PROGRAMA DE FORMADORES MONÁSTICOS 2015
Dos Reflexiones Personales:
Hermano James Cutts, osb, Abadía de Worth (Inglaterra)
Hermana Elizabeth Nakimbugwe, ocso (Butende, Uganda)
Informe del hermano James Cutts, osb
Veintiséis personas de todo el mundo se reunieron en Roma en marzo de 2015 para comenzar el Programa de Formadores Monásticos. Eran hombres y mujeres benedictinos y trapenses de Europa y Norte América, del Sudeste Asiático (Filipinas y Corea del Sur), India, Nueva Zelanda, Nigeria, Camerún, Uganda y Tanzania en África.
En su mayoría eran jóvenes e involucrados ya como formadores, o se preparaban para serlo o al menos, quienes podrían en el futuro ayudar con la formación en sus comunidades.
Yo era el mayor del grupo, a la edad de setenta y uno. Soy benedictino de la Abadía de Worth en Inglaterra, habiendo concluido recién doce años como párroco de nuestra parroquia del monasterio, me ofrecieron un año sabático de cuatro meses, y elegí participar en este curso de tres meses como parte del año sabático. Quería una oportunidad de volver a “refundarme” en mi vocación monástica al aproximarse los años crepusculares.
Lo que sigue no es un relato paso a paso sino simplemente la selección de algunas impresiones. De vital importancia para todos nosotros fueron nuestros compañeros participantes.
Los padres Mark Butlin y Brendan Thomas fueron los organizadores, y estos dos benedictinos ingleses trabajaron duro para crear una comunidad de un grupo heterogéneo. Brendan era el músico y puso mucho afán en crear un coro para cantar el Oficio, que fue una versión reducida del Oficio completo, pero que nos permitió volvernos regularmente a Dios en la oración. Para muchos de los participantes el inglés no era su primera lengua, ni su lengua litúrgica. Tampoco había una tradición musical común, sin embargo con una mezcla de inglés y latín y con cánticos sencillos, en gran parte composiciones de Alan Rees y con uno o dos muy buenos solistas pudimos celebrar con dignidad.
Las comidas eran las horas habituales de recreación, y mientras que el desayuno se tomaba en silencio, el almuerzo y la cena eran conversados. Las diferentes culturas se adherían en distintos grados a la conversación en las comidas, tal vez Europa y Norte América lideraban en el arte de la conversación en la mesa.
Ustedes pensarán que el hábito monacal sería negro para los benedictinos y blanco y negro para los trapenses, pero no fue así. Entre los Benedictinos se hallaron varias alternativas: todo blanco, o con cogullas azules o grises, y quizás cambiando a blanco únicamente para la Misa. Los trapenses no fueron menos variados, el blanco y negro rivalizaron con un color óxido utilizado en África, como hábito de trabajo o de viaje, una túnica gris, o una camisa negra y jeans.
El curso transcurrió durante siete semanas en Roma y seis semanas en Asís, y ¡qué gran alegría y privilegio fue familiarizarse con estos lugares! Fue impresionante para mí que me mostraran los sitios, pero cuánto más para aquellos de lugares lejanos, como el centro de África, para quienes ésta fue su primera y probablemente su última visita, en la que pudieron entrar en contacto con todo el curso de la historia cristiana católica desde los primeros siglos hasta nuestros días. ¿Y el curso en sí? Destacables para mí fueron: Abad Bernardo Bonowitz, un judío de Nueva York convertido al cristianismo, se hizo Jesuita, luego Trapense, y ahora Abad de Nossa Senhora do Novo Mundo, Brasil, hablando desde su profunda e insondable experiencia de la vida monástica; y aquel gigante de la sabiduría espiritual, Michael Casey de Tarrawarra, dándonos un curso de una semana sobre el arte de ganar almas en los monasterios.
La hermana Maureen Cusick, NDS, picó nuestra curiosidad conduciendo talleres sobre el desarrollo humano, particularmente nuestro desarrollo sexual como célibes. Fue interesante encontrarse a sí mismo hablando de los detalles íntimos de su sexualidad con compañeros monjes, monjas y hermanas.
Otros tres viajes se han grabado particularmente en mi mente; los monasterios de Vitorchiano, Camaldoli y Monte Cassino.
El primero es una comunidad de monjas trapenses; situado cerca de Viterbo, al norte de Roma. Son 75 en total y eso es después de hacer siete fundaciones en los últimos 25 años; tiene en la actualidad, ocho jóvenes, cuatro novicias y dos postulantes, casi todas italianas. Es una historia de éxito, tal vez sin precedentes en Italia, no sólo por su crecimiento extraordinario, sino porque hay dinamismo y autenticidad en la vida vivida allí. Son serias acerca de las cosas de Dios, que es lo primero en su lista de prioridades con el Oficio completo de la Regla, además los tiempos de oración personal por la mañana y tarde; Lectio por la mañana todas juntas. Son igualmente serias sobre la calidad de su comunicación con las demás. Hay un capítulo diario y reuniones de grupo semanales. Lo que ha evolucionado en el tiempo es una auténtica cultura del diálogo que incluye hablar la verdad por el amor mutuo, y el resultado es una comunidad llena de confianza y libertad. Significa que hay una comunicación humana real y auténtica que da vida a la comunidad y que es extremadamente atractiva para aquellas personas que buscan una vocación con ellas.
