o talentos de otros, cuando tratamos de esconder la sombra que acecha en la propia incapacidad de lograr esas cosas buenas en uno mismo.

Hacer de un ratón un elefante es otro mecanismo muy corriente de esta proyección. Es posible imaginarse un proyector que agranda fotos y las proyecta en una pantalla. Esto nos hace pensar en la intensidad afectiva causada por un evento que ha sido exagerado más allá de los límites de la situación real. En otras palabras, la reacción y la percepción del evento por el sujeto son asimétricas. ¿Cuál es el origen de esta reacción extrema? La reacción es la propia sombra. Cuando se puede reconocer un rasgo similar en sí mismo, la intensidad de la crítica se suma a la condenación del otro. Algo que no podemos tolerar en nosotros mismos ha sido exagerado mediante la proyección hacia el otro.

La sombra de un complejo de inferioridad es otra forma de proyección al que prestamos menos atención. El lado positivo es proyectado en el otro, esto es, la tendencia a alabar las habilidades del otro, admirarlas y querer parecerse. De esta manera se subestima y progresivamente pierde lo que lo hace único en la comunidad. Impide su propia capacidad y facultad de hacer uso de su propia creatividad y funcionalidad. Mediante esta acción, todas las oportunidades de auto afirmación, auto desarrollo y servicio de la comunidad se pierden por las características de la sombra, junto con el talento entregado a cada uno por Dios.

En resumen, pareciera que las proyecciones positivas o negativas, todas ellas reflejan el lado aberrante de la propia personalidad. Se podría decir que son usadas normalmente por los religiosos para defenderse en sus relaciones con otros hermanos y hermanas, la parte de la sombra que le atribuyen a otros, mina la confianza en sí mismos y la apertura a verdaderas relaciones.

Los sueños

Los sueños nos abren nuevos horizontes del subconsciente. Nos develan una cierta cantidad de mensajes secretos. Normalmente dedicamos un tercio de nuestro día al sueño y los sueños que ahí ocurren constituyen el periodo en que el subconsciente está activo. Los otros dos tercios están consagrados a actividades conscientes. Es por esto, que muchos psicólogos consideran los sueños como descarga disfrazada, una especie de escotilla de escape. Mediante el análisis del sueño, puedes ser iluminada una parte de la propia sombra.

En los últimos análisis, un sueño es una especie de proyección en forma de representación. Un sueño es también un medio para el soñador, de mandar el objeto rechazado o reprimido al fondo de su consciencia. Es también un símbolo para representar lo que está causando un problema. Además debiéramos considerar el humor.

El humor

Siempre hay una manera de explicar la risa. Reímos por diferentes razones, pero queremos explicar esta parte de la sombra escondida tras la risa con el humor. ¿Por qué confrontados a la misma situación algunos ríen y otros no? La respuesta está en que el interés y la discusión interior difieren de una persona a otra. El humor normalmente esconde la ironía, burla, alusión, falta de consideración o alegría.

Preguntas

En su obra “Apprivoiser son ombre” (Ed. Novalis, Canada 2010) Jean Mounburquette sugiere nueve preguntas. Sin embargo, en el contexto de la vida religiosa rescatamos solo dos tipos de preguntas fundamentales:

Preguntas directas

1. ¿Qué temas de discusión tiendes a evitar en tus conversaciones?

2. ¿En qué situaciones te sientes irritable, hipersensible o a la defensiva?

3. ¿Qué tipos de comentarios te molestan, te hacen perder la calma?

Y más preguntas como éstas. Las respuestas sinceras a estas preguntas podrían sorprendernos y avergonzarnos. Pero cuando enfrentamos con sinceridad y valentía este aspecto de la sombra, una cosa se nos hace evidente: no vivimos en un mundo perfecto, todos tenemos límites. Nos preguntamos por qué ante el mismo tema de la sexualidad, me pongo tan tenso, siendo que otros lo consideran absolutamente normal. La razón es que antes de entrar a la vida religiosa, yo fui abusada sexualmente. Quería esconder esta parte de la sombra de los demás.

Preguntas indirectas

1. ¿Cuáles son los aspectos más halagadoras de tu ego que te gustaría fueran reconocidas por los demás?

2. El comportamiento de un hombre sabio es lavar la ropa sucia en familia. ¿Cómo se relaciona esto con la sombra? ¿Es lo mismo para alguien que deja que sus cualidades se vean?

No tenemos problema en dejar ver nuestras cualidades en público y ser vistos como quien las usa con un buen propósito; pero cuando alguien cultiva exageradamente su ego mediante ilusiones y exageraciones, entonces su sombra está al acecho en alguna parte. De hecho alguien que alberga ilusiones sobre sí mismo busca todo tipo de medios para blufear y presumir en público de una manera ridícula. Inconscientemente la persona reprime todo su lado negativo y sus limitaciones para proyectar una buena imagen de sí misma con el fin de impresionar a alguien. Pero si la persona da un paso en falso, la verdad quedará manifiesta. Nada artificial es permanente.

Las respuestas sinceras a estas preguntas nos permitirán con facilidad reconocer nuestra sombra.

Reconciliarse con la propia sombra

En su obra “Journey to freedom” (The Path to Self-Esteem for the Priesthood and Religious Life), James E. Sullivan argumenta las formas de castigo que nos podemos auto infringir. En realidad es más fácil perdonarnos a nosotros mismos que a los demás, reconciliarnos con nosotros mismos que con otros. Esto demuestra que no es fácil enfrentar la propia sombra y reconciliarnos con ella. Para lograr esto debemos pasar con valentía y paciencia a través de tres etapas.

Asumir la existencia de la sombra

Normalmente todos usamos una “máscara” para “producirnos” en el escenario de la vida. Es por esto que la aceptación o negación de nuestra sombra es fácil de comprender. En la vida de una comunidad religiosa todo está dirigido hacia buenas y nobles tradiciones. Sin embrago la naturaleza humana todavía lleva la mancha del pecado original y el hombre viejo está siempre persiguiendo a la humanidad. Es difícil para el religioso sustraerse al tira y afloja y a doble vida “del adultoniño, santo-monstruo, del bien y del mal” de que el papa Francisco habla en las “Quince enfermedades de la Curia Romana”. Si tuviéramos una máscara sofisticada, podríamos ocultar nuestra sombra de una manera sutil. Pero llegará el momento en que, acostumbrado al disimulo, caemos dormidos en las propias ilusiones, corriendo el riesgo de olvidar la propia sombra. Para iniciar el proceso de reconciliación con la propia sombra es necesario, antes que nada, aceptar la existencia de la sombra como parte integral de nuestra vida. Esto requiere que cada individuo pase por una conversión interna y tenga una dimensión sobrenatural de la vida. Con la ayuda de la gracia de Dios, descubriremos los obstáculos que frenan nuestro camino espiritual. La sombra es el enemigo número uno que influencia y domina negativamente nuestro ideal de perfección.

Identificar y nombrar

Con estas sugerencias resulta fácil identificar y nombrar al enemigo, especialmente si hemos asumido que esta sombra es parte integral de nuestra vida. Este es un gran paso adelante. Si consideramos la sombra bajo el aspecto de una máscara, ya es suficiente para determinar las ilusiones que alimentamos en nuestro interior y las opciones exageradas de nuestra vida. Por ejemplo, el lado flojo y egoísta de nuestra sombra que queremos esconder se muestra frente a la comunidad religiosa bajo la imagen de un generoso y celoso miembro, sirviendo devotamente en ciertas circunstancias. De hecho, esta sombra se camufla de diferentes formas. Al considerar la sombra bajo el aspecto de una proyección, podremos identificarla y designarla como las acusaciones que hacemos contra los otros. Es fácil identificar y designar la sombra proyectada en alguien más cuando esto ocurre en gran escala y mucha profundidad.

Reconciliarse

El paso final hacia una completa unidad entre vida, cuerpo y alma, oscuridad y luz, defecto y cualidad de una persona es la reconciliación. Para llegar a esta etapa es necesario escribir en un papel los puntos fuertes y débiles observados en la propia sombra. Por ejemplo, ¿cuáles son las ventajas y desventajas para uno y para la comunidad en disimular las tendencias al egoísmo? Compara los resultados con las necesidades prácticas de la comunidad.

Un comentario: todo camino espiritual debe realizarse progresivamente para evitar una condición de “integración temporal”, provocada por falta de convicción en su aplicación práctica. Además todo religioso o religiosa debe estudiar, asimilar e integrar gradualmente a su vida los ideales de este estado, siguiendo la sabiduría y la gracia de Dios. De esta manera podemos tal vez disminuir la cantidad de máscaras y aminorar las sombras de la vida consagrada para llegar a un cierto equilibrio de los tres niveles, físico, psicológico y espiritual (cf. Jung, Obras completas, Vol. 17).

 

“Las noches” de la vida consagrada

“Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna” (Mt 19,29).

El ciento por uno sí, pero no sin antes pasar por muchas “tribulaciones” (Hch.14,22).

En realidad, el religioso que entra en este camino estrecho de alcanzar la plenitud de la vida consagrada a través de una vocación religiosa digna de su nombre, debe hacer muchos esfuerzos en diferentes niveles pasando por altos y bajos, alegrías y agonías y muchos sufrimientos. Algunos días va a pensar que está viviendo un infierno en la tierra. ¿Por qué? Porque forma parte del común de los mortales, incluso después de haber sido consagrado en la profesión religiosa y tal vez de haber sido ordenado. Así la vida consagrada incluye “noches”, y muchas. “Las noches más largas” de todas son sin duda las “pasiones” que siempre rondan a los religiosos. Como un común mortal, el religioso no puede escapar a la tentación y las envidias, que algunas veces tienen una intensidad poco vista, porque tiene que renunciar a sí mismo en varios niveles. Esto es como los días de ayuno y abstinencia cuando el hambre se hace sentir más agudamente y le necesidad de alimento es más fuerte.

Las cuatro caras de la tentación pueden ser resumidas en cinco palabras: amor, monotonía, dinero, autoridad, libertad.