Camaldoli fue una revelación para muchos de nosotros. El Prior General habló allí del lugar habitado por el espíritu más allá de la regla monástica al pie de la letra; en la explicación de su visión, se centró en la importancia conjunta de la Lectio Divina, y de vivir una espiritualidad Pascual, ambas promueven una comunidad con una madurez afectiva. Sugirió además que la formación debe ser larga estos días, porque las personas están muy mal formadas en el conocimiento cristiano, y siente que las formas modernas de devoción en la gente joven, mencionó específicamente el Rosario y Medjugorje, son cimientos escasamente sólidos para la vida monástica de la Lectio y la Liturgia.
Monte Cassino fue una sorpresa. Yo había estado allí antes y había encontrado tristeza en una comunidad de diez monjes viviendo en un monasterio construido para trescientos. Ahora, sin embargo, tienen un nuevo Abad, Donato, que hasta hace poco había sido Abad de Bari, en Calabria y antes de eso un monje de Praglia, cerca de Padua. Contestó preguntas por una hora y parecía tener una clara visión de que la futura misión del monasterio será atender las necesidades espirituales de los miles de peregrinos que llegarán para ver lo que es esencialmente un monumento del Estado. Casualmente, cuando se le sugirió que tenía un trabajo difícil, contestó: “¡No, es fácil!”
Por último, cerrando nuestro programa como un todo, nos dieron excelentes ejemplos de la hospitalidad monástica particularmente en Monte Cassino, el College Inglés en Roma, Sant’Anselmo y en Asís, en las comunidades de San Guiseppe y Santa Anna.
Sólo dos comentarios finales
- Nunca antes había conocido a trapenses, y ni por un momento tuve una preocupación de que no compartíamos el mismo idioma, y al final del curso llegué a la conclusión de que lo que nos une como monjes y monjas es mucho mayor que nuestras diferencias.
- Y en segundo lugar, estuvimos encantados y privilegiados de dar la bienvenida al Abad Primado Benedictino, Dom Notker Wolf, quien se reveló una persona encantadora, agradable, trabajadora, con un corazón y alma monástico, un ejemplo vivo de cuán generosa y amable puede ser una persona hecha por la vida monástica.
El programa fue un gran éxito y es altamente recomendable.
Informe de la Hermana Elizabeth Nakimbugwe, ocso
Hace un mes que terminó el programa MFP 2015. Miro hacia atrás esos días y experiencias con gran alegría. Después de haber reflexionado y descansado, soy capaz de escribir un relato simple de la experiencia que tuve como participante procedente de Uganda, desde el monasterio de Our Lady of Praise.
Disfruté mucho este programa, y atribuyo esto en gran parte a la experiencia y cuidado amoroso de los dos coordinadores, padre Mark Butlin y el padre Brendan Thomas. El paisaje y alrededores de los dos lugares donde alojamos, seis semanas en Roma y seis semanas en Asís, enriqueció mucho la experiencia. Tuvimos oportunidades para hacer turismo, visitas y peregrinaciones a diferentes sitios históricos de la tradición católica y monástica. Aquí menciono las visitas a diferentes comunidades e instituciones católicas para la formación de personas para la misión y evangelización, a movimientos laicos como San Egidio.
Nunca en mi vida había soñado con la posibilidad de pisar las tierras fértiles de Italia con toda la historia que se fue desvelando en una realidad palpable, al ir recorriendo las calles de Roma y Asís. Por ejemplo visitamos las catacumbas de Priscilla y peregrinamos a Monte Cassino, Subiaco, Norcia y a muchos lugares en la pacífica ciudad de Asís: encuentro con San Francisco y Clara en su tradición.
Revisando mis propios días de formación hace 15 años y el tiempo que ha pasado desde entonces, me doy cuenta de que este programa ha sido otro hito muy importante en mi formación permanente como individuo. Me ha beneficiado mucho y de muchas maneras diferentes. Esto fue debido a los profesores experimentados, bien seleccionados de la tradición monástica, por citar algunos, la hermana Aquinata Bockman, el hermano Michael Casey, el hermano Columba Stewart, el hermano Colman O’Clabaigh y el abad Gregory Polan.
La experiencia de convivencia con monjes y monjas de muchos países y culturas diferentes fue muy enriquecedora y vivificante. Esto hizo que los días pasaran volando y nos dio la oportunidad de participar en esta rica herencia que todos valoramos, especialmente en la tradición de la Liturgia. Esto nos ayudó a participar activamente en forma creativa, a través de la predicación, lectura y canto. Estas experiencias animaron al grupo y así nos ayudaron a abordar los días con frescura y entusiasmo.
El contenido del programa es adecuado tanto para formadores como para la formación espiritual individual. Me sentí capacitada y suficientemente fuerte para aceptar cualquier responsabilidad que se me diera al regresar a mi comunidad. Ya he sido nombrada para el equipo de formación y para ayudar a los aspirantes a integrarse a nuestra forma de vida. Siento que con la ayuda del programa soy capaz de dar y compartir mi experiencia con aquellos que lo necesitan. También recomendaría este curso, si es posible a todos aquellos en el área de formación que no lo han tomado, ya que es muy beneficioso. El desafío que prevalece es que las personas encuentren formas de profundizar y hacer propio este conocimiento intenso.
Mi agradecimiento a los benefactores de este programa que han permitido a muchos de nosotros asistir a este curso, a los profesores y a los coordinadores. Recomendaría aquí si es posible agregar una tercera persona en el equipo de coordinadores, lo que reduciría la carga de trabajo de los dos que han trabajado tan bien e incansablemente para nosotros en los últimos años. Con el salmista digo, “Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias”, por lo que Dios ha hecho por mí en este año 2015. ¡Y que “nos lleve a todos juntos a la vida eterna”! (RB 72) Amén.
Este curso tuvo lugar también en Filipinas en 2015.