Como cualquier ser humano, el individuo que abraza la vida consagrada es parte de la humanidad e incluso de lo más corriente de ella. Pero una persona así debe encarar una buena cantidad de necesidades como cualquier ser humano normal, porque está en el mundo pero no es del mundo; en una palabra debe nadar contra la corriente. Esta “larga noche”, que constituyen las pasiones, están al acecho para apoderarse de él. Debemos admitir que una buena cantidad de religiosos han experimentado esta “larga noche” y no han quedado indemnes. En numerosas comunidades, como en muchas personas esta “noche de la vida religiosa” está muy camuflada: “pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz” (Lucas 16,8).

El amor

“La vida sin amor no es vida”. No se puede negar que la tendencia a la secularización en la vida religiosa es alarmante. Los religiosos abrazan el celibato evangélico, un estado de vida que es considerado anormal. Viven en una era en que la tecnología de la información ha revolucionado nuestra manera de pensar y actuar. El religioso goza de mejores condiciones materiales y un entorno más favorable a la expresión de la libertad humana que la generación precedente. Por falta de vigilancia los religiosos son tentados con facilidad, por una vida de acuerdo a las formas naturales de comportamiento e inclinaciones emocionales, por lo que puede ir deslizándose de a poco a un círculo vicioso del que es difícil escapar. Obviamente no revela lo que está pasando y trata de disimular lo más posible. Consecuentemente, no se atreve a compartir las historias de su vida privada con otros; con el resultado que se queda marcando el paso y no puede salir.

La monotonía

La monotonía lleva fácilmente a la rutina y al desánimo; esto constituye también una “noche de la vida religiosa”. Para usar una imagen, la vida religiosa es como una obra de teatro que se repite todos los días. Las actividades diarias de un religioso son idénticas, inmodificables día a día y ocurren en los mismos lugares: el despertar, la Eucaristía, la liturgia de las horas, las comidas, el trabajo, el estudio. El mismo escenario se repite todos los días en nuestra vida religiosa. Esta monotonía puede llevar a buscar un menú alternativo o a fantasear. A veces el religioso es sobrepasado por una relajación en el trabajo, en la vida de comunidad o en la vida de oración. Hoy en día la realidad nos muestra que algunos jóvenes no son capaces de lidiar con esto cuando llegan a tomarle el sabor a la vida religiosa. Si su vocación no tiene una sólida motivación y Dios no es “el único objeto de su amor”, son fácilmente pasados a llevar por las preocupaciones mundanas.

La autoridad

Otra “noche” de la vida religiosa, la encontramos en el abuso de autoridad de algunos sacerdotes y religiosas. En la práctica, una vez que han cumplido el objetivo, esto es el sacerdocio o su profesión definitiva, su vida después de la ordenación o votos definitivos se contradice con lo que han aprendido y con aquello en que han sido formados. Psicológicamente hablando estos casos son particularmente peligrosos, especialmente para gente que vive con sus fallas y se sobreponen a todas las restricciones durante la formación sin tratar de liberarse de contradicciones internas y represiones. Las encierran al fondo del subconsciente sin tratar de resolverlas correctamente. Cuando el momento deseado llega, o cuando han logrado un objetivo, como la promoción a un cargo y el ejercicio de la autoridad, sin importar cuán nimia sea, liberan todo el subconsciente y se vuelven autoritarios. Sin embargo, hay gente que se conoce y se maneja suficientemente como para controlar estas tendencias negativas que surgen del subconsciente. Han alcanzado una vocación con un grado real de madurez y convicción. “el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor” (Mc 10,43). No son pocos entre la gente responsable de la formación, que sean demasiado puntillosos y exigentes respecto de sus hermanos y hermanas en la religión y tratan de revelar “la pequeña bestia”.

El dinero

La avaricia no es del todo escasa en la vida consagrada propensa a los asaltos de la secularización; puede así constituirse en “una noche”. “La avaricia es un pozo sin fondo”. Es la experiencia práctica en la sociedad humana: una persona no está nunca satisfecha con lo que tiene y siempre busca tener más. La vida consagrada no es una excepción. Una cierta cantidad de religiosos traicionan sus promesas hechas a Dios, niegan a sus hermanos y hermanas por causa del dinero y van a su perdición. Sólo saben recibir pero no dar. Aquellos que vienen de familias pobres son a menudo demandantes y tienen una tendencia a acumular posesiones. Esta puede ser una forma de compensación. ¡El dinero no tiene corazón! Es por esta razón que no es aconsejable permitir que un religioso maneje dinero o ejercer autoridad por demasiado tiempo.

La libertad

En nuestros días, buena cantidad de jóvenes religiosos invocan que se les tenga respeto y les dejen libertad para vivir sus vidas como quieran. La tendencia al libertinaje está al acecho en todos nosotros. No se debe olvidar que en este mundo la libertad no puede estar libre de toda restricción. Las reglas más que cadenas, son señales en el camino, con la diferencia que las señales guían hacia adelante y las cadenas retienen hacia atrás. La libertad es como una espada de doble filo: su utilidad depende de la manera en que es utilizada. El conocimiento de nosotros mismo nos ayuda a comportarnos correcta, razonable y apropiadamente.